Eins, zwei, drei… Este jueves 19 comienza la 24° edición del Festival de Cine Alemán, que desplegará su programación durante una semana, hasta el miércoles siguiente inclusive, en el tradicional espacio de Cinépolis Recoleta. A punto de cumplir un cuarto de siglo de vida, el encuentro anual con la producción cinematográfica germana vuelve a ofrecer sus armas más potentes: una selección diversa de largometrajes recientes, un puñado de clásicos en copias restauradas y el usual pelotón de cortometrajes dirigidos por cineastas emergentes. 

Como es la costumbre, el listado de títulos conjuga los placeres de los relatos populares con las ambiciones del cine autoral, aunque este año la balanza se inclina felizmente un poco más hacia este último grupo de films. Por caso, la película de apertura parece comenzar como una típica historia de “vecindario”, en la cual un grupo de habitantes de un edificio tradicionalmente berlinés –con su patio interior observando las ventanas de los diversos departamentos– discute desavenencias con la nueva administración, que a su vez funciona como inmobiliaria. Pero luego de que estalle una situación impredecible La caja de cristal, dirigida por la cineasta turco-alemana Asli Özge, se transforma en una reflexión sobre varios males sociales de la Europa contemporánea.

“De una u otra manera, el cine siempre refleja las preocupaciones de las sociedades, y este año hay varias películas que tocan temas de actualidad”, afirma Gustav Wilhelmi, fundador y director del festival, además de responsable en nuestro país de German Films, el organismo oficial encargado de difundir el cine alemán en todo el mundo. “Hoy en día, en Alemania hay mucha preocupación por el surgimiento de la derecha, los movimientos nacionalistas y los partidos autoritarios. En La caja de cristal la realizadora reduce esta situación a un conjunto habitacional en el cual el administrador instala en el patio un contenedor que hace las veces de oficina. Lo que ocurre luego, la aparición de un sistema autoritario, puede extrapolarse a una escala mayor”. 

Precisamente, el encierro al cual son sometidos los habitantes del lugar, que recuerda desde luego a los aislamientos pandémicos, tiene un origen puntual que se va revelando espurio, y a los usuales roces entre dueños e inquilinos se les suma la creciente preocupación por la inseguridad, potenciada por sospechas no exentas de rasgos xenófobos. En otras palabras, La caja de cristal funciona como un microcosmos de la sociedad en su conjunto, en un momento particularmente complejo en términos de tensiones y discursos extremos.

Otro de los títulos de la programación que toca el tema de la inmigración y, muy puntualmente, el del terrorismo islámico, es Martin lee el Corán, del realizador debutante Jurijs Saule. En este relato concentrado en apenas dos personajes, a través de un estilo de puesta en escena idiosincrático, la visita a un profesor universitario especializado en estudios islámicos por parte de un hombre de origen iraní radicado en Alemania dispara una extensa conversación sobre el verdadero significado de los versículos del Corán. ¿Acaso Dios requiere de sus fieles el uso de la violencia para condenar a sus enemigos, o esa lectura es apenas una de las posibles y no precisamente la más acertada? Wilhelmi destaca la inclusión de este film en la programación del festival: “Este diálogo entre un profesor de teología musulmana y un hombre que está a punto de cometer un atentado refleja una discusión muy latente en la Alemania contemporánea”.

El responsable máximo del festival pone de relieve que este año German Films cumple setenta años de actividad, y que la idea original era festejar el número redondo con una película por cada decenio. “Por una cuestión de costos, cada vez más elevados, eso no fue posible, pero decidimos incluir en la programación tres clásicos de diversos períodos en copias restauradas”. El primero de ellos es uno de los títulos más celebrados en la filmografía de Wim Wenders, Las alas del deseo, que será exhibido, como otros en el programa, gracias a la colaboración del Goethe-Institut Buenos Aires. Si bien se trata de un largometraje más reciente, tiene un estatus similar en la carrera de su autor, el austríaco Michael Haneke, La cinta blanca, que reflexiona sobre la incubación del huevo de la serpiente: en un pueblo del norte alemán, justo antes de la Primera Guerra Mundial, una serie de acontecimientos señala las primeras manifestaciones de horrores mayores por venir.

La cinta blanca.

El tercer largometraje clásico y, ciertamente, de alcurnia, no es otro que la ópera prima de Alexander Kluge, Una muchacha sin historia, protagonizada por la hermana del realizador, Alexandra Kluge. Ella es Anita G., una joven que cruza la frontera que separa el este del oeste alemán en busca de un futuro mejor, transformada en una auténtica angry young woman en lucha contra una sociedad que no parece dispuesta a aceptarla sin pedirle concesiones. Ganador del León de Plata en el Festival de Venecia de 1966, el debut de Kluge, tal vez el más radical de los realizadores del Nuevo Cine Alemán de los años 60, es para Wilhelmi “una oportunidad para descubrir o redescubrir los inicios de este gran cineasta en la pantalla grande”.

El cine de género dice presente con Sin códigos, la creación más reciente de Thomas Arslan, pero lo hace con una fuerte marca autoral. Lejos de los mecanismos bombásticos de Hollywood, el film del director de Dealer y En las sombras, de la cual Sin códigos es una suerte de secuela, parece beber de las aguas del mejor Jean-Pierre Melville y otros policiales duros del pasado. Relato seco, en el cual la fuerza policial brilla por su ausencia, la película encuentra a Trojan, ladrón profesional poco afecto a los histrionismos, preparando un golpe junto a un grupo de colaboradores, el robo de una valiosa obra de arte del depósito de un museo. Desde luego, las cosas se complican, aunque no precisamente durante el operativo, sino más tarde, cuando el protagonista y el resto del equipo es puesto en la mira de los compradores ilegales y la del propio museo que acaba de sufrir la pérdida. 

Reservado y ascético como el samurái de Alain Delon, Misel Maticevic está perfecto como Trojan, y el film es una precisa y estimulante descripción de traiciones, fidelidades y mecanismos de autodefensa en el submundo criminal. El Festival de Cine Alemán propone dos únicas proyecciones de Sin códigos, pero la película tiene lanzamiento comercial anunciado para el mes de octubre.

Stella, una vida.

Otro título que ya tiene estreno asegurado en la Argentina (la fecha tentativa es el próximo jueves 26 de septiembre) es Stella, una vida, biopic de Kilian Riedhof centrada en la vida de Stella Goldschlag, una joven judía alemana que, además de soñar con ser una famosa cantante de jazz en la Berlín de los años del nazismo, trabajó como informante de la Gestapo luego de ser descubierto su origen, delatando y entregando a otros ciudadanos judíos como una forma de salvar su propia vida. La responsable de encarnar a la protagonista es Paula Beer, una de las grandes figuras del cine germano contemporáneo a quien el público local reconocerá por su participación en los films del gran Christian Petzold Undine, En tránsito y la reciente Cielo rojo.

Como ha ocurrido en ediciones previas, Buenos Aires recibirá la visita de uno de los nombres detrás de los films. En esta ocasión será la realizadora Eva Trobisch, nacida en la República Democrática Alemana en 1983, quien estará presentando su más reciente largometraje en las salas del festival. Ivo es el nombre de la película y también el de la protagonista, una mujer de unos cuarenta años, madre de una hija que está a punto de dejar el nido y especialista en ofrecer cuidados paliativos a domicilio. Sus pacientes son hombres y mujeres que padecen enfermedades terminales y su rutina cotidiana incluye la dosificación de analgésicos y otras drogas, amén de algo de contención no tanto psicológica como humana. El guion de la propia Trobisch utiliza como punto de quiebre narrativo la relación de amistad que Ivo comienza a desarrollar con una enferma y, al mismo tiempo, la amorosa que despunta junto a su marido e inexorable viudo. Presentado a comienzos de este año en el Festival de Berlín, se trata de un sensible estudio de personaje apoyado en una compleja interpretación de la actriz Minna Wündrich en el rol titular.

Otro de los títulos de impacto del encuentro será sin duda el documental Anselm, el largometraje más reciente de Wim Wenders luego de la excelente Días perfectos. Como había hecho hace más de una década en Pina, el gran autor alemán vuelve a utilizar la tecnología 3D para crear un retrato atípico de un artista plástico ídem. Anselm Kiefer, discípulo de Joseph Beuys cuya obra incluye pinturas de gran tamaño, esculturas e instalaciones, comenzó su polémico derrotero creativo hacia finales de los años 60 y comienzos de los 70, cuando temas delicados e incluso tabú, como la utilización de motivos del nacionalsocialismo, formaron parte de su obra en forma y fondo. Desde el presente, en un ingente predio que incluye hangares que hacen las veces de gigantescos atelieres, Kiefer continúa creando mientras reflexiona sobre la influencia de Heidegger y otros pensadores del siglo XX, al tiempo que el director de Paris, Texas registra al hombre y a su creación artística con un nivel de preciosismo por momentos deslumbrante.

La programación de largometrajes se completa con Góndola, de Veit Helmer, y una nueva adaptación de la novela de Erich Kästner El aula voladora, film de la realizadora sueca Carolina Hellsgård que está destinado a toda la familia, otra sección clásica del Festival de Cine Alemán. Este año, además de la selección Next Generation Short Tiger, que agrupa un puñado de cortos de jóvenes talentos que ya fueron presentados con éxito en diversos festivales, seis de los largos serán precedidos por una película de formato breve, “una manera de recuperar esa vieja costumbre de incluir un corto antes de la película principal, como una suerte de aperitivo. Algo que era común en el pasado y que nos pareció buena idea recuperar”, concluye Gustav Wilhelmi, horas antes de que se escuche el silbato de partida del festival.

* 24° Festival de Cine Alemán, del 19 al 25 de septiembre en Cinépolis Recoleta. Programación completa, días y horarios en el sitio web oficial