Marcelo Gallardo le puso a Boca el lado B de River. A tres días del desquite copero con Colo Colo en el Monumental, el técnico "millonario" guardó ocho de los once jugadores que estuvieron en Chile (solo jugaron Armani, Bustos y Paulo Díaz). Y quizás eso haga más dolorosa la derrota de Boca. El equipo que aún dirige Diego Martínez (el entrenador xeneize dijo sentirse todavía con fuerzas para seguir) quedó expuesto ante un rival que no ofreció su mejor versión. Y que le ganó por 1 a 0 con un gol de Manuel Lanzini porque estuvo mucho mejor en el único tiempo, el primero, en el que más o menos se pudo jugar.

Lautaro Blanco busca desbordar a Bustos. (Imagen Julio Martin Mancini).

En el segundo, mandaron las emociones. Todo se hizo mucho más chocado y ordinario, River extravió la pelota y el orden y ni siquiera en ese contexto tan favorable, empujado por el rugir de la multitud, Boca pudo alcanzar el empate. Empujó con fé, pero sin fútbol, lanzando la pelota hacia arriba y hacia adelante. Con tan escasa eficacia que tuvo dos ocasiones recién sobre el final del partido, ambas por buenos pases en profundidad de Miguel Merentiel para Exequiel Zeballos, cuyo ingreso, al comienzo del segundo tiempo por el inexpresivo Miramón, le revolvió a River sus papeles defensivos.


Ni siquiera Boca pudo rescatarse en la última pelota del superclásico. Milton Giménez, quien habia reemplazado a un Edinson Cavani que sólo entró por portación de apellido (no estaba para jugar), había marcado el gol del empate. Pero en la embestida. el centro de Lautaro Blanco desde la izquierda hizo una carambola en su pie izquierdo, la cabeza, la mano y en la espalda antes de entrar al arco de Armani. Después de reverlo en el VAR, el árbitro Nicolás Ramírez, quien batió un record amonestando a Federico Gattoni a los diez segundos de juego, lo anuló por la mano y sentenció una derrota que puso la Bombonera al borde de un ataque de nervios y al técnico Martínez con un pie adentro y otro afuera. 

El festejo de River, la desazón de Boca. (Imagen Alejandro Leiva


En el repaso de más de cien minutos puramente argentinos, estuvo bien la victoria de River. Tuvo a Lanzini al mejor jugador de la tarde y al autor del gol, quien se asoció bien con Colidio para agruparse y manejar la pelota por detrás de los volantes xeneizes. Inició y terminó la jugada del gol a los 19 minutos del primer tiempo. Y cuando hubo que aguantarlo a Boca en el segundo tiempo lo hizo sin renunciamientos y sin pasar grandes sobresaltos. 

Bareiro busca escaparse de la marca de Pol Fernández. (Imagen Alejandro Leiva)


El lado B de River tuvo las ideas mas claras cuando pudo pensarse el partido. Y extendió una racha invicta que suma once partidos entre la Copa y el campeonato. Boca ganó sólo uno de sus últimos seis encuentros y quedó a nueve puntos de la punta. Martínez se comprometio a trabajar más duro todavía para salir de este pozo. Pero antes deberá reencontrar su identidad y una idea de fútbol. Jugando a lo que salga como jugó el superclásico, le será imposible recorrer un camino diferente. 



La ronda de festejo de River. (Imagen Julio Martin Mancini)