El presidente francés, Emmanuel Macron, nombró este sábado a su nuevo gobierno con un giro a la derecha para evitar que este caiga en una moción de censura en el Parlamento, mientras que organizaciones y partidos de izquierda realizaron una protesta en París, donde la principal reivindicación fue la destitución del mandatario.

En un contexto de crisis política, Macron nombró a principios de septiembre como primer ministro al veterano político conservador Michel Barnier, quien necesitó dos semanas para tejer una coalición con fuerzas de centro y derecha.

El mandatario, cuyo gobierno termina en 2027, optó por Barnier para formar gobierno al considerar que el exnegociador europeo del Brexit, miembro de Los Republicanos (LR), podría garantizar una mayoría más estable en la dividida Asamblea Nacional (cámara baja). Pero la coalición de izquierdas Nuevo Frente Popular (NFP) ya anunció que presentará una moción de censura contra el gobierno de Barnier, que podría prosperar si la extrema derecha vota finalmente a favor.

La composición del gabinete

El nuevo gobierno cuenta con 39 miembros, procedentes principalmente del partido de Macron y del hasta ahora partido opositor LR, que vuelve al poder tras 12 años. Entre estos últimos figura su líder en el Senado, Bruno Retailleau, que asumirá el Ministerio del Interior pese al malestar que provoca entre la izquierda y parte de la alianza de Macron por su línea dura en materia migratoria.

Macron también nombró a la polémica senadora Laurence Garnier, --opuesta al matrimonio igualitario y a blindar el aborto en la Constitución-- como secretaria de Estado de Consumo, pese a sonar inicialmente en la cartera de Familia.

Varios miembros del último gobierno repiten como Sébastien Lecornu (Defensa) y Rachida Dati (Cultura) o cambian de cartera como Jean-Noël Barrot (canciller), Catherine Vautrin (Territorios) y Agnès Pannier-Runacher (Ecología).

En Francia, el presidente, que comparte el poder Ejecutivo con el gobierno, no necesita el visto bueno del Parlamento para nombrar a su primer ministro y ministros. La única opción de oponerse es aprobando una moción de censura.

Bajo presión ultraderechista

La ultraderecha ya advirtió que su eventual apoyo a una moción de censura de la izquierda dependerá del discurso de política general de Barnier, previsto para el 1º de octubre. Algunas de las líneas de trabajo del flamante premier, avanzadas el jueves, responden a reclamos de la extrema derecha: garantizar la seguridad, controlar la inmigración, controlar las finanzas públicas y mejorar la vida de los franceses, entre otros.

Sin embargo, el líder del partido ultraderechista, Jordan Bardella, advirtió este sábado que el gobierno no tiene ningún futuro, debido a que representa, a su juicio, el regreso del macronismo "por la puerta de atrás".

En la misma línea, Marine Le Pen expresó en una publicación en la red social X: "Este gobierno de transición es consecuencia del callejón sin salida creado por las alianzas antinaturales formadas durante las elecciones legislativas. Seguiremos preparándonos para la gran alternancia que reclamamos para permitir que Francia se recupere".

La primera prueba de fuego del gobierno será la rápida presentación de los presupuestos para 2025, especialmente cuando Francia incumple los límites de déficit y deuda públicos fijados por las normas europeas. La ecuación se anuncia complicada. Barnier, quien asegura heredar una situación fiscal muy grave, prometió mejorar los servicios públicos, pero sin aumentar los impuestos a las clases medias.

El repudio izquierdista

Al compás de los nombramientos para el gabinete, organizaciones y partidos de izquierda realizaron una protesta en París, donde la principal reivindicación fue la destitución de Macron por conformar un nuevo gobierno orientado hacia la derecha, en contraposición con el resultado de las últimas elecciones legislativas, en las que una coalición de izquierda salió primera. 

"Macron, destitución" fue la frase que más se podía ver en los carteles y en los lemas que gritaban los miles de manifestantes (3.200, precisó a la agencia de noticias EFE la Prefectura de Policía) que desfilaron entre la plaza de la Bastilla y la de la Nación, organizada por asociaciones estudiantiles y feministas.

También se podían observar algunas de las reivindicaciones de la izquierda en la campaña de las elecciones legislativas anticipadas del 30 de junio y el 7 de julio, como la subida del salario mínimo a 1.600 euros netos mensuales (ahora es de 1.400) o la derogación de la reforma de las pensiones y la rebaja de la edad de jubilación a 60 años.

Desde un camión carroza con megafonía para calentar el ambiente, los animadores insistían en los mensajes contra Macron y contra el nuevo Ejecutivo del premier, el conservador Michel Barnier. En particular contra de Bruno Retailleau y Laurence Garnier.

Entre los partidos políticos, el más visible con diferencia en la marcha fue La Francia Insumisa (LFI), con la presencia, entre otros líderes, de la presidenta del grupo en la Asamblea Nacional, Mathilde Panot.

La ausencia evidente era la del Partido Socialista (PS), que aunque mantiene una posición común contra la formación del nuevo Gobierno que ha diseñado Macron con la coalición del Nuevo Frente Popular (NFP), pero no comparte algunas formas de protesta de LFI.