Las divisiones de la UCR, latentes desde el comienzo del Gobierno de Javier Milei, terminaron de estallar la semana pasada. La fractura ya se concretó, aunque no se haya formalizado aún. De un lado, quedaron los radicales que apoyan las políticas neoconservadoras del gobierno y que es posible que confluyan electoralmente en 2025, sobre todo en los distritos en los que Milei todavía tiene buena imagen (Córdoba y Mendoza, entre otros). Del otro lado, quedó la conducción de la UCR, que busca mantenerse a flote desde un lugar de oposición. Su principal base de suste