Si con su álbum debut, Dum, pidieron cancha en el rock argentino, la secuela, Súper Premium Ultra, demostró que Dum Chica nació para hacer historia. Sólo pasó un año entre la salida de uno y otro, y en el medio Lucila Storino (voz) y Juana Inés Gallardo (bajo) tocaron en cuanta sala y festival les permitió foguearse. Y eso le sacó filo a una de las mejores performances que existen actualmente en la escena musical local. Y eso se podrá apreciar este sábado 21 de septiembre a las 20, cuando se suban al escenario de Niceto Club para estrenar en vivo su nuevo álbum, lanzado el pasado 5 de septiembre, y publicado mediante el mismo sello multinacional que firmó a los Sex Pistols y que se llenó de guita con los Rolling Stones. “Por más que sea Virgin Argentina, ese logo te da chapa”, afirma la frontwoman.
Su intención artística es tan visceral como el tiempo de vida de la banda, porque si algo bueno dejó la pandemia fue la unión de sendas fuerzas. Sus primeros recitales las encontró con un formato más parecido al de Suicide, aunque terminaron eligiendo la estructura de Dios al sumar a un baterista (rol que cumple Ramiro Pampin). Amén de su veta post punk, lo que aúna al mito neoyorquino con el extinto trío (casi secreto) argentina es el minimalismo. Y es que la bajada de Ludwig Mies Van der Rohe (la de “menos es más”) sigue siendo una de las máximas de la vanguardia. “La etapa de Dum es más divertida y punk, pero hubo una evolución intelectual”, argumenta Gallardo, a lo que su coequiper añade: “Este disco es un desafío porque hay cosas que no podremos hacer en vivo. Juana no puede tocar tres bajos al mismo tiempo”.
Antes de desmenuzarle a este medio Súper Premium Ultra en su sala de ensayo, semanas atrás la banda invitó a la escucha de su más reciente disco en los Estudios Panda. Ahí no sólo lo grabaron, sino que también surgió el nombre del álbum. “Fue lo último”, evoca la cantante. “Ya veníamos con toda una estética de casco, bidones, calle y autos”. En tanto que el título alude a las diferentes medidas de octanaje de la nafta, el productor de este trabajo, Santiago De Simone, explicó que le propuso al binomio acercarse a un imaginario musical más próximo a la Nueva York de comienzos de los 2000, en la que brotaron alquimistas del dance punk como LCD Soundsystem y The Rapture. Ambas atienden a lo que dice, al mismo tiempo que lucen sus pines de Iggy Pop, cuyo álbum New Values fue fuente de inspiración de Dum.
“Cuando nos juntamos para hacerlo, Santi quería recrear los sótanos de Nueva York y temas podridos, pero además hay algo de música dance. Nos gusta mucha música bailable: desde Aretha Franklin hasta el italo disco”, advierte Storino sobre un álbum que le aportó a Dum Chica un groove similar al de artistas del calibre de Delta 5 y Glass Candy. “Redoblamos la apuesta porque pensamos en algo divertido con lo que la gente pueda poguear o también bailar. Al contrario del primer disco, en el que quisimos hacer una fiel representación de nuestro show. Por eso Dum lo grabamos en vivo, desde la vorágine. Súper Premium Ultra, en cambio, tiene un montón de capas. Está más pulcro, en ese sentido. También elegimos a alguien que nos ayudará a maximizar la cuota moderna que necesitábamos”.
El tema “DTDB” encarna esa expresión bailable en el repertorio y “Paco” desata pasiones; “Sangre buena” se vuelca hacia lo sónico y “El del mar” abre una franja experimental. Sin embargo, “Ra”, que inaugura esta segunda entrega, emana oscuridad. Es la maldad o el miedo envuelto en canción. “Hay algo inconsciente que nos atraviesa. Te sale decir cosas o te sale hablar desde una rabia. Es muy crudo lo que pasa. Nunca pensamos en tener la voz para comunicar algo, pero quieras o no somos parte”, reflexiona la vocalista, cuya banda formará parte de Lollapalooza Argentina 2025. “Tiene que ver más con la energía densa que se siente”. Y la bajista completa la idea: “Existe miedo de salir a la calle, de que te caguen a palos y de no llegar a fin de mes. Está bueno poder disfrutar. Nuestro mensaje va por ahí”.
Al entrar en la sala de ensayo de Dum Chica, en la esquina perpendicular a la puerta de entrada, cuelga en el techo una muñeca inflable. Y a unos pocos metros de ahí hay una ventana que da a la calle. Al abrirla, aparece todo un paisaje urbano. Y el espacio obra como metáfora de las historias que aborda este disco. “Involucro el corazón desde otro lugar”, expedita Storino. “Prefiero hablar de cosas que entiendan todos y no de mi vida. Para eso se lo cuento a una amiga”. Si bien la dupla recalca con orgullo que en este álbum (esbozó los temas en septiembre de 2023, y los grabó entre diciembre y marzo) consiguió una nueva manera de componer, muchos existían desde los inicios de la banda. “Hubo una apuesta a la canción”, despacha Gallardo. “Hay un relato, además. Los temas están puestos en ese orden por algo”.
La cantante de 27 años y la bajista de 23 coinciden en que no necesitan bajar línea en las canciones para empoderarse: les basta con subirse al escenario y mostrar lo que saben. “No queremos ponerle palabras a eso”, articula la primera. “El feminismo se tiene que hacer”. Mientras que la otra aprieta el acelerador: “Soy mujer, soy gorda y no soy hegemónica. ¿Encima tengo que decir que soy todo eso?”. Sus performances hablan por sí solas: Gallardo carga con el peso musical, al mismo tiempo que Storino saca a relucir su personaje sexy y provocador. “Cuando piso el escenario, estoy de ese modo. Hay mucho de cómo soy. No siento que haga una performance sino que es una versión potenciada de cosas que me pasan”, aclara. “Es algo que no puedo frenar. Hablo distinto y todo. Entiendo lo que pasa, al fin y al cabo”.
Ella proviene del teatro y la danza, y su compañera de la música clásica. Storino dice que sus primeras referencias artísticas fueron Patti Smith, Blondie y PJ Harvey, y Gallardo la secunda: PIL, Ramones y Bach. “Estudié piano. Es toda una mentira lo del bajo”, confiesa. Pese a que Dum Chica se dio a conocer como parte del “Nuevo under”, surgido tras el confinamiento, hoy se sienten lejanas a esa escena. “En un momento estaba muy unido todo, pero cada uno tomó su lugar”, cavila la vocalista. Lo cierto es que rápidamente pusieron rumbo hacia la magnitud. “Cuando salió el disco, recordé que de chica escuchaba con fascinación el disco Piano bar, de Charly, o After chabón, de Sumo”, toma la palabra la bajista. “Ahora que hacemos música y nos va bien, me emociona pensar que estamos yendo hacia un lugar”.