Jorge Majfud: Jill, tenemos que empezar con una mala noticia. Hace unos minutos nos enteramos de que hubo un nuevo tiroteo en una escuela en Georgia, donde murieron dos maestros y dos estudiantes. Es una historia sin fin que de alguna manera está relacionada con nuestra conversación de hoy. ¿Te gustaría comentar sobre esto?

Jill Stein: Sí, claro. Es una tragedia tras otra. La mayoría de los estadounidenses (el 71 por ciento) quiere un control de armas más estricto. La Segunda enmienda está para quedarse, pero el pueblo quiere ver una reacción. Muchos apoyan medidas como la prohibición de las armas de asalto y terminar con el exhibicionismo de armas. Pero tenemos intereses muy poderosos en contra, como la Asociación Nacional del Rifle. Otro problema es también la esencia misma de nuestro sistema político que se compra y se vende con grandes sumas de dinero. Las leyes que se aprueban en el Congreso son las que cuentan con el apoyo de intereses financieros muy poderosos. Un estudio realizado en Northwestern y Princeton University demostró que existe una relación casi nula entre las prioridades públicas y lo que el Congreso aprueba.

Tenemos la mejor democracia que el dinero puede comprar, que no es democracia en absoluto, lo que explica el hecho de que los políticos se están vendiendo delante nuestros ojos.

JM: Mencionaste la Segunda enmienda. La Constitución es tan antigua que parece un texto religioso, expuesto a múltiples interpretaciones. En los años 30, la Corte Suprema tenía una interpretación completamente diferente a la actual sobre lo que significa la Segunda Enmienda. Ese cambio se debe, básicamente, al lobby de la Asociación del Rifle. Es decir, es básicamente una cuestión de interpretación. En un aeropuerto, por ejemplo, no se aplica la Segunda enmienda. 

Ahora, Jill, ¿cuál es la principal diferencia entre los Demócratas y Republicanos, y el Partido Verde?

JS: Es el dinero. Nosotros abogamos por atender las necesidades de la gente. Luchamos por una atención médica como derecho humano. A pesar de la aprobación de la del Affordable Care Act, la atención médica todavía no es asequible. Alrededor de 60 millones de estadounidenses no tienen seguro médico. Cuando alguien recibe un diagnóstico de cáncer, las probabilidades de que en dos años esa persona gaste los ahorros de toda su vida son más del 40 por ciento. Incluso puede perder su casa, por recibir tratamiento. 

Otro problema para los Verdes son las guerras sin fin. La mitad de cada dólar que gasta el Congreso es para estas guerras infinitas. Un billón de dólares al año para una guerra tras otra y que no hacen del mundo un lugar más seguro sino todo lo contrario.

Luchamos por una universidad gratuita. La teníamos en mi época, cuando la educación superior pública era gratuita o casi gratuita. Sabemos que por cada dólar que gastamos en educación superior, regresan a la economía siete dólares.

Tenemos una crisis inmobiliaria donde los inquilinos gastan hasta la mitad de sus ingresos en alquiler. Exigimos un control que ponga fin al poder del capital privado, de los poderosos private equity (capitales de inversión) que compran viviendas para mantenerlas vacías, sólo para aumentar su valor reduciendo la oferta de viviendas. Bill Clinton aprobó la Enmienda Faircloth, la que acabó con los fondos públicos para la construcción de viviendas sociales.

Se debe invertir en vivienda pública, de acuerdo con principios ecológicos integrales: eficiencia en el uso de energía, disponibilidad de transporte público, menor contaminación y congestión de tráfico. Las personas son mucho más saludables si tienen acceso a espacios verdes y recreativos.

JM: Tenemos un problema estructural en el sistema electoral, una herencia de la esclavitud. Estados como Texas, California y Nueva York requieren el doble de votos que Alaska o Mississippi por cada elector, lo que socava el principio democrático de “una persona, un voto”. Además, cada estado, independientemente de su población, elige dos senadores. Ahora, el verdadero partido alternativo es el Partido Abstencionista, con alrededor de 80 millones de votantes elegibles que no participaron en las elecciones de 2020. En esas elecciones, Biden recibió 81 millones de votos. 

¿Qué tan difícil ves cambiar este viejo sistema para hacerlo más democrático?

JS: No sólo los colegios electorales. También el sistema que otorga todos los votos electorales al candidato que obtenga la mayor parte de los votos. El 63 por ciento de los estadounidenses está a favor de otro partido político, porque los dos que tenemos no responden al interés público.

Tal vez viste alguna noticias recientemente sobre los juicios contra nuestro acceso a las mesas de votación. Nuestra opción que es contra la guerra, contra el genocidio, a favor de los trabajadores, y que aborde la emergencia climática, cosas de las cuales los partidos tradicionales no hablan nunca.

Luchamos por estar en los debates públicos organizados por las grandes cadenas de televisión. Ninguno de los dos partidos dice una palabra sobre el genocidio en Gaza, sobre la interminable maquinaria de la guerra que también nos está robando como tontos, ni sobre la crisis climática. Los demócratas afirman ser partidarios de la protección del clima, pero tanto Obama como Joe Biden batieron todos los récords de emisiones y exportaciones de combustibles fósiles.

Tal vez viste la Convención de los Demócratas hace poco, la que fue cubierta por Chris Cuomo, de News Nation…

JM: Sí, la vi. Cuomo mencionó las suites que estaban en el anillo superior del estadio de los Chicago Bulls, las que costaban entre 500.000 y 5 millones de dólares cada una.

JS: ¡Cada una!

JM: Sí, y mientras, Kamala Harris estaba hablando de ponerles límites a los ricos y gravar con impuestos sus ganancias, supongo que ellos se estaban riendo... Nada nuevo. Los grandes conglomerados que se crearon después de la guerra civil continuaron con el legado de las corporaciones esclavistas. 

En 1888 el presidente Rutherford Hayes se quejó: “El gran problema es la riqueza inmensa y el poder en manos de unos pocos. Cientos de leyes del Congreso son aprobados a favor de estas personas y en contra de la clase trabajadora. Esto es el gobierno de las corporaciones, por las corporaciones y para las corporaciones”. 

Hoy, miles de leyes son “copia y pega” de textos que los congresistas reciben de las grandes corporaciones. Es una prueba más de corrupción legalizada. La democracia política se encuentra atrapada en una dictadura económica. Yo veo que, en estas condiciones es muy difícil que un partido alternativo pueda cambiar esta realidad. 

¿Qué medidas concretas podrían cambiar este sistema?

JS: Esa es la pregunta del millón. Una prueba de lo difícil que es cambiar algo en este sistema es que el partido demócrata anunció en marzo de 2024 que habían contratado un ejército de abogados para quitarse encima competidores como yo misma en la urnas. Contratan a abogados para ejercer un lawfare con tecnicismos que desafían el espíritu de las leyes. Nos bloquearon en tres estados.

Déjame contarte algo más. En 2022 se hicieron pasar por el Partido Verde y llamaron a mucha gente que había firmado la petición de uno de nuestros candidatos al Senado. Llamaron a esa gente y les dijeron que eran del Partido Verde. Eran infiltrados de los demócratas y querían que la gente retirase la petición. Por suerte pudimos grabar una de estas llamadas, los denunciamos y el Partido Demócrata fue declarado culpable. No lo llamaron “interferencia en las elecciones”. El fascismo ya lo tenemos instalado.

Ahora, volviendo a tu pregunta, ¿cómo podemos resolver este problema si ellos están en el poder y controlan los medios? No tienen un control perfecto. Como dijiste, en el año 2020 uno de cada tres votantes no votó porque no les creyeron. En 2016 los números de votantes que se abstuvieron fue más alto, el 42 por ciento.

Los dos partidos han sido comprados por los señores de la guerra, por Wall Street, por las compañías de seguros, por las farmacéuticas. Muchos ciudadanos dicen que el genocidio en Palestina es una línea roja y que no van a dar su voto a ninguno de los dos partidos. El poder popular organizado está apoyando la campaña del Partido Verde.

Si no luchamos por nuestros derechos, no los vamos a conseguir nunca. La gente no puede dejarse intimidar, sea por la paz en Palestina o recortar el presupuesto militar para utilizarlo en educación. Si sumas toda la gente que quiere terminar el genocidio en Palestina o toda la gente que está atada a esa gran deuda que contrajeron solo por estudiar, 44 millones, o la gente que no tiene un seguro de salud adecuado que son 60 millones, sólo con esto tendrías un quórum suficiente para ganar las elecciones presidenciales.

La respuesta a tu pregunta de cómo podemos cambiar este sistema es que necesitamos tener coraje, convicción. Tenemos que comenzar a construir nuestro camino desde donde estamos y no dejarnos intimidar.

Foto: Rebecca Vitale.


JM: En 2021-22, once personas fueron responsables del 60 por ciento de miles de impugnaciones de libros. Miles de libros fueron retirados de escuelas y bibliotecas. 

El mes pasado, Rey Rodrigues (rector del Sistema Universitario Estatal de Florida) envió un correo electrónico a todas las universidades públicas de Florida para revisar “todo curso que contenga las siguientes palabras clave: Israel, israelí, Palestina, palestino, Oriente Medio, sionismo, sionista, judaísmo, judío o judíos será marcado para su revisión”. 

Algunas políticos ganan elecciones repitiendo “libertad, libertad”, pero una vez en el poder, prohíben, censuran y reprimen. Jill ¿por qué este ataque abierto a la libertad académica? 

¿Estamos pasando finalmente de hacer irrelevante la libertad de expresión (como durante la esclavitud) a censurarla directamente, en nombre de la libertad?

JS: Increíble; y me dices que tan solo once personas fueron responsables de censurar el 60 por ciento de los libros. Eso es inaceptable, antidemocrático. Recordemos el asalto contra la libertad de expresión y de protesta en los campus universitarios, aquí y en el mundo. Hay una censura al discurso político también. Aquí, en Tampa, un movimiento suburbano fue acusado de ser “un agente extranjero” y es apenas un grupo de izquierda que critica la política exterior de los Estados Unidos. Esos activistas han sido amenazados con 15 años de prisión por expresar sus ideas. Lo mismo me ha pasado a mí.

En 2016, por ser una candidata que estaba en contra de la guerra y del uso de armas nucleares, me acusaron de ser una “agente al servicio de Rusia”. El comité de la Central de Inteligencia me investigó por tres años. Tuve que probar mi inocencia, lo cual es ridículo. Nadie debe probar su inocencia. Ellos tienen que probar que eres culpable.

JM: Es un nuevo macartismo…

JS: Exacto. Por eso insisto en que no hay que esperar a que gane Trump para ver al fascismo instalarse en este país. Ya tenemos a las policías locales siendo entrenadas por las fuerzas israelíes a lo largo de todo el país. Actualmente, existen 80 ciudades como Atlanta, donde la policía está siendo entrenada de esta forma. También ha vuelto el reclutamiento. Si tienes hijos de entre 18 y 25 años, el Tío Sam en sus bases de datos sabe dónde están. Vivimos en una sociedad militarizada.

La razón por la cual Julian Assange fue perseguido fue por denunciar crímenes de guerra, abusos, corrupción y torturas. Estamos gobernados por una plutocracia, porque nuestro sistema político ha sido privatizado y, por eso, la riqueza se concentra cada día más.

En palabras del juez Louis Brandeis, “tenemos que elegir entre una enorme concentración de la riqueza y la democracia” No podemos tener los dos y hemos escogido la concentración de riqueza. De ahí eso que dices de la “corrupción legalizada”.

JM: Jill, hablemos de América Latina. 

Durante la Gran Depresión, Estados Unidos retiró a los marines de algunas “repúblicas bananeras”, pero dejó a sus psicópatas criollos en sus gobiernos. Durante la Segunda Guerra, descuidó América Latina, por lo que esa región recuperó una docena de democracias. 

Sin embargo, la CIA reemplazó la palabra “negros” por “comunistas” en sus discursos. Una vez más, Washington envió tsunamis de dólares para financiar ejércitos y golpes de Estado. En 1959, el senador Kennedy dijo en el Congreso: “No creo que dar esta ayuda a América del Sur sea para fortalecerla contra la Unión Soviética… Es dinero tirado por el caño, en un sentido militar, pero en el sentido político esperamos que hagan un uso efectivo de él”. 

Nixon confirmó esa idea en 1970: “Nunca estaré de acuerdo con la política de desvalorización de las fuerzas armadas en América Latina. Son centros de poder sujetos a nuestra influencia. Los otros (los intelectuales) no están sujetos a nuestra influencia”. 

Para los años 70, ya se habían perdido una docena de democracias en América Latina, transformadas en sangrientas dictaduras militares (cuando no “democracias obedientes”), guardianes de la “libertad de empresa” de las corporaciones estadounidenses y sus cómplices, la oligarquía latinoamericana. 

Esta historia nunca terminó; hoy, se practica de otras maneras. Jill, considerando esta larga historia, ¿cuál sería una política exterior del Partido Verde?

JS: Sin duda, muy diferente. Cuando Estados Unidos hace ese tipo de intervenciones, no solo hace un gran daño en esos países, sino que eso también tiene repercusiones en nuestro país. Creamos estados fallidos, como Libia, donde aparecieron mercados de esclavos al aire libre tras las intervenciones de Estados Unidos y de la OTAN para derrocar y asesinar a Gadafi. Luego tenemos migraciones masivas de millones de personas de esos países.

El Partido Verde quiere cambiar ese modelo militarista de intervencionismo neocolonial por una política de Derechos Humanos. Estados Unidos ya no es la potencia dominante. No podemos seguir comportándonos como el matón de la escuela. Estamos todos en peligros debido a nuestra idea nociva del dominio imperial. Debemos dejar eso atrás.

JM: Los inmigrantes ilegales tienen tasas de criminalidad mucho más bajas que los ciudadanos estadounidenses a pesar de que tienen una cantidad desproporcionada de varones jóvenes. 

Cada vez que alguno de ellos comete un delito, inmediatamente aparece en los titulares y los políticos intensifican la criminalización de un grupo que no puede votar y no tiene lobbies. 

No conocen el idioma ni las leyes, pero logran encontrar empleos, que son cruciales para nuestra sociedad. Producen y consumen aquí y están listos para trabajar desde el primer día sin la inversión gubernamental de 12 o 20 años de educación y atención médica. Esta gente pobre y desesperada toma préstamos de 10 mil dólares de un Coyote para venir ilegalmente. 

¿Por qué esto? Porque las leyes de inmigración de Estados Unidos odian a los trabajadores pobres. En una embajada de Estados Unidos, es mejor decir que eres una persona perezosa con una cuenta interesante bancaria que un trabajador esforzado, si no quieres que te nieguen una visa. 

¿Cuál sería la política migratoria del Partido Verde?

JS: Lo más importante que podemos hacer para combatir la crisis inmigratoria es dejar de causarla con nuestras intervenciones. Debemos empezar por respetar la soberanía ajena. Debemos tratar el problema de las drogas como un problema de salud y no como un problema policial. Por eso, legalizaríamos la marihuana y empezaríamos a estudiar la descriminalización de otras drogas para disminuir el poder de los carteles. Tomaríamos medidas económicas para favorecer a otros países para que su gente no tenga que emigrar.

Eliminaremos las sanciones económicas contra Cuba, Venezuela y Nicaragua. Esas sanciones son ilegales y fuerzan a su gente a emigrar. En lugar de levantar un muro en la frontera, agilizaríamos los sistemas de identificación para detectar criminales y permitir que los inmigrantes puedan tener papeles para trabajar. La inmensa mayoría de ellos son personas honestas. La mayor parte de quienes entran la droga son estadounidenses, no inmigrantes. Los inmigrantes son un gran recurso económico y en la próxima década se calcula que podrían contribuir con siete billones de dólares a la economía.

JM: Trump afirmó que “si alguien quiere eliminar a Israel, entonces no los queremos en nuestro país”. Luego culpó a “nuestras instituciones y medios de izquierda” por el aumento del antisemitismo, a pesar de que el antisemitismo es un fenómeno de la extrema derecha. También culpó a “cierta candidata a la presidencia de los Estados Unidos, lo cual es difícil de creer en nuestras universidades...” Creo que estaba hablando de ti. ¿De quién más? ¿Cómo respondes a estas acusaciones tan fáciles y comunes que confunden sionismo y judaísmo? 

Para terminar ¿qué nos puedes decir de Palestina?

JS: Un error muy común es confundir judaísmo con sionismo. El sionismo es una ideología política, no una religión. Yo crecí en una comunidad judía, iba a una sinagoga. Teníamos claro que ningún holocausto debía ocurrir otra vez y que también eran culpables quienes entonces miraron hacia otro lado.

En Palestina vivieron en paz musulmanes, judíos y cristianos por siglos hasta que llegaron los sionistas. Allí comenzaron los problemas con los palestinos, judíos y cristianos. El sionismo quiso quedarse con una tierra en la que ya había otras personas a través de una limpieza étnica. El hecho de haber sido víctimas de un genocidio no le habilita a nadie a cometer otro genocidio.

Israel debe retirarse de Gaza y de Cisjordania. La limpieza étnica y el apartheid de Israel también deben terminar. Esta historia no comenzó el 7 de octubre sino años antes de la fundación de Israel. Se debe cumplir con la Ley Internacional. Así lo exige la comunidad internacional. Mirar para otro lado es aprobar la tortura y el asesinato de hombres, mujeres y niños a una escala industrial.

El 68 por ciento de los estadounidenses quiere un final inmediato al genocidio. Decir que “exigir el fin del genocidio es ser antisemita”, es una forma de antisemitismo. Estar contra el genocidio es la forma más alta de ser judío, cristiano, musulmán o ser humano en general.

Basta con una simple llamada, como hizo Reagan en el Líbano durante la persecución de la OLP, el Hamas de la época. El primer ministro Menachem Begin tuvo que detener el bombardeo del Líbano y retirar sus tropas. Eisenhower hizo lo mismo cuando Israel invadió Egipto. Ahora debemos exigirle al criminal de guerra Netanyahu que se retire de Palestina cortándole su provisión de armas.

Por el contrario, se le están dando más y más armas. Esto es contrario a las mismas leyes de Estados Unidos que dicen prohibir el envío de armas a un país que viola los Derechos Humanos, que bloquea la ayuda humanitaria y que incluso no cumple con los tratados de control de armas nucleares, como es el caso de Israel. Por eso, la ayuda de Estados Unidos a Israel es ilegal. Israel debe cumplir con la ley internacional. Un estado fascista no es compatible con la ley internacional. No podemos normalizar la tortura y asesinato de niños a escala industrial.

Todos estamos amenazados por esta maquinaria de guerra que existe en el mundo entero y que debería empezar por detener el genocidio en Gaza. Por otro lado, es necesario reducir la carrera armamentística en el mundo. Nadie está seguro en este mundo; todos estamos afectados y empobrecidos por el negocio de la guerra.