Aurora es un título cargado de connotaciones que superan su sustancia musical de matriz italiana y su argumento, vinculado nada menos que al nacimiento de la Patria. Articulada en tres actos, transcurre en Córdoba, durante los días de mayo de 1810. Entre personajes históricos puntuales como el contrarrevolucionario Santiago de Liniers y el patriota Martín Miguel de Güemes, la trama se recuesta sobre la pareja romántica de las fórmulas operísticas. El joven revolucionario Mariano -interpretado por el tenor Fermín Prieto- está enamorado de Aurora -la soprano Daniela Tabernig-, hija del jefe español Don Ignacio, que encarna el barítono Hernán Iturralde. La ópera de Héctor Panizza se presentará en el Teatro Colón, con funciones el martes 24, jueves 26 y el martes 1º de octubre a las 20, y el domingo 29 a las 17.

Producto del encargo del gobierno para la reinauguración del Teatro Colón, en 1908, Aurora no deja de ser una ópera italiana, más allá de las derivas de su historia en la historia argentina. “Aurora es hija del verismo italiano”, asegura su director musical, Ulises Maino. “Panizza la compuso bajo la influencia de (Pietro) Mascagni, de (Ruggero) Leoncavallo, del último (Giacomo) Puccini. La compuso en italiano, por ende la música se ciñe a las inflexiones de esa lengua, como el tratamiento de las voces. El tema también: la Patria y el amor son tópicos propios del verismo”.

El libreto que Luigi Illica –colaborador de Puccini y Umberto Giordano, entre otros–, elaboró en italiano, contó con el asesoramiento en “asuntos nacionales” de Héctor Cipriano Quesada, autor de obras de carácter histórico como Barranca Yaco y El alcalde De Alzaga. En 1943, por esas obsesiones por la pureza del lenguaje que tenía el mismo gobierno que había depurado del lunfardo varias letras de tango, fue traducido al castellano por Josué Quesada y Ángel Petittaf. Aurora agregó así a su nutrido bagaje extraoperístico un dato concreto sobre la imposibilidad de la traducción literal. La famosa incorporación al habla de los argentinos del término “aurora irradial”, es sólo una de varias perlas al respecto.

Es que de esta ópera salió la "Canción a la bandera" que se sigue cantando en las escuelas, es el aria que Mariano canta en el intermezzo épico, al final del segundo acto. “Es un intermezzo que se solía hacer por separado del segundo acto, pero en esta versión la vamos a hacer como gran final del segundo acto”, cuenta Maino. “Aurora, la protagonista, está sola y sabe que podrár escapar con Mariano, a vivir su pasión lejos de su padre. Es de noche. Va llegando el alba, con coral de maderas y bronces, muy rítmico, muy patriótico, muy inspirador. El coro entra en escena y comienza el gran final, un poco a la Puccini, a la Verdi, que culmina con la canción a la bandera, que canta Mariano”, describe.

Del elenco de cantantes, todos argentinos, forman parte además Alejandro Spies, como Raimundo, Santiago Martínez como Bonifacio, Cristian Maldonado en el rol de Don Lucas, Virginia Guevara haciendo de Chiquita y Claudio Rotella en los paños de Lavin, entre otros. Participan además la Orquesta y el Coro Estable del Teatro Colón.

“Elegimos hacerla en castellano, pero tomando numerosos recaudos”, advierte Maino. “Con Beatriz Gambartes (encargada de la puesta en escena) retocamos varias cosas de la traducción original. Hicimos una versión nuestra, porque consideramos que el texto estaba muy pasado de moda y en muchos casos, mal puesto. Modificamos algunas notas y ritmos de la partitura para que el texto se ajuste a la música y finalmente se entienda”, asegura el director musical, actualmente radicado en Austria.

Maino destaca el humor del comienzo del primer acto, con los cuatro escolásticos que trabajan en el monasterio de la Compañía de Jesús tirándose libros entre ellos, antes del vuelco súbito a la tensión patriótica. Es entonces cuando Mariano recibe un mensaje en el que queda claro que ya empieza la Revolución en Buenos Aires.

Los coros femeninos del segundo acto, con hijas y madres que quieren saber de qué se trata y el protagonismo de Don Ignacio, entre la espada y la pared en el tercero, van delineando la llegada de un final que entre la falta de puntería y su condición de “drama lírico” obedece también a los escabrosos cánones del verismo. “Aurora es una ópera símbolo, pionera en la música lírica argentina”, asegura Maino y agrega más argumentos para no dejar de verla. “Es una ópera que se identifica muchísimo con la historia del Colón, porque se compuso para este teatro, y además va mucho más allá de la ‘Canción a la bandera’. La historia es muy atrapante, la música es bellísima y representa un gran arco dramático. Además, la puesta en escena y el elenco de cantantes, es de gran nivel”.