Los precios de los agroalimentos se multiplicaron por 3,2 veces entre que salieron del campo y llegaron a la góndola durante el mes de agosto. Es decir, que el consumidor pagó 3,2 pesos por cada peso que recibió el productor, según el Indicador de Precios en Origen y Destino (IPOD) de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).
En promedio, la participación del productor explicó el 30,9 por ciento de los precios de venta final, un 13,4 menos con respecto al mes anterior. La mayor participación la tuvieron los productores de pollo (52 por ciento), mientras que la menor fue nuevamente para los de limón (6,5).
Por la disminución del poder adquisitivo y la falta de convalidación de precios por parte del consumidor, se observó una caída de demanda de alrededor del 35 por ciento.
Al ser, por lo general, productos perecederos, la situación forzó a distintos eslabones de la cadena de valor (mayoristas y minoristas) a resignar parte de la renta. Por otra parte, tras las fuertes heladas que habían mermado la oferta, este mes se incrementaron los niveles de producción y, como consecuencia, se observó una disminución en los precios de varios productos de la canasta IPOD, lo que explica el descenso en la participación del productor.
El limón (15,4 veces), la mandarina (10,5), la pera (6,8), la lechuga (5,9) y la manzana roja (5,8), fueron los cinco productos que presentaron mayor diferencia entre los precios de origen y destino.
El limón aumentó 1 por ciento en origen y 17,4 en destino, atravesando una situación crítica desde hace tiempo. Ante la falta de ventas, algunos productores decidieron no cosechar, porque el precio que pagan las industrias no llega a cubrir los costos de producción.
Los precios de la mandarina, por su parte, también se incrementaron en ambos extremos de la cadena: 1,4 por ciento al productor y 14,8 al consumidor. El consumo ha caído significativamente y hay un exceso de oferta, dado que ha sido una muy buena campaña en términos de calidad y volumen.
Las industrias no pueden procesar toda la fruta, por lo que se estropea y se descarta, y los precios tampoco llegan a cubrir los costos de producción y de los galpones de empaque.