Recordar, celebrar, promover, mostrar y estrenar. Entre el miércoles y el sábado, la segunda edición del Festival de Bandoneón Osvaldo Ruggiero, organizado por la Asociación Civil Fábrica Argentina de Tango, articulará una variada serie de eventos que se extenderá en distintos espacios, físicos y virtuales. Bajo la insignia del gran bandoneonista, entre otras cosas pilar de la orquesta de Osvaldo Pugliese durante tres décadas, habrá clases, presentaciones de libros, conciertos. Una grilla nutrida de actividades, que culminará el sábado a las 21 en el Club Atlético Fernández Fierro (Sánchez de Bustamante 772) con la presentación de Piazzolla para orquesta típica, el nuevo disco de Daniel Ruggiero, uno de los hijos bandoneonistas de Osvaldo. “Esa misma noche de cierre también tendremos a Pablo Jaurena, que presentará su disco solista Retrato del aire, que fue nominado a los Grammy”, destaca Daniel Ruggiero en diálogo con Página/12.

El miércoles, el festival comenzará en el Canal de Youtube de Fábrica Argentina de Tango. Desde distintas partes del mundo se podrá acceder a obras y arreglos originales para bandoneón y a una serie de tutoriales dedicados al instrumento, con la participación de Omar Massa, Claudio Constantini, Martín Sued y Bruno Ludueña, entre otros destacados bandoneonistas. 

El jueves a las 21, en La Tierra Invisible (Del Barco Centenera 1099) el músico y escritor Gabriel Merlino presentará su libro Una arqueología del bandoneón, y enseguida compartirá escenario con el bandoneonista Julio Coviello. El viernes a las 19, en la Academia Nacional del Tango (Avenida de Mayo 833), se llevará a cabo un homenaje al mítico Julio Pane, con una semblanza a cargo de Gabriel Soria y la participación musical de Yoyo Pane y Mario Cigna. El cierre de la velada estará a cargo de Tangology, con Adrián Ruggiero, el otro hijo bandoneonista de Osvaldo, y Juan Corrao.

“Es importante llegar a la segunda edición del festival Osvaldo Ruggiero y poder dar un panorama de lo que está sucediendo en torno a nuestro instrumento”, dice Daniel Ruggiero. “Además, hacerlo en un festival que recuerda a mi viejo es muy significativo, porque en general se lo evoca como a los personajes míticos, de manera tácita, casi sin nombrarlo”, continua el bandoneonista y director. 

“Hay mucha gente que admira el sonido de Pugliese, pero no sabe quiénes tocan ahí, porque no circula mucha información respecto a eso. Los realmente entendidos lo admiran como lo que fue, el creador de un estilo”, agrega Daniel, que en el cierre del festival presentará su trabajo sobre el Piazzolla joven, el de las orquestas típicas.

Arreglos de clásicos como “Tierra querida”, de Julio De Caro, y “El recodo”, de Alejandro Junnissi, dialogan con temas del propio Piazzolla. “Marón y azul”, “Prepárense”, “Lo que vendrá”, “Villeguita” “Contrabajeando” –compuesto en colaboración con Troilo– y los menos transitados “Juan Sebastián Arolas” y “A Juan Manuel Fangio”, entre otros. Acá se ve un Piazzolla que todavía no era Piazzolla, pero contenía el Piazzolla que será Piazzolla”, bromea Ruggiero. 

El bandoneonista cuenta que comenzó a trabajar sobre esa música a partir de un encargo, en el marco de las celebraciones por los 100 años de Astor Piazzolla. “Tenía un material desperdigado, que fui juntando y armando como en una trabajo de arqueología. Tuve que buscar de distintas fuentes, orejear de los discos, rearmar partituras y tomar una serie de decisiones”, recuerda Ruggiero.

¿Qué había de irreverencia hacia el orden constituido del tango en el Piazzolla joven, el arreglador de orquestas típicas, incluso la propia “del ‘46”? La pregunta, como todo en Piazzolla, acepta varias respuestas. “A medida que trabajaba y veía las costuras de ese sonido, me daba cuenta que tenía entre manos la música de un tipo genial, un germen lanzado hacia el futuro, pero que no dejaba de hacer bailar. Incluso me imaginaba a los músicos tocando la variación de ‘Tierra querida’, vertiginosa y llena de notas, en un baile de carnaval”, asegura Ruggiero. 

“En ‘Lo que vendrá’, por ejemplo, se muestra un avance armónico, melódico y arquitectónico, inédito en su época. También lo que hizo para Troilo era rupturista. ¿Desde cuándo un contrabajo llevaba la melodía de un tema?”, dice el bandoneonista en referencia a “Contrabajeando”. “Ya se veía venir al Piazzolla que más tarde rompió todo. Microscópicamente, pero está. Borges decía que en Fervor de Buenos Aires se cifraba toda su obra. Bueno, acá pasa lo mismo con Piazzolla”, continua el músico

Además de los temas del disco, Ruggiero presentará en la noche del CAFF “Delirio”, obra que Piazzolla arregló para la orquesta de Francini-Pontier. "No lo grabé en el disco porque no lo tenía a mano”, confiesa Ruggiero y relata la historia. “Un día Manolo Juárez, uno de mis maestros, me dio una copia del arreglo. La estudié, la guardé y medio que se traspapeló, hasta que hace poco hice unos arreglos en casa y moviendo unos archivos apareció. Enseguida lo transcribí, lo pasé un limpio, y lo incorporé en el repertorio”. “Es un tema hermoso, en un arreglo muy interesante, porque fue pensado para (Enrique Mario) Francini, hay una marcada idea de orquesta con violín solista. Lo fascinante es cómo Piazzolla escribe para Francini-Pontier pensando en ese estilo, como escribía para Troilo en el estilo de Troilo. Pero sin dejar de meter sus cosas, de dejar las marcas que madurarán en sus rupturas”, asegura Ruggiero.

“Es notable constatar también que para su orquesta típica Piazzolla no escribió muchos solos de bandoneón. Hay más solos de violín, para su amigo Hugo Baralis”, dice Ruggiero y concluye. “En todos los casos son arreglos maravillosamente escritos. De hecho los puede toca YoYo Ma, pero además dejan un margen para el imprevisto, para tocarlos siempre distinto, según lo mejor de la tradición oral que está en el centro de la música de Piazzolla. Porque el tipo escribía como Bela Bartok, tocaba como Troilo y soleaba como Charlie Parker”.