En un duro editorial, el periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, repudió lo que fue un nuevo miércoles de represión a jubilados por parte de las fuerzas de seguridad de Patricia Bullrich. Con una metáfora deportiva, marcó la gran desigualdad que hay entre los uniformados y aquellas personas que reclaman un módico aumento, pero reciben palos y gases y después no tienen plata ni para comprar un medicamento que les calme el dolor.
El editorial de Víctor Hugo Morales
Les volvieron a pegar a los jubilados los profesionales del terror de Bullrich. Están con más puntería, han mejorado en lo individual y lo colectivo, los muchachos tortuga.
Hacen línea de 10, se paran muy bien en la calle, ponen un par de delanteros, y de atrás, el respaldo del zaguero comisario, que es el que pega el grito para tirar el offside. Y con un walkie desde la tribuna, Bullrich alienta, redistribuye, escupe rabia.
Están jugando bien, no se puede negar. Llevan cuatro partidos al hilo, están invictos, y como se les paga en fecha el premio por partido ganado, esperan el miércoles que viene como si fuera el partido de sus vidas. Otra de sus gloriosas victorias los está esperando.
Los jubilados se paran mal, van al bulto, empujan, y los medios les cobran foul a ellos. Tendrían que hacer más aquello de Pentrelli, "toco y me voy", tac tac y salir. Se la juegan demasiado en el cuerpo a cuerpo, y ahí el célebre escuadrón se hace la fiesta.
Se enamoran de las cabezas blancas, de las señoras que pierden los zapatos, les pisotean los lentes, les meten un cachito de gas para que prueben, y después se lo tiran todo.
Y luego, cuando vuelven a sus casas, los jubilados no tienen nada, ni remedio para los dolores. Y los tortuga de Bullrich doblan un cheque y se miran al espejo, heroicos, hasta la próxima batalla de sus vidas abullrichadas.
"¿Cómo lo estás pasando?", les preguntan, y ellos, mirándose al espejo dicen: “No sabes. ¡Bestial!”.