Las inconsistencias del modelo económico de Javier Milei empezaron a deformar la idea de que su gobierno es un neomenemismo más osado. El combo de atraso cambiario y la liberación total de los precios de productos de la canasta básica reformularon aquel emblema de los ‘90: hoy, el “déme dos” que se vendía por entonces (aplicado en aquel tiempo a compras en el exerior) se transformó en “deme medio” o “déme lo que alcance”. Es que, en sólo nueve meses de gestión, el Ministerio de Economía que comanda Luis Caputo logró que se necesiten casi el doble de dólares que en diciembre de 2023 para comprar alimentos y productos esenciales.

Esto explica, también, el nivel de caída en las ventas que reportan los grandes supermercados: un cóctel de depresión de ingresos, dólar reprimido y precios de consumos básicos disparados que dejó agosto con una caída del consumo de 17,2 por ciento, la más alta no sólo del gobierno de Milei, sino de la historia. Así, la desesperación por los precios fomenta la migración de argentinos a comprar a comercios de frontera.

En paralelo, el golpe de la desregulación se ve en los índices de inflación y obligó al Gobierno a usar un nivel de dólares record para intentar controlar la brecha cambiaria. Según supo PáginaI12, fueron funcionarios del propio gobierno quienes admitieron, en reuniones con empresarios, que se están desprendiendo de dólares a niveles record para intentar influir sobre las cotizaciones financieras. El número, de acuerdo a lo que recogió este diario de fuentes que acceden al núcleo duro de Caputo, es que ya se comieron 700 millones interviniendo la brecha.

La situación de los precios internos tiene algunos ejemplos interesantes. El más emblemático es el de los combustibles. Apenas arribó al poder, Milei liberó el precio de las naftas y las petroleras empezaron a aumentar para llegar al valor de paridad exportadora. En los primeros ocho meses de gestión libertaria, subieron casi 150 por ciento contra un inflación cercana a la mitad. Eso produjo que en diciembre del 2023, con un dólar a 844 pesos, se pudieran comprar 2 litros de nafta con un dólar. Hoy, con la divisa en 977 pesos, un dólar no alcanza ni para comprar un litro de nafta, que dependiendo de la zona oscila (la súper) entre los 1100 y 1300 pesos.

Esta lógica opera en casi todos los productos, pero en los esenciales es notable: en 2023, con 2,5 dólares se compraba una botella de aceite de 1,5 litros. Para comprar la misma botella, hoy se precisan 3 dólares y medio. En el caso de la carne picada, en 2023, el kilo se conseguía a 4,5 dólares, hoy vale entre 6 y 7 dólares.

La yerba, producto clave de la canasta de los argentinos, tiene desde hace meses el precio totalmente liberado, eso disparó el precio del paquete de un kilo, que se vende a entre 5 y 7 dólares, dependiendo de la calidad. En diciembre del ‘23, ese mismo paquete costaba 3,2 dólares. También se observan estas diferencias en productos básicos como los farináceos. El paquete de harina cuesta exactamente el doble, en dólares, que en 2023: hoy el paquete de kilo oscila entre los 1000 y 1200 pesos, 1,2 dólares de hoy. En el ‘23 costaba 580 pesos, el equivalente a 0,6 dólares. Lo mismo ocurre con el pan fresco: en 2023 el kilo costaba 1400 pesos o 1,6 dólares. Hoy vale, como barato, 2500 pesos, o 2,6 dólares.

Un record que no encuentra piso

Este diario accedió, en exclusiva, al informe de consumo masivo de Scentia, la consultora que mide en todo el país en todos los canales. El número ya es dificil de explicar: en agosto, la caída fue de 17,2 por ciento, superando la baja del 16 de julio. Así, agosto es el octavo mes consecutivo de caída en el consumo y, a este ritmo, en los comercios aseguran que 2024 podría ser la primera vez en la historia con 12 meses seguidos de caída en las ventas.

Lo peor del escenario es que se democratizaron las pérdidas y la crisis no distingue grandes y chicos. En agosto, la venta en hipermercados cayó 17,9 por ciento; mientras que en comercios barriales y chinos un 16,5. ¿Qué zona del país pierde más? El interior, por lejos: las ventas en agosto, en todos los segmentos, cayeron 22,5 por ciento, muy por encima de la media.

Si se ve por productos, la venta cayó en todos, de una manera dramática: Alimentación bajó 12,4 por ciento en ventas, De­sayuno y Merienda un 14 por ciento; Higiene y Cosmética un 20,1, Limpieza casi 16 e Impulsivos un 27. El mayor colapso es en bebidas. Las con Alcohol cayeron 24,3 por ciento, y las sin alcohol un 24,7 por ciento.

En el mensaje de análisis que la consultora les envió a los comercios, precisan que el acumulado anual supera “los 10 puntos negativos”. Aclaran, naturalmente, que la base de comparación es alta porque toma los mejores meses de 2023, pero aseguran que el consumo tenía motores de estímulo estatal que permitían a las familias un mejor gasto: algunos ejemplos, Precios Justos, la quita de Ganancias y diferentes bonos. Destacan, además, que este encarecimiento de los precios en dólares y en pesos, generó “una pérdida de ventas en fronteras, muy importantes durante 2023, sumando al Interior del país”.

El Central vende calma, pero no la hay

El Banco Central se encargó esta semana, con mensajes privados a diferentes empresarios de peso, de aclarar que las reservas “no están mal”. Culparon a los medios, que según el jefe del BCRA, Santiago Bausili, tergiversan lo que ocurre con las existencias de fondos en las arcas del organismo.

El problema es que son los propios funcionarios del Ministerio de Economía quienes, en diferentes conversaciones, deslizan que la intervención del Gobierno para tener a raya la brecha es muy importante. La tríada que está bajo la lupa es la de Federico Furiase, Martín Vauthier pero, sobre todo, Felipe Núñez, que es directivo del banco BICE pero lo tienen como ariete de combate en redes.

Núñez, la estrella tuitera de Milei, viene de trabajar en Alchemy Valores, una casa de Bolsa que fue suspendida por la CNV por diferencias en los libros contables y en los arqueos de pesos y dólares. En esa misma requisa, cayó Bullmarket, la consultora de Ramiro Marra. En una especie de curiosa arenga pseudoinfantil, los laderos de Caputo le pusieron el mote de “halcón” a Núñez, porque aseguran es el que más va al frente y en redes “es un león”. La justicia poética, que en Argentina también es patrimonio de los empresarios más descarnados, lo puso al personaje en otro lugar: los ceos le dicen “el osito”, por lo dócil y recepctivo que es ante cualquier favor que piden los privados. De ese núcleo de personas salió la cifra más delicada, la que Caputo quiere ocultar: que ya llevan gastados 700 millones de dólares para intentar frenar en no más de 1300 pesos a los dólares financieros. Por eso, Milei pidió correr al chileno Rodrigo Valdés como negociador del FMI ante Argentina, con la idea de apurar desembolsos que frenen la sangría. Mientras tanto, el cuello de botella es cada vez más chico y el agro, mientras el Presidente niega una devaluación, sigue esperándola con ansias para soltar toda la soja que tienen retenida.