“Obvio, amoooor”, dice una de las cinco imitando los fraseos de La Cuerpo. Se ríen todas. De fondo se escucha Birtney, o Sudor Marika o alguna cumbia santafesina. En la plaza Velazco Ibarra (Av. Jujuy esquina México), como es común en las ollas populares, la energía se organiza de forma horizontal, desde la amorosa solidaridad y no desde la caridad verticalista. Se espera que hoy, al terminar esta acción organizada por el Frente Orgullo y Lucha y las organizaciones que componen la Comisión Organizadora de la Marcha del Orgullo 2024 - Línea Histórica, al menos 200 personas accedan al plato de comida que les faltó.

A metros se encuentra el Bachillerato Popular Mocha Celis orientado a personas travestis, trans y LGBTINB+, cuya comunidad y vecines forman parte de la actividad y desde donde se cocinaron las porciones de comida compartida.

“Esto comienza en las reuniones de la Comisión de la Marcha del Orgullo línea histórica 2024. Ahí empezamos a pensar esta situación con el hambre y los discursos de odio. Sobre todo lo que vemos desde Teje Solidario, uno de los 11 programas que tiene la Asociación Civil Mocha Celis, y que comenzó en la cuarentena para abordar la pobreza estructural que dejó, donde muchas compañeras y compañeros no llegan a comer todos los días. Ese programa consiste en una caja de alimentos que cada vez se puede menos y cuesta más”, cuenta el presidente saliente y cofundador de la Mocha Celis, Francisco Quiñones Cuartas.

Esta es la primera de la que se proyecta serán muchas acciones de este tipo, orientadas de manera abierta a todas las personas que se acerquen. “Pensamos no solo abrazos a la comunidad LGBT –dice Francisco–; sino también a los jubilados y todos los sectores que estamos sintiendo esta transferencia de recursos de las bases a los sectores concentrados. Es una acción pensada desde la comunidad LGBT+ a toda la sociedad”.

Virginia Silveira es egresada de la primera cohorte del Bachillerato en el año 2014. Ahora es docente y preside la asociación civil: “Vemos como son cada vez más estudiantes que no vienen porque no pueden llegar a comer todos los días. Una persona con hambre no puede estudiar. El hambre interrumpe muchas cosas en las vidas de las personas”.

“Se piensa que las travestis 'solo servimos para la prostitución' y esto demuestra que podemos generar estas acciones políticas”, agrega Virginia.

Esta acción se lleva adelante en un contexto de criminalización de la ayuda social, de persecución a líderes y lideresas políticas y a un desprestigio de las agrupaciones sociales, en particular de los comedores y centros de primera ayuda. Sin ir más lejos, tan solo 10 minutos antes del horario planteado para el comienzo, tres policías de la ciudad –bordó y no justamente de la vergüenza– se acercaron a la plaza a pedir permisos y documentaciones para el evento. Los permisos no eran necesarios, claro estaba, y rápidamente se marcharon pero configura una acción de desgaste evidente y repetida a lo largo y ancho del país, sobre todo de proyectos sostenidos por mujeres y disidencias.

El modo en que el yugo del ajuste y el neoliberalismo afecta la vida de las personas LGBT+ y en particular las trans no es una sensación ni una ideología. Según el Primer Relevamiento Nacional de Condiciones de Vida de la Diversidad Sexual y de Género de Argentina, financiado por la Agencia I+D+I y llevado a cabo por mas de 50 profesionales de todo el país reveló que son especialmente las mujeres trans las que más recibieron ropa, alimentos, mercadería de comedores, gobierno, iglesias, escuelas, etc. (22,8%) y quienes más han tenido que pedir préstamos de dinero a familia, amistades o entidades financieras el año previo al relevamiento (43,3% seguido de un 41,4% de las personas no binarias).

Además, una de cada dos masculinidades trans habita viviendas prestadas u ocupadas. En tanto a la desocupación, el informe arroja una cifra de 7,3% y en lo particular a masculinidades y feminidades trans esa cifra escala al 14,3% y 12,3%, respectivamente. Del total de entrevistades, el 14,1% dijo haber tenido un trato desigual y un 5,1% que han sido blanco de agresiones. 

Espacios como el de las agrupaciones que forman parte de la acción de hoy trabajan incansablemente para transformar la vida de las personas desde una perspectiva de derechos. “Para mi fue un antes y un después. Realmente me cambió la vida. Me reeduqué, recuperé mis valores morales; una cuando esta en la calle pierde sus valores como persona. El Mocha Celis me dio una oportunidad que yo me merecía, me dio autoestima”, cuenta Sofía Chaparro, egresada del Bachillerato y actualmente trabajadora del mismo.

“Ahora estoy del otro lado de la vereda, con otra cabeza, ayudando a la gente que esta en ese lugar yo estuve antes. Me llena el alma porque es todo a pulmón, son actos del corazón”, cuenta en relación a esta olla popular enmarcada en el programa antes mencionado, Teje Solidario, que acerca una caja de alimentos a 450 personas por mes, pero que tiene una demanda de 1000 personas y que se sostiene por la praxis política de aquellos que sostienen que la salida es colectiva, que es con todes adentro y sin hambre.