Esta es la historia de un asado. El asado en la quinta de Olivos. Si el gran banquete presenta un dilema moral, es quiénes lo comieron y quiénes se quedan afuera de todo. Los jubilados solo ven un bife en fotografías o en publicidades de carnicerías. Pero los 87 diputados premiados por el presidente en una tertulia gastronómica pueden comprarse los cortes más caros: lomo, peceto y entraña. El problema más grave es que, esta vez, le hincaron el diente a la carne a cambio de arrebatarles un puñadito de billetes a nuestros abuelos y abuelas.
No extraña. No es la primera vez que se organiza una festichola con políticos de la derecha más rancia en nuestra propia cara. Incluso en períodos de hambrunas. La Sociedad Rural tiene tradición en la materia. El Coloquio de IDEA también. El Foro Llao Llao de los empresarios que apoyan el saqueo terminó este año con una frase presidencial que será recordada. Dijo Milei: “El que fuga es un héroe”. Otros héroes, como los diputados del gran asado.
Se nos ríen como hienas, igual que el vocero Manuel Adorni en sus diarias y surrealistas conferencias de prensa. No importa si pagaron la carne con tarjeta de débito, crédito o por transferencia. En sus cuentas bancarias el valor de la comilona es apenas un vuelto, una propina.
Hoy miles de argentinos vuelven a rasgar las bolsas de basura para encontrar cualquier cosa que puedan llevarse a la boca. Las vísceras de algún animal, las sobras malolientes de un restorán, restos de comida en dudoso estado, lo que fuera. Hay hambre.
Otro problema básico del significado de este asado, es que los agasajados se creyeron el rol de héroes. Nadie desmintió la bravuconada ni salió a decir: “No, el presidente exagera”, o “los jubilados son los verdaderos héroes porque comen salteado y encima los reprimen a palos y gas pimienta”. La única especia que suelen oler cuando los reprimen en las marchas frente al Congreso.
Los diputados aliados del gobierno se auto-perciben héroes por haber vetado un misérrimo aumento a las jubilaciones. Acaso hayan soñado vestirse alguna vez con capa y antifaz, igual que el presidente en algunas de sus parodias antes de que llegara a la Casa Rosada.
Fueron a Olivos a festejar como si hubieran acariciado el estado de Nirvana en su cruzada contra el déficit fiscal. Es demasiado pornográfico. Se presentaron como una chusma en la residencia presidencial. Para burlarse de los jubilados una vez más. Varios entraron a la quinta en una combi, camuflados o en autos con sus vidrios polarizados.
Son diputados y diputadas que ganaban a julio una dieta mínima de 4.130.159 pesos. Cobran casi catorce veces más que una jubilación mínima (con el bono incluido) que rondó en agosto los 295.454 pesos. Ése es el heroísmo al que se refería el topo totalitario, el anfitrión de la comilona en Olivos. No se privan de nada. Al decoro le colocaron una lápida encima. Son, como mínimo, unos sinvergüenzas. Los lectores tienen vía libre para agregar el adjetivo que les parezca.