La reforma de mercado de capitales presentada la semana pasada llegó con una novedad. Los bancos podrán desprenderse del riesgo de impago de sus préstamos hipotecarios. Esto se debe a que en la nueva normativa se habilita el uso de letras hipotecarias. Se trata de un instrumento financiero que le permitirá a la banca vender a otras instituciones, como aseguradoras o grandes fondos de inversión, la cartera de créditos para la vivienda. Hace unos días, antes de presentarse el proyecto de Ley, uno de los técnicos del Banco Ciudad ya había adelantado que la entidad trabaja en elaborar mecanismos para securitizar el financiamiento con UVA.
Estas estrategias de las entidades financieras no son un invento local, sino que fue el sendero transitado para el estallido de la crisis hipotecaria en Estados Unidos en 2008. Los bancos ofrecieron créditos en forma indiscriminada y de mucho riesgo porque tenían la posibilidad de empaquetar esos préstamos para la vivienda y revenderlos en un mercado secundario. La burbuja fue avanzando hasta que las expectativas de impago terminaron por romper este esquema vicioso de financiamiento, generaron un fuerte derrumbe de los precios de la vivienda y terminaron con la quiebra de algunas de las entidades financieras de mayor renombre a nivel mundial. Lehman Brother fue uno de los grandes perdedores de esas crisis y bancos históricos como el Citi Group no quebraron debido a que recibieron rescate público.
Los antecedentes recientes sobre el rol de los derivados financieros en el sector hipotecario no son suficientes para desalentar el uso de este instrumento en Argentina. En el equipo económico están generando las reglas para habilitar esta operatoria en el mercado local y brindan una nueva fuente de negocios especulativos para los bancos privados, quienes se están haciendo un verdadero festín con el nuevo modelo económico. Son uno de los rubros con mayor ganancia en los últimos 20 meses y cada vez tienen más espacio para seguir sumando. Los resultados en la bolsa porteña dejan en claro este punto. Desde que comenzó el año las entidades financieras con mayor suba de precios en sus acciones fueron el Banco Supervielle (111 por ciento), Grupo Financiero Galicia (108 por ciento), Banco Hipotecario (82 por ciento), Banco Macro (74 por ciento), Banco Santander Rio (46 por ciento), Banco Patagonia (39 por ciento) y Banco Francés (29 por ciento). En promedio el aumento de precio de las acciones bancarias fue del 70 por ciento.
La continuidad del negocio de las Lebac es uno de principales factores que permite a los bancos seguir embolsando ganancias fáciles. La semana pasada el Banco Central aumentó en 2 puntos porcentuales la tasa de interés que pagan estas letras y ubicó el rendimiento de mediano plazo en 29,6 por ciento. Es un nivel de tasas que alarmó a los propios economistas del establishment. Uno de los principales problemas que plantearon es que el interés en estos valores desincentiva la actividad industrial y promociona la especulación.
Este no es el único problema. La pregunta del millón es qué pasa si la autoridad monetaria, luego de haber generado un stock de Lebac de 1 billón de pesos, se decide ir en dirección opuesta y bajar la tasa de interés. Los efectos se verían probablemente sobre el tipo de cambio, con inversores que saldrían rápidamente de sus colocaciones en pesos para dolarizarlas. Esta situación de volatilidad cambiaria también afectará la actividad industrial y tendrá impacto fuerte en la calidad de vida de la población. El punto clave es saber que la política monetaria generó un desequilibrio y una encrucijada: se mueva para donde se mueva habrá tensiones.