En el oficialismo la orden fue no responder a los señalamientos del Papa. Sin embargo en el gobierno no se alcanza a disimular el malestar por los dichos de Francisco y el silencio habla del desconcierto provocado por las palabras del Papa argentino. Que un gobierno acostumbrado a desconcertar se muestre ahora desconcertado, no es una cuestión menor. Es evidente que no esperaban una arremetida del calibre que tuvieron las palabras del Papa cargadas de contundencia argumental e inteligencia política.