Desde Lima
Los tres días de velorio y el entierro del dictador Alberto Fujimori se convirtieron en una operación de lavado de cara de los crímenes de la dictadura. Han sido días de un montaje de alabanzas al personaje que envileció la política peruana, de silencios sobre las violaciones a los derechos humanos y la gran corrupción de su gobierno. Una afrenta a la memoria histórica del país, a la democracia y a las v condenado por crímenes de lesa humanidad y corrupción