El seleccionado de natación de Estados Unidos logró apenas mantener su hegemonía mundial en los Juegos Olímpicos de París. Con 28 medallas en total, pero solamente ocho de oro, pudo vencer en el medallero a Australia recién en la última prueba del evento, la posta cuatro estilos de mujeres. Quizás, aprovechando algo de pánico escénico de las australianas y una notable actuación de su veterana pechista Lily King.

Desde Seúl 1988, en que fuera derrotado por el equipo de la ex República Democrática Alemana (DDR), que el plantel de Estados Unidos no pierde en unos Juegos. Sin embargo, en París 2024 es la primera vez en 40 años en que los americanos no consiguen 30 o más medallas, y que tampoco llegan a los dos dígitos en las de oro.

También, y lo más preocupante en un deporte de tiempo y marca, en el que además de ganar importan y mucho los indicadores, fue que más del 60% de los nadadores norteamericanos empeoraron sus puntuaciones de clasificación para los Juegos, hechas menos de un mes antes. Lo que reveló una puesta a punto deficitaria, y alertó de la necesidad de cambios urgentes en la conducción. Es que a pesar de contar con varias estrellas consagradas en el equipo como Katie Ledecky, Lily King, Ryan Murphy y Caeleb Dressel, las cosas no marcharon en París como se esperaba.

Una vez hecha la evaluación por parte del Comité Técnico de la Federación, conformado por los más prestigiosos técnicos, se despidió al CEO de USA Swimming, Tim Hinchey, y a la directora técnica Lindsay Mintenko. Una paradoja del primer mundo deportivo: son despedidos los responsables de un éxito desteñido, quizá algo incomprensible en estas latitudes. 

Pero sería injusto y también totalmente imposible, comparar a la poderosa natación norteamericana con la nuestra. Es que hay 200 veces más nadadores activos, miles de piletas, cientos de clubes y universidades participando, contra una disciplina que en Argentina tiene hoy menos nadadores que hace 50 años. Con entrenadores mal pagos y a menudo sin la debida actualización; con dirigentes, en el mejor de los casos, sin visión adecuada del deporte moderno; y con un público que no se inmuta porque en general no tiene o perdió su cultura deportiva, y no está enterado de los deportes amateurs.

Finalmente, con los clubes, base casi única de nuestros deportes, que ante el desvarío de las autoridades nacionales se deben defender como pueden de una posible enajenación forzosa disfrazada de dudoso gerenciamiento o ingreso de capitales. Sin embargo, hay algo en lo que sí podríamos mejorar muy rápidamente, y es en detectar cuando las cosas se hacen mal y tratar de corregirlas. Vimos que los norteamericanos lo hicieron a pesar de ganar. Ni en la natación ni en nada de lo cotidiano será posible hacer cambio alguno, si se vive ignorante de lo que ocurre o feliz y acostumbrado a la decadencia o a la impunidad. 

* Ex Director Nacional de Deportes.