El informe conocido como Nunca Más y que realizó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) fue entregado el 20 de septiembre de 1984. La democracia tenía menos de un año y el mamotreto que recibió el entonces presidente Raúl Alfonsín había sido el resultado de una tarea (casi militante) de una serie de trabajadores. Ahora, 40 años, alguno de esos trabajadores relataron aquella experiencia en el Espacio Memoria y Derechos Humanos exESMA. Fue en la charla llamada “Memoria de los trabajos de la Conadep”. “La Comisión fue para mí el primer escalón de la esperanza”, dijo Laura Reboratti, una de las participantes del conversatorio, quien estuvo detenida desaparecida en el entonces centro clandestino que funcionó en la ESMA.
En aquel 20 de septiembre, mientras en Plaza de Mayo se habían convocado miles de personas, el escritor Ernesto Sábato, titular de la Conadep, le entregaba a Alfonsín el Informe Nunca Más. Allí estaban los documentos y testimonios recavados durante meses, que demostraban el plan sistemático de desaparición forzada de personas llevado adelante por la dictadura cívico-militar que había finalizado apenas nueve meses atrás.
El recuerdo de aquellos días se revivió en el salón Mabel Gutiérrez, ubicado en el edificio denominado “Cuatro Columnas” de la exESMA. Desde un principio el salón se vio inundado de emoción y efusividad, como en un reencuentro necesitado. Entre el público estuvo la Madre de Plaza de Mayo Vera Jarach, quien fue ovacionada por todo el auditorio.
De la charla participaron María Eugenia Lanfranco, quien fuera la integrante más joven de la Conadep y una de las personas que tomó testimonios a los denunciantes; Enrique Shore, fotógrafo de la Comisión; Laura Reboratti, sobreviviente de la ESMA que estuvo en la visita realizada por la Conadep al excentro clandestino; y Eduardo Schiel, otro de los integrantes de la Comisión y partícipe de la redacción del Informe Nunca Más. La moderadora fue Valeria Barbuto, integrante del directorio de organismos de Derechos Humanos del Espacio Memoria.
Al abrir el panel, Barbuto destacó la importancia de visibilizar los testimonios de los trabajadores de la Comisión. “Se trata de memorias que tuvieron poco lugar si se las compara con las de los notables, los políticos y lo que se hablado de la función y el legado de la Conadep”, planteó. “Las voces de quienes hicieron posible esa experiencia, ese hito, ese mojón en la democracia argentina han tenido un lugar menor”, sostuvo Barbuto.
La moderadora añadió que “en momentos como los que vivimos, de enormes cuestionamientos a la política de Memoria, Verdad y Justicia, pensamos que era imprescindible rescatarlas porque no sólo trae la memoria de un momento que fue fundante para nuestro país, sino un compromiso, que es individual pero se transformó en colectivo, en una red solidaria”.
María Eugenia Lanfranco fue la integrante más joven que tuvo la Comisión creada en 1983. En su alocución, recordó la manera en la que se sumó al equipo. “Cada vez que me preguntan cómo llegué a la Conadep, respondo un poco en serio y un poco en chiste que llegué en el tren Sarmiento, porque era de Ituzaingó y no conocía absolutamente a nadie en la Comisión”, recordó. “Me acuerdo que estaba leyendo los diarios, porque la Conadep era noticia en ese fin de año del ‘83. Mi deseo fue trabajar y colaborar. Yo tenía tiempo, porque tenía un trabajo de apenas 4 horas”, dijo Lanfranco.
“Al principio trabajé en el archivo, armando las carpetas, poniendo un número a cada testimonio que íbamos recibiendo en ficheros metálicos donde los guardábamos sistemáticamente”, agregó. “Pero luego de unas semanas, como era tanta la tarea que había, me pidieron si podía renunciar a mi trabajo de la mañana, y pasé a conformar el equipo junto a mis compañeros con un contrato por ese periodo”, sostuvo Lanfranco y resaltó las condiciones bajo las cuales realizaron su labor. “El trabajo fue absolutamente artesanal. Teníamos pocas máquinas de escribir. La mayoría de los testimonios, o al menos todos los que yo tomé, los tomé a mano”.
Laura Reboratti es una sobreviviente de la dictadura. Estuvo detenida en el centro clandestino que funcionó en la ESMA. “Cuando se abre la convocatoria a la Comisión, me pareció interesante pero no tenía contactos ni conocía a nadie. Igualmente me pareció muy importante presentarme, porque cuando salgo libre de la exESMA, en ese momento yo supe que tenia que hacer un ejercicio de memoria muy grande para poder contar en algún momento lo que sabia, porque me di cuenta de que muchos no iban a poder contar nada”, aseguró. A poco de iniciados los trabajos de investigación de la Comisión, y con el terror de la dictadura aún fresco, el 9 de marzo de 1984 la Conadep realizó una visita a la ESMA. Reboratti fue parte de la comitiva. “Fue inconsciente”, aseguró. “No tuve acompañamiento familiar. La familia y los amigos tenían mucho miedo”, dijo.
“Yo creo que la existencia de la Comisión fue para mí el primer escalón de la esperanza”, señaló. “Abrió la puerta para que nosotros pudiéramos después, cuando llego el momento de los juicios, seguir avanzando y dar testimonio para que haya memoria, verdad y justicia”. “El trabajo que ustedes han hecho no tiene precio”, agregó Reboratti sobre los trabajadores de la Comisión.
Enrique Shore es fotógrafo. Por su profesión, un abogado amigo suyo vinculado a la recientemente creada Conadep le propuso que se incorpore para tomar registro de las recorridas que la Comisión haría por todo el país. "Mucha gente me ha preguntado si en ese momento éramos conscientes de lo que estábamos haciendo. La respuesta es no", sostuvo.
Una de las visitas que rememoró Shore es la que hicieron al Pozo de Quilmes. "En un calabozo muy pequeño, descubrimos una inscripción en la pared que decía 'Dios mío, ayúdame'. Eso fue tremendo", recordó. También repasó la visita al llamado Palacio Policial de la provincia de Mendoza, donde recorrieron los calabozos en los que hubo detenidos desaparecidos. En uno de ellos descubrieron "una pila enorme de libros, y una de las personas que nos acompañaba, una mujer, reconoció uno de los libros por la dedicatoria que tenía firmado":
Por su parte, Eduardo Schiel estuvo detenido entre 1976 y 1981 en distintas cárceles del país. “Cuando sale lo de la Conadep, me pregunto ¿qué será esto?, y quiero participar”, contó. “La fui a ver a Graciela Fernandez Meijide, a quien conocía de las reuniones de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). Al poco tiempo, ella me propone ser parte de la redacción del informe. A partir de ese momento, me recluí en una pequeña oficina, con una mesa, una máquina de escribir y una gran caja fuerte”.
Schiel repasó en qué consistía la labor que le habían encomendado. “La tarea mía era revisar los cientos de testimonios que mandaban las compañeras que tomaban denuncias, que ellas con su buen criterio interpretaban que eran temas que podían ingresar en el informe, y lo mandaban. De eso, tenía que seleccionar a ver cuales ingresaban al Nunca Más”, apuntó. Otro de los objetivos principales de su trabajo era la compaginación del informe, en un contexto de improvisación y recursos precarios. “En este cúmulo de información que no se podía procesar, porque no había computadoras, lo que ocurría era el libre albedrío de cada uno en el marco de una gran improvisación", sostuvo
Informe: Juan Pablo Pucciarelli