En los últimos años Sandro, el ícono indiscutido de la canción romántica de América, hizo un regreso inesperado al ojo público a 14 años de su muerte. En TikTok cientos de autoproclamadas nuevas “nenas” y también “nenes” bailan al son de las canciones del ícono, crean edits con fragmentos de sus películas y de sus entrevistas y adoran al ídolo en diversas redes. ¿Por qué está la figura de Sandro ganando relevancia nuevamente? ¿Cuáles son las causas detrás de este fenómeno de renovada fiebre intergeneracional?
Entre los centennials se ha vuelto tan de moda vestirse como abuelo que ya es un meme: tal vez como respuesta al impacto ambiental del fast fashion, tal vez por la baja calidad y los altos costos de la moda local, las ferias de segunda mano, la reutilización de ropa de padres y abuelos se volvió moneda corriente y hasta trendy en jóvenes. Ya nadie oculta sino ostenta orgullosamente su prenda “trifteada”o heredada. Pero la ropa no es el único ítem vintage que les Genz roban a sus abuelas: entre el tabaco armado, los tocadiscos, cámaras analógicas y ediciones originales de la revista Sur, las girls and gays desempolvaron otro preciado objeto de deseo: el astro Sandro, uno de nuestros más brillantes tesoros nacionales.
Sí, el icónico cantante argentino, que marcó una época con sus baladas románticas y su carisma inigualable, está experimentando un sorprendente resurgimiento de popularidad gracias a las redes sociales, especialmente en TikTok.
¿Cómo es posible que un artista de décadas atrás se haya convertido en un fenómeno viral entre lxs Gen Z y Millennials? La mayoría de estos videos responden al trend “Revivan a Sandro y cuéntenle que tiene nenas nuevas”. Algunas filman sus videos con sus iniciadoras en esta nueva pasión: las “nenas originales”, sus abuelas, y usan los temas más conocidos, sobre todo el famoso “Trigal” para bebotear. A sus filas se suman no solo nuevas generaciones sino nuevas masculinidades que quizás ayer eran obligadas a desearlo desde las sombras.
Curiosamente, muchos de los videos usan temas de la nunca tan vigente Lana del Rey (otro icono romántico fumador por excelencia) como fondo de sus edits con fragmentos de sus películas, su cara, de él bailando y cantando y sobre todo en su última pose seductora fumando cigarrillos. Mientras la viralidad se extiende y marcas independientes venden remeras,“totebags” e incluso tangas con la cara y el nombre de Sandro, la meca de puaners, bohemios, chicas con flequillo, gays pretenciosos y demás criaturas de la fauna porteña, el Cine Gaumont proyectará hasta el próximo miércoles 25 un ciclo de cine del gran galán argentino: Sandro de primavera.
“Revivan a Sandro y cuéntenle que tiene nenas nuevas”
Roberto Sánchez, Sandro, el gitano, Sandro de América, fue uno de los íconos musicales más importantes de Latinoamérica. Rompió récords en todo el continente vendiendo más de 8 millones de copias con sus 52 álbumes. Fue además el primer artista latinoamericano en cantar en el Madison Square Garden en 1970, deslumbrando a las más de 250 millones de personas que sintonizaron el show. Curiosamente, esta fue la primera vez que se transmitió un recital en vivo vía satélite a 14 países de forma simultánea. Sandro quedaría para siempre en la cultura popular latinoamericana y en el corazón de uno de los fandoms más fieles y duraderos: sus adoradas nenas.
Es de público conocimiento que la inspiración de Sandro fue desde muy chico el ícono de rock and roll estadounidense Elvis Presley sumando elementos de este género a la balada romántica latinoamericana. La incorporación de movimientos frenéticos y rápidos a la performance antes más caracterizada por una sensualidad mucho más sutil empezaría a ofrecer a la sedienta audiencia latina una nueva forma de masculinidad desconocida hasta entonces en el continente.
Esta marcada sexualidad no se evidenciaba solo en su forma de bailar y su presencia escénica sino también en sus letras y su vestimenta. Su enorme influencia en la cultura de la época se ve de forma más evidente aún en sus diferentes filmes. La primera película de Sandro fue “Convención de Vagabundos” que se estrenó en 1965, donde aparece únicamente en una escena con Los de Fuego en la que canta y baila sensualmente al ritmo de “Ha vuelto el rock and roll”. De 969 a 1981 protagonizó 11 películas, todas musicales, en las que distintos avatares de su personaje (el cantante Roberto Vega, el pianista Roberto, el músico huérfano Muchacho, el cantante de fama internacional y espía Alex Gerard, el príncipe gitano Toxzo y demás ) demostraban sus dotes artísticas como parte del multiverso Sandro.
Las nietas de las nenas
Sandro fue sin dudas un precursor de los “hombres escritos por mujeres”. Al ver sus películas es difícil darse cuenta que los directores detrás de estas piezas fueran hombres: es tal el “fan service” que dan a sus espectadoras. La cámara enfoca la mirada de un gato blanco y negro que se disuelve para convertirse en los ojos negros y penetrantes de Sandro, que canta y baila con movimientos igualmente felinos, ceñido por unos pantalones oxford de color celeste brillante y una camisa blanca con mangas abullonadas desabrochada hasta un cinturón dorado que revela su torso descubierto. Bañado en sudor, Sandro termina su performance de “Mi amigo el puma”, dando comienzo al film Operación rosa rosa. En la escena inaugural del film Gitano Sandro se nos aparece en una larga escena montando un caballo a pelo por la playa con ―nuevamente― ceñidos pantalones blancos y su cabello al viento.
El Sandro de las películas parece saberse objeto de deseo, algo poco común tanto para la moralidad pacata de esa época como para su correspondiente lógica patriarcal: un hombre que no debe atraer sino perseguir. Que no es presa ni carnada sino cazador. En sus películas los planos cerrados muestran detalladamente la boca del Gitano, su sonrisa, su mirada. Los diferentes y distintivos cambios de vestimentas sugestivas creados por vestuaristas como René Araoz y la emblemática Aurora de Flego: pantalones acampanados y camisas abiertas y de telas translúcidas y vaporosas que dejan su cuerpo al descubierto, trajes de baño, prendas de colores llamativos, contrastan fuertemente con la vestimenta más conservadora de otros cantantes de balada romántica de la época como Palito Ortega o Johnny Tedesco.
Según la cineasta Laura Mulvey, en su libro Visual Pleasure and Narrative Cinema en el cine se da una “división del trabajo” según la cual las mujeres son provistas con el atributo de “ser miradas”, mientras que sus contrapartes masculinos controlan la historia y son sujetos activos en su desarrollo.
Además, enfatiza Mulvey, debido al tabú sobre el deseo homosexual los varones no solo no son sometidos al agudo ojo del lente de forma equivalente a sus contrapartes femeninas sino que deben ser protegidos de tal sexualización: la estrella femenina es la única capaz de ser objeto de la mirada deseante. Las películas de Sandro muestran, a pesar de conformar parte del cine mainstream de la época, una osada subversión de esta dinámica: su propio erotismo opaca en cada uno de sus films al exhibido por sus contrapartes femeninas, para regocijo de una expectante audiencia en una época en la que los íconos femeninos cosificados abundaban (¿cuándo no?) y los masculinos brillaban por su ausencia.
Yo vivo enamorado, sino ¿de qué escribo?
Pero: ¿qué hace que la memoria de Sandro siga vigente hoy en día y esté incluso engendrando una nueva camada de nenxs? Como describió Diego Trerotola en este mismo suplemento a su muerte en enero de 2010, el gitano no fue fácil de reivindicar para los machitos rockeros argentinos que lo sucedieron. Federico Moura, líder de Virus, fue de los pocos que le expresó su admiración en vida, incluso reversionando “Tengo” una de sus más famosas melodías.
Para la Generación X tal vez Sandro no era lo suficientemente rock, siempre demasiado meloso, demasiado teatral, demasiado camp con su bata de seda y sus rosas rojas. Pero es tal vez esa misma esencia empalagosa lo que pone a estas nuevas generaciones bajo su hechizo. En un mundo cada vez más tibio, y de emociones quirúrgicamente diseñadas, la autenticidad de las canciones de Sandro descollan por su emocionalidad cruda y su fogosidad sin filtros. En una época en la que cambiamos amantes por chongos y noviazgos por vínculos muches seguimos soñando con morir de amor, aunque a los cobardes les de cringe.
Ciclo Sandro de Primavera, en el cine Gaumot
Del 20 al 25 de septiembre, 18:15 hs:
- "Muchacho" (1970), dirigida por Leo Fleider / Viernes 20 de septiembre
- "Gitano" (1970), dirigida por Emilio Vieyra / Sábado 21 de septiembre
- "Embrujo de amor" (1971), dirigida por Leo Fleider / Domingo 22 de septiembre
- ¨Operación Rosa Rosa¨ (1974), dirigida por Leo Fleider / Lunes 23 de septiembre (Entrada libre y grauita)
- "Subí que te llevo" (1980), dirigida por Rubén Cavallotti / Miércoles 25 de septiembre