El despido de Víctor Hugo Morales de C5N apaga una de las pocas voces críticas que quedaban en la televisión de cable o de aire. No se trata de un desarrollo producto del mercado porque Víctor Hugo, al igual que Roberto Navarro, tenían mayores audiencias en sus programas que sus competidores en otros canales. Detrás de esta decisión empresaria está la voluntad política de un gobierno que dice reivindicar el pluralismo pero en los hechos crea las condiciones, como ningún otro en esta transición democrática, que ahogan las voces críticas para que sólo se escuchen las voces permitidas por el oficialismo. El despido de Víctor Hugo sólo puede interpretarse como una decisión política que atrasa el reloj cuarenta años, hacia las épocas de las democracias tuteladas, antes por militares golpistas, ahora por las grandes corporaciones.
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