Una década pasó desde que Ivo y Javiera se conocieron en un centro cultural, y con algunas copas de por medio, cantaron a los gritos hasta formar Bife. Desde ese día, el dúo no paró de moverse y crecer tocando en vivo, recorriendo territorios, musicalizando películas, sacando discos y representando a muchísimas personas que encontraron en sus canciones un montón de coros, abrazos, besos y miles de formas de bailar y cantar poética y políticamente sobre todo lo que nos atravesó y atraviesa como humanes. Ahora, con un hiato de cuatro años, el dúo volvió como cuarteto, con la presencia de Sato Valiente en el bajo y Pablo González en la batería. 

Con las energías recargadas y recién llegades de Uruguay, en donde fueron recibides con un cariño enorme, Bife ya tiene una pata adentro del estudio para empezar a grabar nuevo disco, y una agenda de shows programados en CABA y el resto del país hasta fin de año. Este viernes, en el Galpón B del barrio de San Cristóbal, se viene el primer show masivo para festejar, más que un regreso, un resurgimiento que promete sobre las tablas canciones inéditas y conocidas junto a la presencia de brujismos, quizás algo de astrología, unas tiradas de Tarot y hasta unas ninfas performers mágicas deambulando en las inmediaciones. 

En diálogo con SOY, luego de un ensayo en el que sonaron los nuevos temas que van a tocar y que, permítanme spoilear un poquito, son una bomba maravillosa tras otra, Ivo Colonna y Javiera Fantin reflexionaron sobre estos 10 años de trayectoria, el contexto político y social actual, el disco que se viene y algunas certezas del futuro de Bife en medio de toda esta incertidumbre.

¿Por qué decidieron volver?

Ivo Colonna: Fue medio orgánico, porque en marzo me invitaron a cantar en una presentación de un libro en Brandon con mi proyecto de tangos y me propusieron que tocara unas canciones de Bife y dije “bueno, invito a Javi”, y en el momento en que las cantamos se vibró algo. Ese día hubo un encuentro, una emoción muy fuerte y después nos empezamos a reunir los viernes. Al día siguiente nos juntamos a comer, apareció una mariposa… No sé cómo explicarte. Hubo señales (risas). Fue como que había algo auspicioso.

"Evejecimos, pero bien, como un vino tinto"

Javiera Fantin: Se terminó lo que hizo que nos separáramos. Se extinguió el malestar que tuvimos en un momento al principio de la pandemia, por la presión de no poder estar laburando, de no poder estar tocando. La paternidad de Ivo surgió en ese momento también, que es algo a lo que se le tiene que dedicar todo.

¿Cómo se siente este regreso?

J.F.: Es realmente un resurgimiento, no tanto una vuelta. Cuando dijimos “Bife ha muerto” no era una estrategia: en un momento se volvió tener que sostener, y ¿por qué sostener? ¿Para repetirnos? Ahora, al haber llegado a un punto cero y empezar de nuevo, le quita un montón de vicios y podemos repensar todo. Dentro de esas cosas está la posibilidad de abrirnos y compartir la creación de los arreglos y el vivo con otros músicos, como que es otro aire. También un modo de composición que me sucede con Ivo, que es una especie de subjetividad colectiva doble, como que escribo de lo que tenemos en común.

I.C.: Ahora es lo mismo, diez años después. En mi caso con una hija, siendo un papá trans, conviviendo con heterosexuales en el jardín de infantes (risas). Hay algo de la convivencia para mí, la vida, la muerte, etcétera, pero también la convivencia, como dice una letra: “No entendemos mucho nada pero la crueldad no nos va”. Este nuevo material te abraza, no sé si quiere romper tanto.

¿Sobre qué les motiva escribir en este contexto particular?

J.F.: En general, creo que la temática es filosófica, aunque también lo era antes. Me cuesta decir las temáticas, porque hay como un juego en que no sea tan claro. Esto siempre fue así, pero ahora lo estamos profundizando, a nivel literatura. Una canción que parece que habla de la muerte pero habla de la certeza del presente, que es algo que no es exactamente lo mismo pero se vincula. Los temas casi nunca hablan de lo que parecen que hablan. Las temáticas tienen que ver con el modo en el que se están ejecutando las ideas.

I.C.: En el segundo disco nos llevó el contexto, no sé si hacia nosotres, sino que ya estábamos ahí. En mi caso yo estaba muy alterado, con la multitud, con todo. Cosas que eran muy orgánicas en el 2015 para mí se volvieron un peso. Es tan orgánico para mí que Bife me haga aprender y crecer y alimente a otres y vuelva, que en el momento en que me empezó a hacer mal dije “yo no quiero más esto”. Y así de orgánico fue que cuando Javi vino a cantar conmigo la miré y le dije “che, te re amo, hagamos música de nuevo”.

 

Nuevo disco: la cocina de BIFE 

El grupo planea ingresar en octubre al estudio para grabar su nuevo disco, que vería la luz de las plataformas en marzo del próximo año. Doce canciones a estrenar en formato banda de cuatro integrantes, de las cuales once surgieron con la energía de este regreso más una que sobrevivió al 2020 y no fue grabada aún. Todavía sin nombre, Bife adelanta que no será un disco folclórico, ni de rock, tango, cumbia o pop, sino que se encuentra en la deriva del estilo, fluyendo siempre con el propio transcurrir.

¿Cómo se perfila el nuevo disco?

I.C.: Yo lo siento más receptivo, lo siento bastante abrazo, como que tiene otro mood. Y bueno, en relación a las edades que tenemos ahora. Creo que envejecimos, pero bien, como un vino tinto (risas).

J.F.: Estamos más firmes en construir donde no conocemos, como oposición a reproducir lo que pensamos que hay que decir. Volvimos a la sensación del primer disco, de no saber del todo lo que estamos diciendo. Desde el inicio del proyecto hasta que cortamos nos fue comiendo un poco el representar al público, en nuestro caso, en distintas nomenclaturas que se convirtieron en cosas palpables, lo cual es maravilloso y es lo que queríamos hacer con lo que hacíamos, pero ahora hay algo del goce y el misterio que te da crear sin saber, construir sin saber.

¿Cuánto pesa el contexto actual en el regreso de Bife?

I.C.: Poder habitar una contradicción, habitar una incomodidad, la no certeza. ¿Soy más libre? No, me cambié el nombre y no soy más libre. Hacelo si querés y fíjate cómo te va a vos. Yo siento que está el paso del tiempo en estas canciones, está angustiado este disco, pero lo está tratando de decir. Somos grandes ahora, para mí hay algo de eso, de decir la palabra “vecino”, que me hubiese horrorizado hace 10 años. Antes éramos los vecinos poliamorosos (risas), bueno, y ¿ahora que sos el vecino? ¿Ahora que sos el trans que sí llegó a los 40? ¿Qué pasa, qué tenés para decir? Creo que hay algo interesante para encontrarse en la pregunta. A mí me conmueve, me angustia y me conmueve.

J.F.: Si bien hay gente que sí quiere una bandera o una representación, hay un montón de gente que va a encontrar, en todo caso una sugerencia, algo que no es tan fácil de nombrar. Mi mente no va para el lado de lo que es muy fácil de nombrar. Hay que poder acceder a un pensamiento más profundo, no es ir atrás de una bandera. La reconstrucción del tejido social tiene que ser más profunda que un slogan. Tenemos que buscar cada quien con lo que sepa hacer, pegarle media vuelta de tuerca para aportar en alguna dirección, porque si no, nos vamos a pique. Y yo sé hacer canciones, pero no tengo la respuesta. Ofrecer la oportunidad de que nos encontremos en la pregunta.

 

Viernes 20 de septiembre a las 21 en Galpón B, Cochabamba 2536.