El presidente Javier Milei festejó en las redes el descenso de la inflación, a partir de la publicación de los índices mayoristas de precios, que bajaron 1 punto porcentual respecto al mes anterior. El festejo incluyo una reinvindicación del actual programa económico diferenciándolo de experiencia anteriores por no contener una “hiperinflación que licúe los saldos reales”, una “expropiación tipo Plan Bonex”, “controles de precios”, “fijación del tipo de cambio” y estar funcionando pese a la “recomposición de tarifas”. Si bien parte de lo dicho por el presidente es cierto, otra parte no lo es, por lo que su afirmación general es una mentira.
Por un lado, el índice de precios mayoristas no es el indicador comúnmente usado para medir la inflación, sino el índice de precios al consumidor. El mismo mostró un leve incremento el mes anterior y parece estancarse en torno al 4 por ciento mensual, un piso inercial difícil de perforar. Si se lograra mantener durante un año esa tasa de inflación mensual, arrojaría una tasa de aumento de precios del 60 por ciento anual, que es un lujo respecto al 237 por ciento actual, aunque todavía no marca el fin de los aumentos de precios.
Sostenibilidad
Pero las mayores dudas del programa es si se podrá sostener las actuales tasas de inflación mensual dado que, a diferencia de lo que afirma Milei, están basadas en la fijación del tipo de cambio a partir de una pauta de devaluación oficial del 2 por ciento mensual.
La pauta no es secreta sino defendida públicamente por el ministro de Economía y el presidente del Banco Central, por lo que es imposible que la desconozca el propio presidente. Su publicación negando la fijación del tipo de cambio parece obedecer a su ímpetu por mentir amparado en la capacidad operativa de construir postverdad por parte de las derechas modernas.
La fijación del tipo de cambio es, junto al ajuste de la economía, la pata más importante del actual programa de estabilización, y la que más dudas siembra sobre su éxito. Al respecto, es conocido que los índices de precios mayoristas están más alineados con el valor del dólar que los índices de precios al consumidor. Ellos se debe a que contienen más bienes transables cuyos precios suelen seguir al tipo de cambio. En ese sentido, tomar el índice mayorista para festejar la baja de la inflación no es correcto.
Por otra parte, el retraso del dólar mediante una pauta de devaluación por debajo de la inflación, es un componente tradicional de muchos programas de estabilidad. Ello se debe a que es una herramienta poderosa para estabilizar los precios, pero la experiencia muestra que también es muy difícil de sostener.
El antecedente más conocido es la “tablita cambiaria” de Martínez de Hoz que terminó con una brusca devaluación que abrió el paso a la hiper de los ochenta. Los diputados de LLA podrían haber aprovechado su visita a los represores de la última dictadura para ponerse al día con aquella fracasada experiencia, advirtiendo al presidente a no atar la suerte de su programa económico a un retraso cambiario difícil de sostener.