En un contexto donde la gordofobia vuelve a ser un reality show para “entretener” y con un gobierno nacional que legitima la hostilidad y la crueldad, el Colectivo de Gordes Activistas de Argentina (CGA) y activistas independientes alzan su voz en un nuevo Encuentro Plurinacional de Gordes en Argentina, un evento único en el mundo para hablar de la patologización de la gordura, la estigmatización de los cuerpos gordos y la gordofobia. Por cuarto año consecutivo, sus organizadores se reunen para mejorar la calidad de vida de las personas gordas y denunciar la violencia sistemática que perciben por sus cuerpos a través de la construcción estrategias y acciones colectivas.

Las personas gordas, con la intersección de otras categorías de opresión, vivenciamos en nuestra carne lo que significa que se desmonten políticas públicas o cierren el INADI. Esto nos afecta directamente, pero también nos afecta la pérdida de trabajo de calidad. Se sabe que a las personas gordas, en general, se las contrata menos, esto se da en un contexto donde escasea el empleo o lo que se encuentra es ultra precarizado y muy mal pago”, explica Laura Contrera, escritora, abogada, activista por la diversidad corporal y doctora en estudios de género.

Este año ante la falta de recursos económicos, el encuentro repetirá el conurbano bonaerense como locación, resignando la idea de seguir federalizándolo como en las ediciones anteriores.

¿Cómo afecta particularmente a las personas gordas las medidas del gobierno de Javier Milei?

--Sin dudas un campo a explorar es ver qué está pasando con nuestros derechos, estamos hablando de los efectos concretos de políticas específicas que por acción o por omisión, lo que hacen es vulnerar el acceso a derechos, no reconocerlos, impedir su ejercicio, impedir que cuando se vulneran tus derechos no tengas a donde denunciar o un lugar donde ser escuchade y sin que tus reivindicaciones tengan una interlocución entre quienes hacen política y supuestamente deben pensar en el bienestar de la población en general. Nos preocupa también es en qué condiciones vamos acceder a la salud si se va perdiendo y saturando el sistema público. Cada vez menos personas pueden acceder a prepagas, otras pierden un empleo registrado y ya no tienen obra social. Otro aspecto que nos interesa pensar este año es el hambre: resulta paradójico que el activismo gordo esté pensando el acceso a la comida de las poblaciones y es algo que forma parte de nuestras reivindicaciones, porque para nosotres es intolerable que en nuestro país las infancias se vayan a dormir sin comer y que las personas adultas y cuidadoras también están resignando su comida para que esas infancias no se vayan a la cama sin comer. Eso también forma parte de nuestras reivindicaciones más urgentes, además de seguir sosteniendo otras demandas históricas del movimiento que tienen que ver con la despatologización de la gordura y la implementación de la Ley de Talles que quedó en la nada.

Foto: Jose Nico

¿Se llegó a reglamentar la ley?

--Sí, la ley está reglamentada, pero faltan pasos que requieren su efectiva implementación, esa fue una demanda que le hicimos también al anterior gobierno, porque no subimos y bajamos las banderas de acuerdo al signo político. El año pasado una de nuestras reivindicaciones tenía que ver justamente con la implementación de la Ley de Talles, en ese tiempo faltaba que el Instituto Nacional de Tecnología Industrial, que estaba a cargo del estudio antropométrico, termine de sacar las conclusiones pertinentes para elaborar una tabla detalles de acuerdo a la población de nuestro país. Se estaba trabajando, había reuniones, pero con el cambio de gobierno eso quedó en un misterio. Tenemos el estudio antropométrico terminado, la ley reglamentada, falta su implementación entre tantas otras cosas que quedaron en una incertidumbre. Todo lo que tiene que ver con ampliación de derechos, reconocimiento de derechos y facilitarle la vida a las personas parece que no es una prioridad para el gobierno nacional.

¿Por qué se sigue pensando en la gordura como sinónimo de enfermedad?

--Asociar la gordura a enfermedad lamentablemente es una construcción de hace siglos y en las últimas décadas tomó un sentido común generalizado, auspiciado por cierta visión hegemónica de la medicina que se beneficia económicamente de manera directa, ofreciendo soluciones para una enfermedad que no existe o que es dudosa en cuanto a un criterio epistémico, es como si toda gordura indicara falta de salud. Los males en el cuerpo y las enfermedades que podemos tener las personas, sean flacas o gordas, son cuestiones que nos pasan a todos, no importa nuestro peso, sin embargo, parece que la única solución que se le ofrece a las personas gordas es bajar de peso para todo. La primera pregunta que uno podría hacerle a un profesional de la salud en este sentido es ¿Le recomendás lo mismo a una persona flaca que te consulta por este mismo síntoma? No. Seguramente va a tener una batería de test y estudios que se le pueden hacer y barajar algunos diagnósticos extra. Cuando pedimos despatologización no estamos pidiendo no acceder a la salud, al contrario, queremos acceder a la salud cuando lo requiramos en condiciones de igualdad, equidad, libre de violencia y discriminación como cualquier otra persona de otro tamaño. 

¿Esto que hace la medicina lleva a diagnósticos errados, malos diagnósticos?

--O ausencia de diagnósticos en algunos casos con consecuencias fatales y no estoy exagerando. El problema es que, muchas veces, alguien va a la dermatóloga a consultar por un lunar y la derivan a una nutricionista o peor aún, va por un tema de salud mental y todo se reduce a su gordura y no la tratan por los síntomas que tiene sino que la derivan a una especialista en nutrición. Hay estudios hechos en el mundo entero hace décadas sobre las malas consecuencias que tiene para las personas gordas el no ser diagnosticadas a tiempo, el ser mal diagnosticadas o reducir todo a la gordura. Eso es grave y lleva a que tengas una muy mala experiencia en el sistema médico, lo que hace evitar o retardar la atención sanitaria porque lo que se quiere evitar, en realidad, no es acceder a la salud sino la discriminación, el estigma y la violencia, en algunos casos. Es fundamental poder desasociar del sentido común que toda gordura equivale a enfermedad, tenemos que poder convivir con esta idea de que la enfermedad es un estado posible para todos los cuerpos y que lo que necesitamos todas las personas es acceder a la salud de manera no discriminatoria y no estigmatizante. Esto es algo que la propia Organización Mundial de la Salud reconoce, hay un estigma de peso, las personas gordas lo sufrimos y ese estigma es perjudicial para nuestra salud integral. Lo que estamos pidiendo a las autoridades sanitarias y a la OMS es que si reconocen que eso sucede, que también reconozcan que la mirada que tienen sobre la gordura y hablar de una epidemia de la obesidad estigmatiza y complica todo. Esperamos que la despatologización de la gordura sea una realidad en algún momento.

Foto: Jose Nico



¿Por qué la idea del amor propio no resuelve el problema de la discriminación?

--No lo resuelve porque es una solución individual, incluso fácilmente apropiable por el mercado neoliberal. No desconozco que un mensaje de positividad corporal ligado al amor propio, a tratarse y hablarse mejor a una misma puede ser importante y es mejor que eso a que circulen en redes o en medios mensajes completamente destructivos, de odio, de imperativo de la delgadez y de ideales normativos inalcanzables. Entiendo que a muchas personas, sobre todo a les más jóvenes, la idea del amor propio les puede resultar un discurso del cual aferrarse. Desde los activismos creemos que tenemos que pensar herramientas colectivas porque nunca vamos a desmontar de ese modo un sistema tan complejo que lleva establecido hace más de un siglo y solo se puede desmontar social y colectivamente.

¿Qué opinas sobre las marcas que en sus campañas publicitarias “incluyen” un cuerpo gordo al lado de otros cuerpos hegemónicos?

--Creo que estamos viviendo a nivel mundial un retroceso muy grande en todo lo que se supone que es progre o que está ligado a la justicia social o a políticas antidiscriminación. Es verdad que en el mercado hace unos años atrás, cuando no se vivía esta ola neoconservadora tan fuerte, estaba esa tendencia y puede haber habido un uso instrumental. Así como existe el pinkwashing en el mes del orgullo donde de pronto las marcas se tiñen de colores y parece que está todo bien, una puede poner en duda el compromiso real que tienen algunas marcas con la diversidad en general. No hay que perder la mirada crítica, pero también lo cierto es que en este momento que es de un repliegue absoluto de estas cuestiones, no podemos desconocer la visibilidad que logran estas marcas ni el efecto que tienen aunque sepamos que esa representación por calidad o cantidad no alcanza y que muchas veces no implica una mejora para las comunidades que aparecen representadas. No tenemos que perder esa mirada crítica, pero tampoco podemos negar la influencia que tiene que aparezcan determinadas publicidades en la vía pública, en medios o en redes. Desconocerla sería muy principista, solo decir está mal porque es el mercado neoliberal. Vivimos en una sociedad que está atravesada por las lógicas consumistas del mercado, pero también lo cierto es que a veces tienen un alcance que no tenemos del otro lado. Lo que hay que pensar es ¿Esta marca está comprometida realmente con la diversidad corporalidad o es solamente un fatwashing? ¿Hay verdaderamente una persona gorda o solo se puso a una que es un poco más gorda que la media? ¿Tiene un interés real con la comunidad? ¿Está aportando a las luchas de la comunidad o solo quiere mostrar algo que estéticamente le sirve en ese momento? Esas son las preguntas que hay que hacer ante este fenómeno.