Un lugar común de la criminología y sus supersticiones –o más bien un legado de la literatura policial– señala que el asesino siempre regresa al escenario del crimen. Pasa también con algunos músicos, salvando las distancias. En marzo pasado, Daniel Maza, Hernán Jacinto y Pipi Piazzolla tocaron en Bebop Club. Con el registro de esa actuación, el sello Los Años Luz sacó un disco, que el trío presentará el jueves 19 –en doble función, a las 20 y 22.30– en el mismo lugar de los hechos, el reducto jazzero de Uriarte 1658. Lejos de cualquier sospecha, Vivo en Bebop, así se llama el disco, tiene que ver sencillamente con volver para afirmar una idea propia del arte del trío a “un lugar con onda”, como afirman Maza, Jacinto y Piazzolla al comenzar la charla con Página/12.
“Con este trío nos divertimos a partir de la complicidad. Cada vez que tocamos, el mismo tema suena distinto, porque hay una alta capacidad de improvisación de Hernán, de Pipi. Por eso tocar con este trío es divino”, asegura Maza. “A mí me pasa que como son músicos que admiro y conozco mucho, todo resulta muy natural”, interviene Piazzolla. “Con Maza toco desde que era chico, de la época del Daniel Maza Trío, y también tuve la suerte de ser parte del Hernán Jacinto Trío y grabar varios discos con él. Después de eso nos cruzamos infinidad de veces y siempre fue una fiesta tocar juntos”, continua el baterista. “Lo que me pasa con este trío tiene que ver con el confort. Me siento muy cómodo en todo momento, y eso me genera una fuente inagotable de ideas armónicas, rítmicas y tímbricas, que generalmente no me suelen ocurrir tan fácilmente con otros músicos”, agrega Jacinto.
Piano, bajo y batería. Un trío clásico con los aditivos necesarios –teclados, voz y algún que otro pedal de efectoؘ– para abrir el espectro sonoro. Tres de los músicos más interesantes de la escena actual reunidos en torno a un repertorio que en su variedad presenta un saludable y bien tratado desequilibrio hacia la música uruguaya. “Dedos” y “Blumana”, de Rubén Rada; “Santanita”, de Rada en colaboración con Hugo Fattoruso; “Esa tristeza” y “Nombre de bienes”, de Eduardo Mateo, son piezas de delicada manufactura cancionera, que amplían sus encantos en una máquina jazzera, creativa, eficiente y desprejuiciada, que tiene en la voz de Maza un inmejorable catalizado expresivo. Entre estos temas, “Eclipse”, de Margarita Lecuona, y “Cuenta conmigo”, de Chico Novarro –dos boleros de alto calibre sentimental– dialogan con los instrumentales “A la final, chorizo”, de Eduardo Pinto y una versión soberbia de “Footprints”, de Wayne Shorter –introducida por un solo prodigioso de Maza–, que funcionan como manifiestos jazzeros.
“Este repertorio surgió de manera espontánea. Como tampoco pensamos mucho en el estilo, se fue armando en cada toque, porque a los tres casi que nos gusta lo mismo. Se puede suponer que venimos de lugares diferentes, que yo vengo de la cosa más candombera y el jazz latino, que Hernán es más jazzero y Pipi con Escalandrum toca algunas cosas medio tangueras. Pero al final nos encontramos en el gusto común”, asegura Maza. “Cuando me invitaron para hacer el trío, me atrajo mucho el repertorio, porque es música que me gusta mucho. Las melodías, las letras, los grooves y las historias que hay detrás de cada tema representan un mundo muy original, que nosotros nos animamos a llevar a nuestro terreno”, agrega Piazzolla. “Personalmente, este repertorio me permite abordar algunas estéticas que en otro lado no hubiese podido indagar. Surfear en esta base, con estos compañeros, es un privilegio único, digno de aprovechar”, interviene Jacinto.
Más allá del repertorio como punto de encuentro y del talento individual, probado en trayectorias ejemplares, la salud artística del trío tiene que ver con el modo en que se vive el encuentro, arriba y abajo del escenario. “El trío son tres tipos que van sumando data en forma paralela. Sí o sí tenés que estar muy atento, aportar, recibir la música que viene de tus compañeros, para con eso poder hacer algo”, define Piazzolla. “Es que el trío tiene la libertad de la complicidad, de mirarse con los compañeros, de saber que uno tira alguna idea y de repente otro la capta y la emboca, ¡eso es sublime!”, aporta Maza. “Cada uno aporta lo que tiene. A mí me gusta la rítmica, a ellos también. Hernán es un tipo que tiene una cabeza tremenda, que sabe mucho de armonía y el Pipi tiene esa cosa rápida, que de repente mete un corte que te sorprende porque era justo lo que venías buscando. No me canso de repetir que este trío es muy divertido. Es tocar, ver y escuchar”, agrega el bajista y cantor.
Desde los primeros dúos entre Jacinto y Maza hasta este presente de trío con la llegada de Piazzolla, la dinámica del encuentro se fue poniendo a punto hasta converger en un disco notable, que seguramente está entre las buenas noticias de este tiempo. “Siento que hubo una gran evolución entre show y show. Fuimos encontrando puntos de encuentro para saltar desde ahí a otro lado. Encontramos variedad de matices y maneras de expresión muy lindas. Hay mucho detalle, intimidad y también mucha fuerza”, destaca Jacinto. “Esta esta juntada, que se dio de una manera muy natural, es una sorpresa para el ambiente musical y eso tiene que ver con que la química y la onda que hay entre nosotros se traduce en muchísimas ganas de tocar. Estoy muy orgulloso de este disco que vamos a presentar”, interviene Piazzolla. “A este disco lo grabamos tocando, casi sin darnos cuenta que lo estábamos grabando y es producto de esas ganas de tocar juntos. Por eso cuando estoy juntando las cosas para ir a tocar a la noche con el trío, salgo de casa tan contento”, remata Maza.