Luego de un mes a puro vértigo, con la confirmación de su lugar en la Fórmula 1, el estreno en Monza, la experiencia en el callejero de Bakú y la primera carrera nocturna en la máxima categoría en Singapur, todos exámenes superados con puntuación alta, a Franco Colapinto le llega un período de descanso, con tres semanas para recargar energías, seguir mejorando su físico para la máxima exigencia y plantarse desde otro lado para las próximas seis carreras que le restan en el calendario. Porque cuando el viernes 18 de octubre en Austin salga a rodar con su Williams de cara al Gran Premio de Estados Unidos, la F1 estará con la lupa encima ante un piloto diferente al que se subió al auto casi de apuro en el GP de Italia.

Con tres carreras completas solventadas sin mayores errores, con maniobras que despertaron elogios desde diferentes ámbitos, con sus primeros puntos en el Mundial, con una superación evidente sobre su antecesor Logan Seargent y con una paridad llamativa con su experimentado compañero de equipo Alex Albon, Colapinto llegará a Austin con otros objetivos y otras presiones. Él mismo subió tanto la vara que metas impensadas hace un mes, sonarán, de mínima, a frustración, si el argentino no consigue alcanzarlas. Y para sus colegas, ya no será el simpático rookie que está conociendo el auto sino un rival al que hay que tenerlo muy en cuenta porque ya mostró sus armas arriba del Williams con el número 43.

Puede ser casual que justo Albon, su compañero de equipo, y Carlos Sainz, el piloto que ocupará su butaca en 2025, hayan sido críticos con su maniobra de la largada en Marina Bay, en la que pasó del duodécimo al noveno puesto y que despertó elogios en toda la prensa internacional, sobre todo la británica. Pero tampoco se puede ser ingenuos. Albon, que se quejó por la radio durante la prueba, aunque ya en los boxes minimizó la bronca y destacó que hubiese hecho lo mismo, y Sainz, que exageró un escenario de peligro que nunca existió, empiezan a sentir que ese argentino de 21 años los puede sacar de esa zona de confort que tenían hasta antes de su irrupción.

Por el contrario, Lewis Hamilton, que no lo pudo superar durante más de diez vueltas en Bakú, y Sergio Checo Pérez, que lo persiguió desde la largada hasta el cambio de neumáticos en la vuelta 26 sin poderlo pasar en Singapur, no tuvieron reparo en elogiarlo. "Están manejando tan bien, no cometen errores, son muy talentosos y tienen un futuro brillante por delante. Quiero asegurarme de ser positivo y alentarlos en lugar de hablar negativamente, algo que muchos hacen sin razón", dijo el siete veces campeón del mundo sobre el argentino y Oliver Bearman, el reemplazante de Kevin Magnussen en Haas. "Colapinto es muy bueno. Es difícil de superar", dijo "Checo" Pérez en la radio con Red Bull durante la carrera. Y luego, la siguió en los pits. "Creo que hizo una carrera fantástica. No se equivocó en ningún momento. Era muy difícil seguirle el ritmo", insistió el mexicano en la rueda de prensa.

Con ese panorama, Colapinto ya se siente con otro estatus en su escudería. Durante la carrera en Marina Bay, cuando se vislumbraba que las detenciones en los boxes iban a ser determinantes para el resultado final, le pidió al equipo que afinara la estrategia, para que no lo mandaran a la pista con tráfico. Tras su paso por los pits, Williams lo devolvió a la pista undécimo, lo que le hizo perder dos de las tres posiciones que había ganado en la largada y lo sacó de los puntos. "Me pararon muy tarde, creo que hubiese llegado a los puntos si hubiéramos elegido estratégicamente bien el momento de parar", criticó al equipo. E insistió: "Una lástima no haber podido mantenerme en el top 10 por una parada un poco tarde y lenta; cosas que están fuera de mi control".

De aquel "los mecánicos son los héroes del día" tras el toque a la pared en la FP2 en Bakú que sonaba a pedido de disculpas públicas a esta declaración firme y con cierto tono de reproche, apenas pasaron dos carreras. Las suficientes para que Colapinto dejara en claro que no se subió a pasear en un Fórmula 1 y para que, a partir de sus resultados, tenga suficiente autoridad para reclamar al equipo la misma eficiencia que él está demostrando en la pista. Por eso, los elogios del jefe de ingenieros de Williams, James Vowles, se repiten carrera a carrera. "Hizo un trabajo absolutamente increíble. Singapur es muy duro. Es la carrera más dura que él pudo haber experimentado en su vida”, expresó el británico. 

Ahora, la categoría se mudará a América y Colapinto tendrá tres semanas para analizar lo hecho y pensar en lo que viene. Pero ya tendrá casi 1000 kilómetros de carrera sobre el Williams, con experiencia en diferentes circunstancias y con los distintos compuestos de neumáticos, pero con un respeto ganado, de adentro y de afuera, que le demandará otros objetivos y otras responsabilidades, más allá de los rumores que aparecerán sobre su futuro en 2025. "Estoy muy ilusionado por estas seis carreras que se vienen”, sintetizó Vowles sobre lo que espera de su gran apuesta.

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