Aunque como es evidente no era lo que se dice una "eminencia gris" Margaret Tatcher, la ex primera ministra británica lanzó algunas sentencias en sus discursos que dejaron marcas indelebles en las sociedades contemporáneas.

En efecto, la llamada "dama de hierro" impuso de manera férrea líneas fundacionales del capitalismo en su faz neoliberal que aún persisten.

Dijo Tatcher para fundamentar el sustento de políticas de sobreexplotación de la fuerza de trabajo: " lo social no existe, la sociedad no existe, sólo hay individuos" y agregó "no hay alternativas por fuera del capitalismo", "no insistan".

Las heroicas huelgas de los mineros del carbón y sus familias fueron expresiones de lucha disidentes con los asertos reaccionarios y ultraconservadores de la blonda dama.

El sociólogo Norbert Elias, explicó que en realidad lo que existe es la sociedad de los individuos y por lo tanto es factible el cultivo de una sociabilidad solidaria y no egoísta.

Robert Castel por su parte analiza que luego de las metamorfosis de la cuestión social advino el ascenso de las incertidumbres y con ello la vida en las actuales sociedades no garantiza la movilidad social ascendente y mucho menos la igualdad y la justicia social sino todo lo contrario.

Entonces la brecha entre quienes concentran la propiedad y posesión del capital impone una dominación que genera sufrimiento a la mayoría de la población.

Asistimos a una época infame de humillaciones, violencias y atropellos cotidianos.

Como siempre vale recordar lo que afirmaba Albert Camus, ante la duda de si hay que luchar debe considerarse que sobran razones para la lucha, para no perecer.

No es cierto que no hay alternativas, claro que hay que construirlas y por fuera del sistema del capital mercancía, sin burocracias, ni delegación de forma autónoma, colectiva y solidaria.

Carlos A. Solero