Taquitos japoneses
Nacidos en Japón, tienen más de un siglo de historia, tiempo en el que fueron cambiando de forma y de tamaño. Pero los hand rolls ganaron fuerza recién en los últimos diez años, convirtiéndose en moda global. Para entenderlos, se los puede pensar como rolls de sushi a medio armar, o, mejor aún, como tacos japoneses. En vez de una tortilla, el contenedor es el alga nori, rellena de arroz avinagrado y, por encima, la imaginación: pescados, mariscos, vegetales, frutas. A diferencia de los rolls normales, una vez terminado, el hand roll no se enrolla ni se corta sino que se come entero, con la mano. A la Argentina llegaron hace ya un tiempo, ganándose un lugar a costa de precio (son más económicos que el sushi tradicional) y modernidad.
La última novedad es la flamante apertura de Sachi, en el barrio de Núñez: local canchero, colorido, de enorme vidriera, con tres barras rodeando a los sushimen que trabajan en el centro. Lo más importante en un hand roll es que el alga se mantenga siempre crujiente; por esto debe estar hecho y servido al instante, evitando que la humedad del relleno se transfiera al alga.
La carta de Sachi juega con sabores nikkei, latinos y propios de la casa. Los hand rolls se piden por unidad ($3500 los simples, $4000 los especiales), y hay combos como el de cuatro handrolls simples y cuatro especiales, por $28000. Hay mucho para elegir. Por ejemplo, el Jalapeño, que lleva pesca blanca, cilantro, aceite de oliva y ají jalapeño; el Palta incluye pesca blanca, palta, cebolla, limón y aceite de sésamo; hay también uno de tartar de langostino, jengibre, sésamo y soja; y otro de trucha, hojas de shiso y chili garlic. El más raro: el de mollejas con salsa de berenjena ahumada y sésamo.
Informal, Sachi funciona tanto para un almuerzo rápido (acaban de inaugurar una ventana con take away pensada para los muchos colegios de la zona) o para una cena romántica, sumando una copa de vino, música y good show.
Sachi queda en Roosevelt 1702. Horario de atención: martes de 19 a 24; miércoles a domingos de 12:30 a 24. Instagram: @sachi.bsas.
Esa loca pasta
Mad Pasta nació primero como delivery en pandemia, de la mano de tres cocineros (Clara Corso, Lucas Canga, Felix Babini) con hambre y tiempo para hacer cosas distintas. Luego, la idea creció hasta convertirse en restaurante muy exitoso, con local siempre lleno en Martínez. Pero nunca abandonaron esa primera intención, la de poder llevar a los hogares un plato delicioso y original, capaz de competir con lo que se come afuera. Así, hace apenas unas pocas semanas se relanzó la Mad Company, tienda on line dedicada a la venta y entrega de pasta fresca congelada, que recorre un camino muy alejado a la mirada tradicional de las casas de pasta que tanto abundan por Argentina. El nombre ya lo deja en claro: acá hay permiso para la locura. Es “la solución para tus inhabilidades culinarias”, rezan como mantra, ofreciendo un menú que recorre cuatro caminos: la pasta rellena, la pasta no rellena con formatos especiales, la pasta para horno y la pasta vegana. A esto se suman salsas y mantecas que terminan de armar el plato.
Hay para elegir: los capelacci rellenos de langostinos ($12000, las porciones son para dos personas) van perfectos con la manteca cítrica ($5800); las hermosas mezzaluna de boniato y praliné de almendras ($11000), con la manteca de hierbas ($5800). A los caramelle de alcauciles ($13500) se les puede sumar una pomodoro ($6900) y a los orechiette ($7000) una boloñesa de carne y salchicha parrillera ($11000). Estas son apenas algunas recomendaciones, para que cada cliente arme su pedido a gusto: hay lasagna de cordero y hay canelón de espinaca, zucchini y pecorino (ambos, $12000), hay linguine al huevo ($6000), también unas coloridas crestas de gallo veganas ($6000), fusilli de espinaca y capelacci rellenos con hongos y avellanas, entre otros.
La apuesta de Mad Company es, entonces, doble: pastas muy bien hechas, que mantienen dente, con sabores que escapan a lo conocido; pero también una estética muy cuidada y contemporánea, desde la caja donde vienen las pastas hasta el formato y color de cada producto. Para una comida especial, con felicidad garantizada.
Tienda on line:www.madpastacompany.com.ar. Instagram: @madpastacompany. Entregas viernes y sábados.
Una mezcla bienvenida
Por abajo, una papa grande, cremosa, con su piel crujiente y sabrosa por efecto de la temperatura del honro. Por arriba, un relleno, un topping, que podrá ir desde una carne a un guiso, de unos vegetales a queso derretido. Las papas rellenas conforman así una fórmula triunfal que atravesó el mundo entero, pero que en Argentina brilla más por ausencia que por presencia. Más allá de algunos ejemplos históricos (la servía -y la sigue sirviendo- el original The Embers de la década de 1990), hay pocos lugares en Argentina donde probarla. Y eso es lo que busca subsanar Malapapa, local abierto hace menos de un año en Villa Crespo, bajo la premisa de ser el primero dedicado en exclusiva a la venta de papas rellenas en todo Buenos Aires. “La papa rellena viene en realidad de Turquía. Yo la conocí en Italia, y con mi hermana Itatí se nos ocurrió traerla a Buenos Aires”, cuenta Maximiliano Fernández, tatuador y gastronómico que vivió 10 años en España. “Usamos papas de 500/600 gramos, que primero se hornean, luego se abren, con la papa hacemos puré y encima va el relleno elegido”, explica.
Con precios que rondan los $12000/$13000, hay ocho opciones para elegir. Entre las más vendidas, ahí están la de osobuco (carne braseada a fuego lento con hierbas, que sale con salsa de la casa, queso, pepinos encurtidos y morrones asados; también la de bondiola (que puede salir en papa o batata), con carne desmechada marinada con miel y mostaza, acompañada de repollo, zanahoria y salsa de tomate. Hay opciones vegetarianas como la batata rellena con portobellos y bocconcino, verduras glaseadas, pesto fresco y mix de cinco especias; e incluso veganas como la caponata, con berenjenas, tomate, cebolla, champiñones, salsa de morrones y hummus.
Hace poco, Malapapa sumó el turno de mediodía con una oferta basada en el precio calidad: por apenas $7000 tienen tres opciones de papa rellena, siempre con limonada o agua incluida: de milanesa de cerdo, de guiso de lentejas y de albóndigas con tuco. Una fórmula bienvenida que no puede fallar.
Malapapa queda en Malabia 730. Horario de atención: martes a sábados de 12 a 16 y de 19:30 a 23:30; domingos de 12 a 17. Instagram: @malapapaok.