Las fantasías sexuales de una anciana con deterioro cognitivo desconciertan a sus dos hijas. Y cuando aparece la mujer que es el objeto de deseo de la madre, los secretos familiares y las suposiciones estallan. En Salí de acá!, obra de Galo Ontivero, estas cuestiones se suman a las desdichas que acarrea la enfermedad progresiva en la tercera edad, alternando humorísticas estampas de familia en las que finalmente el afecto le gana a la ferocidad. Bajo la dirección del propio autor, la obra se ofrece los sábados a las 18 en Abasto Social Club (Yatay 666), con un elenco integrado por Jorge Castaño, María de Cousandier, Mónica Driollet, Claudia Fieg y Gabi Giusti.
Formado en la UNA, Ontivero es un dramaturgo y director que dejó atrás sus años dedicados a la actuación. Es que, según cuenta en la entrevista con Página/12, la satisfacción que le produce ver a otros actuar un texto propio bajo su conducción es mayor a la que recibía como intérprete. Además, proviniendo de una familia no letrada, como él mismo define, el acto de escribir es algo que aún le suena a desafío. Salí… parece haber sido creada para el notable elenco que la interpreta. Sin embargo, no todos sus actores habían trabajado con Ontivero anteriormente. La tarea de armar un elenco no es fácil, admite el director, para quien las cualidades humanas pesan tanto como las aptitudes interpretativas: “Hoy los lazos de solidaridad grupal se han ido debilitando”, considera el director. “Y además, el teatro independiente se está volviendo como el comercial, lleno de actores que hacen varias obras a la vez, con la dificultad de establecer un vínculo fuerte en el trabajo”, subraya.
Como en su anterior obra 4 temblores en una hora, este dramaturgo nacido en Mendoza suele echar mano de algún recuerdo de infancia a la hora de estructurar sus historias. “Mis obras son autoficcionales -afirma Ontivero-, pero en cada una hay un diverso grado en cuanto a la documentación que viene de mi propia experiencia”, explica. La protagonista está en parte inspirada en su madre. En la obra, Sara es un personaje que tuvo un vínculo violento con el padre de sus hijas y que siente un gran apego por la mujer que le dio trabajo durante décadas. Acerca de la dificultad de las hermanas para ponerse de acuerdo sobre el destino de la madre, el autor y director advierte: “En los tiempos actuales el acuerdo se dificulta porque el egoísmo se ha ido profundizando y esto pasa en todas las familias. Aquí hay un solo personaje que soluciona todo desde el afecto”, analiza, antes de hablar sobre el trabajo con sus actores.
-¿Cómo son los ensayos luego de componer el elenco?
-Los ensayos dejan ver cómo son los actores como personas: a medida de que se profundiza el trabajo aparece una zona íntima que se desarrolla creativamente a través de un proceso que se afianza. Como un vínculo que se va construyendo poco a poco. Aunque lo íntimo está tan expuesto y mercantilizado en las redes, la angustia puede aparecer en todos los procesos creativos.
-Tus últimas obras desarrollan conflictos familiares…
-Hay algo de la familia de clase media que me interesa mucho. Golpeada y sin posibilidades de ascenso económico, en la clase media se originan los discursos progresistas y también los de derecha. En el cruce de cuestiones ideológicas y afectivas de personajes que se reconocen pertenecientes a esa clase salen mis historias.
-Que Sara hable sin filtro y genere comicidad es algo que ayuda a los espectadores.
-El humor de Sara entra casi en la picaresca, un género que construye la risa desde lo soez, lo sórdido o lo obsceno. En la obra entra en dialéctica con un drama muy profundo y hace posible que el espectador pueda verlo.
-Luego de tres ACV, este personaje demuestra tener necesidades que la familia no puede satisfacer…
-El tema de la enfermedad que se da en la vejez es lo que conmociona a todos, especialmente a los espectadores de mediana edad, porque a los mayores les provoca mucha risa, tal vez porque se ríen de ellos mismos. Con todas las demandas del capitalismo actual, es muy difícil cuidar a una persona que no genera un ingreso. Es algo que no se puede planificar ni prevenir. Es una situación sin respuesta y esto mismo, su humanidad, es lo que conmueve.
Lo que viene
El odio libertario
Galo Ontivero está terminando de escribir El odio en el cuerpo, obra teatral que, según cuenta, comenzó a desarrollar desde dos lecturas: ¿La rebeldía se volvió de derechas?, del científico social Pablo Stefanoni. y Realismo capitalista: ¿No hay alternativa?, del filósofo Mark Fisher. De allí surgió el personaje de un adolescente libertario de 14 años que tiene un discurso violento sobre las teorías de género y las instituciones, entre otros muchos temas, amparado en la idea de que la violencia es algo natural y que no debe ser regulada. El caso es que sus padres, dos personas de pensamiento progresista, son citadas por los directivos del colegio porque el hijo golpeó a un compañero. La obra desarrolla la pelea que se suscita entre las dos parejas de padres.