Una de las grandes diferencias entre la ortodoxia económica (neoclásicos/monetaristas) y la heterodoxia (neokeynesianos/estructuralistas) tiene que ver con las distintas visiones que dichas corrientes de pensamiento económico tienen respecto a los procesos de endeudamiento. Básicamente la ortodoxia es proclive al endeudamiento y la heterodoxia prioriza el ahorro y financiamiento interno.
Aunque no está escrito en los textos de teoría económica, mucho tiene que ver en estos posicionamientos, nuestra historia económica reciente y el rol de los sectores económicos más concentrados y poderosos. Temas vinculados al dólar, la inflación, el endeudamiento y la fuga de capitales, figuran en nuestro diccionario económico entre las palabras que implican resultados nefastos para la economía y en particular para los sectores más desprotegidos de la sociedad, formando parte de nuestro acervo económico cultural.
En igual sentido, el rol de la alianza estratégica entre los sectores políticos liberales y los grupos más concentrados de la economía representados por los Grupos Económicos (GE), las Empresas Transnacionales (ET) y la Banca Extranjera (BE) que a lo largo de nuestra historia económica reciente y modelo de Valorización Financiera (1976/2001) mediante, los tuvo como claros ganadores en desmedro de los asalariados, las pymes (agropecuarias, industriales y comerciales) y el Estado. Proceso que se interrumpe y se revierte parcialmente durante la ejecución del modelo de Crecimiento Económico con Inclusión Social (2003/2015) pero que regresa con una fuerza inusitada luego del triunfo de la alianza política liberal representada por Macri.
En definitiva, en los procesos de endeudamiento están presentes no solo las distintas visiones económicas sino que además, la heterodoxia económica tiene en cuenta el rol de los (GE, ET y BE) que se beneficiaron y fortalecieron con los procesos de endeudamiento y fuga de capitales y que hoy quieren repetir.
Parafraseando a Aldo Ferrer, rescatando sus ideas y rindiendo un pequeño homenaje a uno de los grandes economistas heterodoxos del país, entendemos que se puede “vivir con lo nuestro” ya que la economía argentina genera las riquezas y el ahorro suficiente para financiar su propio crecimiento económico. El excedente existe pero el problema radica en la conducta de los distintos agentes económicos de dolarizar dichos excedentes y fugarlos del circuito económico, ya sea al exterior o internamente fuera del circuito financiero formal. Según distintas estimaciones existe casi “otra argentina” fuera del sistema, de 400.000 a 500.000 millones de dólares.
Si bien se entiende la posible conveniencia de endeudarnos a tasas bajas, plazos largos y destinado básicamente a la inversión productiva, se debe priorizar el ahorro interno y atender unos de los principales problemas de la economía argentina que es la fuga de capitales.
La reciente experiencia económica ejecutada a través del modelo de Crecimiento Económico con Inclusión Social (2003/2015) demuestra claramente que se puede “vivir con lo nuestro”, no solo creciendo a tasas importantes sino concretando el mayor proceso de desendeudamiento de la historia económica argentina. Los indicadores económicos y sociales, ratificados por organismos internacionales como el Banco Mundial y la Cepal así lo demuestran. Argentina fue el país latinoamericano que más creció en dicho período a una tasa promedio del 6 por ciento anual, con el mejor índice de desarrollo humano (IDH) de América latina, el país con la mayor cobertura previsional (casi el 100 por ciento), el que más clase media incorporó a su estructura social, con una tasa de desempleo del 6 por ciento (la menor de los últimos 30 años), con una disminución de la pobreza significativa del 50 por ciento en 2003 al 20 por ciento en el 2015, con la reactivación del aparato productivo y el país con los mayores avances científicos y tecnológicos de la última década, destacándose el nuclear y satelital y superando a Brasil.
Luego de la nefasta experiencia económica con la aplicación del modelo de Valorización Financiera (1976/2001), donde se produce la mayor destrucción económica que registra la historia económica local junto al mayor proceso de endeudamiento externo y fuga de capitales, se lleva a cabo en el 2003/2015 un enorme y exitoso proceso de desendeudamiento.
En dicho período, se pagaron 150.000 millones de dólares a tenedores privados de bonos y a organismos internacionales de crédito con recursos propios lo que redundó en una mayor autonomía económica. Los números son contundentes y echan por tierra el relato liberal de que es necesario endeudarse para crecer. En el período 2003/2015 crecimos y nos desendeudamos es decir, vivimos con lo nuestro.
Nuevo ciclo
Con el pretexto de insertar al país en el mundo financiero y conseguir créditos accesibles, el gobierno de Mauricio Macri claudicó ante los fondos buitre dando inicio a un nuevo ciclo de endeudamiento a gran escala para que “cierre” el plan económico, mantenerse en el poder, favorecer a los sectores más concentrados de la economía y condicionar a los futuros gobiernos.
El actual endeudamiento no tiene como prioridad la inversión productiva sino pagarles a los bonistas, atender los déficit del sector externo, aumentar las reservas para evitar nuevas escaladas del dólar y financiar la fuga de capitales de sus socios económicos (GE, ET y BE). Su visión se identifica claramente con el modelo de Valorización Financiera (1976/2001) donde el endeudamiento externo y la fuga de capitales constituyeron los ejes centrales de dicho modelo.
Los grandes negocios que implica para los bancos y las pocas luces de los economistas ortodoxos hacen del endeudamiento la herramienta preferida del actual gobierno, que se refleja también en los niveles de endeudamiento interno.
A esta altura de los acontecimientos, cree usted que el hecho de que el presidente Macri no haya jurado “por la patria” constituye un tema menor o un simple olvido.
* Licenciado en Economía.