Una es estadounidense, petrolera, y llegó a ser la primera del mundo. Exxon Mobil, que comparte sus activos en el país con Qatar Petroleum (dueña del 30 por ciento), ya había dado un enorme paso de desarraigo en 2011 al desprenderse de los activos de refinación y comercialización de combustibles y la red de estaciones de servicio que esa empresa controlaba hasta entonces en nuestro país, Uruguay y Paraguay, bajo la marca Esso. Desde ese momento, el gigante norteamericano se concentró en el upstream, la extracción y venta de gas y petróleo, del cual ahora decidió dar el paso de salida. Exxon Mobil, con acuerdo de su socia qatarí, concretó la venta de sus activos en Vaca Muerta al consorcio que conforman las petroleras de Miguel Galuccio y Eduardo Eurnekian: Vista y CGC.

La otra es canadiense, y es una de las empresas líderes en el mundo en comercialización de fertilizantes, nutrientes y semillas para la producción agrícola. Se trata de Nutrien Ag, que en Argentina cuenta con dos plantas fabricantes de químicos vitales para la producción rural en gran escala (una en Baradero, la otra en Rosario) y que además, hasta ahora, compartía en partes iguales con YPF la titularidad del paquete accionario de Profértil, principal productora nacional de urea granulada. Ese 50 por ciento de la empresa en poder de la canadiense cambiará de manos a favor de la firma Pampa Energía, controlada por las familias Mindlin y Sielecki, por un acuerdo de venta concretado en las últimas horas por una cifra de 400 millones de dólares. 

Lo significativo es que justamente cuando el gobierno de Javier Milei más alienta la inversión extranjera, inclusive con un régimen de incentivos a las grandes inversiones que excede, en muchos sentidos, los beneficios que tradicionalmente otorgan los países para atraer capitales, otras dos empresas de primera línea se sumen, en menos de diez meses, a una larga lista de empresas líderes que deciden bajar su nivel de exposición en Argentina, reduciendo sus inversiones.

En el caso de Exxon Mobil, se conoce que su plan global de negocios plantea concentrar la actividad en la exploración del área que tiene adjudicada en aguas frentre a las costas de Guyana, Whiptail, que le demandarán una inversión de 12.700 millones de dólares. Pero que promete entregar una producción de 250 mil a 270 mil barriles diarios a partir del año 2027. 

Además, tiene en marcha proyectos de inversión en territorios de Colombia y México. Curiosa paradoja que golpea la lógica de Javier Milei: una de las empresas insignia del capitalismo global decide abandonar el país que gobierna el ultracapitalista (que se ve a sí mismo como el mayor y más atractivo representante de la libertad de mercado). Y a la vez, decide apostar sus inversiones en los países manejados por los gobiernos más izquierdistas de la región, encabezados por Gustavo Petro y Andrés López Obrador (y muy pronto por Claudia Sheinbaum). 

Una vez más, aunque la derecha vernácula no lo vea, la lección que da el gran capital es que elige asentar sus inversiones en países en los que el desarrollo local abre posibilidades de crecimiento y por lo tanto de negocios, y no en aquellos otros que regalan todo pero al costo de la destrucción de la economía local. Distinto es el comportamiento del capital financiero, pero eso sólo confunde a los análisis superficiales.

Según la información que trascendió de fuentes del sector, Exxon Mobil habría obtenido un resultado por la venta de sus activos en Vaca Muerta superior al objetivo de 1000 millones de dólares que se había planteado pocos meses atrás. La puja por acceder a los mismos, que arrancó con por lo menos ocho oferentes, se cerró en una pulseada entre Pan American Energy (Bridas y British Petroleum) y el tándem Vista-CGC. La oferta de la primera habría llegado a 1100 millones, mientras que la de Galuccio y Eurnekian alcanzó a 1250 millones, convirtiéndola en ganadora. 

Se desconoce la forma de pago, si se hará con fondos de las empresas compradoras en el país o con activos que tienen en el exterior. Lo que sí se sabe es el destino: Exxon Mobil los utilizará para reinvertirlo en otros países, lo cual su desinversión podría suponer también una salida de dólares, en términos del balance cambiario del país. 

En el caso de Nutrien, su desprendimiento del 50 por ciento del capital de Profertil se habría acordado, según trascendidos, a cambio de un pago en efectivo y otro en productos, para totalizar los 400 millones de dólares que, se estima, costará la transacción. 

Pampa Energía cubriría parte del pago de la compra con fondos que tiene en el exterior, pero el resto se efectivizaría internamente. La urea que produce Profertil es un insumo de la producción de otros fertilizantes que elabora Nutrien en sus plantas fabriles, pero también es un artículo que forma parte de su canasta de comercialización en zonas agrícolas, por lo cual hay una relación comercial que seguirá existiendo entre la firma canadiense y su ex empresa. Aunque con un menor nivel de exposición de Nutrien a los vaivenes de la economía argentina.