Se trata de zambas contadas en confidencia, para lo cual hay que privilegiar el oído, porque a quien se quiere se le escucha con atención. En este sentido se ofrece Susurrando zambas (Acqua Records), un disco de solo piano que es una invitación calma, donde Alejandro Tejeda sumerge con sus arreglos a quien escucha, mientras interviene, apropia y vuelve, si cabe, más afectuosa a las obras de origen. La música de Cuchi Leguizamón, Eduardo Falú, Jaime Dávalos, Norberto Ambrós, Horacio Guarany, convive en esta comunión sentida y no menos festiva.

“Esto empezó en la pandemia, y más allá del desastre que fue, yo había empezado a armar un pequeño estudio en mi casa. Había dejado de tocar muchos años, por mi trabajo en la gestión cultural (director de Programación de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Rosario entre 1994 y 2007, y secretario General de Programaciones del Ministerio de Cultura de Santa Fe entre 2007 y 2019), y de a poco empecé a recuperar y a encontrarme con viejos repertorios y cosas nuevas. Volví a disfrutar de tocar el piano, y Mariano Braun, que es el productor del disco, gran músico y muy amigo mío, empezó a insistirme con que tenía que grabar. Yo le decía que no, hasta que me decidí”, comenta Alejandro Tejeda a Rosario/12.

“Y los temas que elegí fueron surgiendo, sin una razón determinada. Algunos por tenerlos en la memoria, de haberlos escuchados en la infancia y la adolescencia, y otros porque los descubrí más tarde. Me llevó dos años grabarlos; y traté, eso sí, de encontrar un denominador común: tuvo que ver con buscar sonoridades, espacios, silencios, aire, donde la melodía a veces está y a veces no, con planos sonoros que te transporten en un viaje imaginario sobre el folklore argentino. Un poco como si el piano contara historias sin palabras. Si lo logré o no, no lo sé. Pero trabajé mucho sobre las sensaciones. De esa manera fue surgiendo el repertorio”, continúa.

Cuchi Leguzamón, Falú, Isella, pasean por este álbum
 
 

 

Susurrando zambas está compuesto por “Maturana”, de Cuchi Leguizamón y Manuel Castilla; “La nostalgiosa”, “Tonada del viejo amor”, de Eduardo Falú y Jaime Dávalos; “Zamba para no morir”, de Hamlet Lima Quintana, Norberto Ambrós y Héctor Rosales; “La nochera”, de Dávalos y Ernesto Cabeza; “Padre del Carnaval”, de César Isella y Horacio Guarany”, y “Creciendo”, del propio Tejeda. “‘La nostalgiosa’ nunca la había tocado, la descubrí ya de grande y me encantó; ‘Maturana’ la venía tocando hacía muchísimos años, y cambié un poco los arreglos, inspirados en una versión que hacía el Chango Farías Gómez; y los demás temas fueron surgiendo del trabajo de sentarme todos los días al piano, buscar sonoridades, armonías y arreglos. Yo no planifiqué grabar un disco con estos temas, sino que fueron apareciendo, siempre a partir del objetivo de querer trabajar la sonoridad, el aire, el silencio. Por ejemplo, la última que grabé fue ‘Padre del carnaval’, a la que no le encontraba la vuelta, porque es un tema con un ritmo un poco más rápido que el de las zambas tradicionales. Hacerla instrumental me llevó tres o cuatro meses, hasta que un día surgió y quedó. Así fue con todos los temas, a partir de un ida y vuelta permanente con Mariano (Braun). Cuando el disco estuvo listo y lo escuché, me dije: ‘Seis zambas y un vals (‘Creciendo’), ¿quién se va a poner a escuchar esto?’. Pero para mí era cumplir un objetivo, volver a tocar el piano después de mucho tiempo, y terminar un trabajo para que se abra otro capítulo”, explica.

-La elección de la zamba aparece puntual, y es notorio cómo cada una se vuelve un lugar particular donde explorar.

-Si bien el folklore es muy rico en cuanto a estilos y formas, la zamba tiene una particularidad; por su cadencia, sus melodías y sus letras, te permite trabajar un poco más lo expresivo, lo que uno quiere decir. Las chacareras y las cuecas me encantan, pero tienen otra dinámica, otro ritmo, mientras que la zamba te permite trabajar el tema de los planos sonoros y los silencios. El silencio es música, y da lugar a la imaginación. Hay etapas en las que uno quiere tocar mucho, tocar rápido, tocar muchas notas, y está bien que así sea; pero después pasa el tiempo, y uno va entendiendo que en la música la técnica es muy importante; pero también un gran porcentaje es cómo se dice lo que se dice. Un poco traté de encontrar eso. Decirlo como me sale a mí, pero como si lo estuviera hablando, a veces con más palabras o menos palabras, a veces con más notas o menos notas. Quise hacer un viaje por estas zambas, tratando de sorprender al auditor.

-Algo que el título señala también.

-Cuando me paro ante un tema, también leo la letra. La letra y la música son un conjunto que van de la mano, y a veces uno escucha arreglos que no tienen nada que ver con lo que está diciendo la letra, así que traté de trabajar sobre ese conjunto. En “La nostalgiosa”, uno de los versos dice “suspirando zambas”, y ahí me surgió la idea de reemplazar “suspirar” por “susurrar”, porque me parecía que tenía que ver con lo que quería: estar tocando al oído de otra persona.

 

Susurrando zambas está disponible en las plataformas digitales, y su concreción es algo que Alejandro Tejeda agradece “a Mariano Braun, porque fue quien me insistió y se ocupó de la producción técnica y la masterización, hizo todo el trabajo de ponerlo a punto; y a Acqua Records y Diego Zapico, por darme la posibilidad de editarlo”.