Atravesamos una etapa en la que resulta tendencia el debate acerca de los alcances de las pantallas, las nuevas formas de comunicación y el desarrollo de la inteligencia artificial en los más diversos campos de la vida. Debate que, en virtud de estas nuevas aristas que el avance tecnológico ofrece, evidencia el desconcierto sobre las implicancias que traería aparejada la robotización en los diferentes ámbitos del mundo social. Ante a este panorama, el arte en sus diferentes expresiones se presenta como una guarida.

Frente a un horizonte de creciente deshumanización de la vida, en términos más específicos, frente a la emergencia de lo que ha sido conceptualizado como una humanidad post-orgánica el arte como forma de comunicación parece ocupar el lugar de reserva de sentido, de expresión, de deseo y de asombro frente al mundo.

La consideración de la obra de arte como mercancía fue objeto de estudio y análisis por parte de la tradición crítica a lo largo del siglo XX. No obstante, el desarrollo de un mercado del arte tuvo creciente impulso y la fase globalizadora del capitalismo multiplicó sus posibilidades de expansión. Así, en un contexto de profunda crisis económica que sumerge a gran parte de la población en una pendiente que parece no tener fondo, con jornadas de fuertes lluvias y a la vera del Rio de la Plata, despidiendo un invierno desolador para muchos, Buenos Aires ha sido protagonista de la edición 2024 de Arteba, una de las ferias de arte contemporáneo más importantes de América Latina. Ajena al gris con el que la sudestada bañaba la ciudad portuaria, el interior de la feria imponía un clima de color, luz y creación. Un micro clima en el que se observaron menos instalaciones y pantallas que en muestras sobre arte contemporáneo reciente y, en efecto, también menos que en ediciones previas de la misma feria. Un panorama que sugiere, en términos generales, cierta necesidad de desconectar de las pantallas y de versiones un arte transmedia para volcarse a diversas formas de las artes plásticas menos inundadas de tecnología. Pintura, dibujo, escultura y collage fueron protagonistas privilegiados de la edición. Formas de expresión que aspiran a conservar el aura de la obra para ofrecer al mercado del arte obras únicas, aunque sabemos ya que el capitalismo industrial apuntó a que la reproducción técnica pueda ofrecer copias del mismo para un mercado masivo.

Sin embargo, lo que ello implica como fenómeno dista -en mucho- de aquel otro que surge en la actual fase del capitalismo centrado en la vigilancia. En cuyo seno Shoshana Zuboff identificó la emergencia de un “mercado de futuros conductuales”, en cual es posible comprar y vender predicciones en relación con el comportamiento humano y al cual queda sujeta la producción de bienes y servicios.

De esta lógica intenta escapar la creación única del artista enfrentado el desafío de sostener la potencia de la creación humana frente, entre otros signos del avance tecnológico, al de la inteligencia artificial. Una potencia que apunta a sostener el ideal de la contingencia y la belleza de la creación humana ante la robotización de la vida. Recordar que la tragedia, aquel género que junto con la democracia conocemos desde la Grecia clásica, fue definida por Nietzche como el enfrentamiento irresoluble, la tensión permanente entre el principio de lo Apolíneo y lo Dionisíaco, puede abrir el prisma y permitir observar que los conflictos propios de sociedades atravesadas por la inequidad no se subsanan tan solo en el momento en el que cada individuo vale un voto como ha pregonado la democracia liberal, sino en aquel otro momento en el que el cada sujeto es libre para crear, más allá de ser “libre” para vender su fuerza de trabajo.

Este dilema que la filosofía política en sus orígenes no colocó en el centro de la reflexión -seguramente por la propia naturaleza esclavista del medio en el que nació- pervive hoy en los usos y abusos de una contradictoria noción de libertad sobre la que resulta un necesario desafío volver para pensar la cultura, la comunicación y la política.

* Investigadora UBA-UNTREF