El sol caía y ese humo perfumado se podía sentir desde la esquina del Konex. A las cuatro en punto las puertas del centro cultural se abrieron y los primeros que esperaban en la fila comenzaron a pasar. “¿Unas secas antes de entrar?”, le preguntó María a su amiga de pelo largo color violeta afuera del ingreso. El domingo se preparaba para uno de los primeros eventos cannábicos en la Ciudad de Buenos Aires, el Festival Marimba.

Los parlantes del escenario recibieron a los invitados al ritmo del reggae, el rock y la cumbia. Un cambalache de sonidos animaba la fiesta. Los colores y el humo rodearon al patio central y un cartel en grande que decía “Marimba” brillaba en el medio de la pantalla. Marimba es el primer buscador cannábico argentino. Su web conecta a quienes brindan productos o servicios relacionados con el cannabis con aquellos que los buscan. Este domingo fue la oportunidad para llevar a la presencialidad la conexión que todos los días brindan en formato digital.

Fueron más de 20 feriantes los que exhibieron sus ropas, pipas, aros, picadores, goteros, peluches y otros productos con dibujos de chalas. Además en los stands hubo médicos, abogados, empresas y agrupaciones mostrando su trabajo, sus productos en venta y dando información sobre la industria del cannabis.

El consumo medicinal ya es legal. Es fácil darse cuenta del logro que significa para la comunidad cannábica: la primera sonrisa que daba la bienvenida al ingreso a la feria invitaba a acercarse al stand de Doc Reprocann para registrarse en el Programa Nacional de Cannabis Medicinal.

El consumo es legal pero acceder al registro se vuelve cada vez más complicado. Dentro de la feria, Emiliano Montamat, coordinador de Doc Reprocann, dialogó con Página/12 y se refirió al laberinto burocrático que desalienta a las personas a acceder al uso legal del cannabis medicinal: “El principal problema hoy es que el Reprocann está totalmente frenado. El gobierno actúa en contra de la ley 27.350 y busca volver a criminalizar a los usuarios poniendo trabas en el proceso”. Una de las situaciones que más llama la atención y genera inconvenientes es que este año el Estado decidió exigir que los médicos vinculados a los pedidos para registrarse, deben acreditar un título relacionado al cannabis. “Es tan ridículo como pedirle a un kinesiólogo que tenga una diplomatura en diclofenac para poder recetarlo”, dijo Montamat y sumó que, aunque se presente ese título, la respuesta que dan desde el gobierno es que hoy en día no tienen donde acreditarlo.

El buen clima acompañó toda la jornada donde el juego y la comunidad fueron el centro de lo que supo ser una oda a la planta María. Peregrinos llegaron de todos lados, como Alejandro --fiel seguidor de los festivales cannábicos-- quien arribó de Bariloche para pasar su día recorriendo el Konex con amigos. O algunos no tan creyentes como Celeste, que fue a conocer y se encontró “sorprendida por la buena energía y lo predispuesta que están las personas para explicarte sobre este mundo”.

Al subir por las escaleras del centro cultural, en la sala de teatro estaban los talleres. Expertos en la planta acompañaron la tarde con información. Estuvo la Terpenoteca para descubrir el mundo de los aromas y los terpenolas, las moléculas aromáticas producidas en la resina de la planta; la sexóloga y ginecóloga Bárbara García habló sobre "CBD y placer" y Mamá Cultiva Argentina y Mamba Lab dieron su taller sobre la elaboración autogestiva de aceite medicinal.

Valeria Salech, presidenta de Mamá Cultiva Argentina, habló con este medio sobre el festival y la importancia del encuentro: “Venir a ocupar estos espacios es fundamental. Es una celebración porque no nos podemos olvidar que hace tan solo unos años éramos todos delincuentes. Acá nos encontramos como comunidad, pensamos, proyectamos y nos reímos. Nos encontramos en la risa porque no nos olvidamos el duro camino que fue llegar hasta acá y seguimos trabajando en lo que viene, pero en el medio elegimos el disfrute”.

Mientras el escenario principal vibraba con la música de Shopin Sur, Kumbia Queers y la leyenda del reggae argentino, Riddim, los sentidos se agudizaban al recorrer el sector de los containers. Las experiencias cannábicas inmersivas resaltaron los colores, aromas y texturas del arte, la producción y el cultivo de la planta.

Exponiendo las capacidades del desarrollo industrial estaba Ariel Baiocchini, presidente de Le Cabure, empresa argentina dedicada a diseñar y fabricar maquinaria a medida para la industria del cannabis medicinal y el cáñamo industrial. “Somos fabricantes de máquinas para la Post-cosecha del cannabis, todas de fabricación nacional. Nuestra industria se viene desarrollando con varios altibajos, sobre todo por complicaciones en las autorizaciones”, contó Baiocchini a Página/12. “Ahora la situación que tenemos es que desde el Gobierno, como en muchos otros organismos, no renovaron a las autoridades de ARICCAME (la Agencia Regulatoria de la Industria del Cáñamo y del Cannabis Medicinal). Estamos hablando de que hay ya seis empresas que están listas para producir y exportar maquinaria en el país, pero lo único que les falta es la autorización nacional”, explicó.

“El prejuicio con el cannabis ya casi no existe, se conocen sus beneficios medicinales, lo que tenemos son trabas burocráticas del Gobierno. Hay un mercado enorme alrededor de la medicina cannábica que espera emerger y acá en Argentina tenemos la oportunidad de poder producir para exportar un producto nacional”, indicó el productor.

En un jardín escondido al final del recorrido, hicieron despliegue las degustaciones gastronómicas con cáñamo para llevar la fiesta de sabor a las papilas gustativas. Desde tortas y galletitas, hasta gines y cervezas, los emprendedores gastronómicos compartieron sus productos con los invitados.

“Yo considero que la industria del cannabis viene creciendo a pasos agigantados, hay un nicho que está pidiendo productos distintos y acá los tenemos”, dijo Javier Ayala, dueño y desarrollador de Cerveza.420. En medio del patio, mientras ofrecía su cerveza a unos chicos que se acercaban al stand, Ayala sostuvo: “Hoy puedo decir que mi familia vive gracias a la planta y este proyecto que vamos construyendo”.

ARDA también estuvo presente. En una mesa al costado del patio central, la Asociación de Reducción de Daños de Argentina, la agrupación que trabaja hace años en la difusión e implementación de políticas de drogas basadas en la salud, los derechos humanos y la evidencia científica, ofrecía asesoramiento, frutas y bebida para todo aquel que lo necesitara. Uno de sus integrantes, Pablo Ferreyra, habló con Página/12 sobre su participación en el evento: “Vemos que la comunidad cannábica comenzó a incorporar la reducción del daño y los llamados para que participemos de estos eventos aumentaron”. La reducción de daños es el abordaje que busca minimizar los daños asociados al consumo y a las políticas de drogas ineficaces centradas en la prohibición, el encierro y la estigmatización de los usuarios.

Ferreyra agregó: “La marihuana es una droga como otras, la ley de cannabis medicinal fue muy importante pero ahora el mundo cannábico se dió cuenta que hay que poner en agenda también su uso adulto recreativo. A donde apuntamos es a cambiar la Ley de Drogas del país, que es la más reaccionaria de toda Latinoamérica”.

Llegada la noche, la pista central rebalsaba de movimiento. Entre las rastas, el humo y los ojos rojos, la fiesta de la marihuana cerraba el fin de semana. “Estamos contentos y muy agradecidos porque la gente, los feriantes, los artistas y nosotros lo estamos disfrutando. La verdad es que no esperábamos que vinieran tantas personas, la situación está bastante difícil en general, pero superó nuestras expectativas”, dijo el organizador del festival, Ezequiel Díaz.

"Informe por Lucia Bernstein Alfonsín"