A solo 100 kilómetros de La Paz, Bolivia, Loss Yungas se despliegan como una región de transición entre la árida altitud andina y los exuberantes valles subtropicales. Entre estos pueblos se destacan Tocaña, Dorado Chico, Coscoma, Chichipa, Chicaloma y Mururata, que han sido históricamente hogar de la comunidad afroboliviana. Estas no solo poseen una riqueza natural impresionante, con cultivos de coca, café y cítricos, sino que también albergan un legado cultural único que se remonta a los siglos de la colonización española.
La historia de los afrobolivianos en Los Yungas está marcada por la resistencia. Desde su arribo al continente americano, fueron forzados a trabajar en las minas de plata de Potosí bajo la condición de esclavizados. A comienzos del siglo XIX, muchos fueron trasladados a los valles cálidos de los Yungas para trabajar en las haciendas de plantaciones de coca, cacao y café.
Cada uno de estos pueblos tiene su propia historia y contribución a la identidad afroboliviana. Tocaña, la región con más población afrodescendiente, es un pueblo cercano a Coroico, conocido por su intensa vida comunitaria y su conexión con la música y la danza tradicional afroboliviana, especialmente la saya. Esta danza, que mezcla ritmos africanos con elementos locales, es una de las expresiones culturales más fuertes de los afrobolivianos. En Tocaña, los tambores resuenan en las festividades, y sus habitantes continúan transmitiendo esta tradición de generación en generación, reivindicando su herencia africana. En este lugar se encuentra el museo: Centro de Interpretación Afro Cultural Tocaña, donde se narra la historia afroboliviana.
Chicaloma, por su parte, es un punto clave en la ruta histórica de las haciendas. Aquí, los habitantes siguen dedicándose principalmente a la agricultura. La vida en estos pueblos mantiene una conexión con la tierra que refleja la historia de lucha y adaptación de la comunidad.
Mururata es el corazón de lo que se conoce como el reino afroboliviano. El cual fue formado por personas esclavizadas en el siglo XIX. Esta región mantiene viva las tradiciones afrobolivianas, hay un esfuerzo constante por mantener las costumbres y enseñar a las nuevas generaciones sobre su rica herencia cultural.
El reconocimiento formal del "reino" afroboliviano por parte del Estado en 2007 marcó un hito importante, especialmente en el contexto de la Bolivia Plurinacional, donde se promueve la igualdad de todas las nacionalidades y etnias. Este reconocimiento es un paso crucial, pero queda mucho por hacer para mejorar las condiciones de vida en los pueblos de Los Yungas y asegurar las afroreparaciones que todavía quedan pendientes.
Los pueblos de Los Yungas no solo representan un pasado de lucha y supervivencia, sino también un futuro de esperanza y reivindicación cultural. La comunidad afroboliviana sigue demostrando que es parte fundante de la construcción de la identidad boliviana, y su legado es inmenso y perdurará por generaciones.