Desde Brasilia

Lula da Silva rompió el silencio. Habló sobre los incendios que convirtieron a Brasil en un infierno a cielo abierto y aseguró que la mayoría de ellos fue intencional. Y no se quedó en eso: planteó que millones de hectáreas fueron incineradas probablemente por razones estrictamente políticas. Un supuesto complot para afectar a su gobierno.

Apuntó como uno de los instigadores al pastor Silas Malafia, un religioso vinculado a Jair Bolsonaro,