Hace ya más de dos décadas el entonces presidente Néstor Kirchner le pidió a Roberto Lavagna en el salón Blanco de la Casa Rosada, entonces su ministro de Economía, que reescribiera el Análisis II de Deuda Externa, Crisis y FMI, dado que la versión original del mismo, que sigue figurando en la página del ministerio de Economia “era muy light“ con las responsabilidades del organismo en la grave crisis argentina del 2001, en la que había tenido una enorme responsabilidad, que nunca fue juzgada.

Luego ese informe terminó en mis manos; fue reescrito de una forma más "contundente" con las responsabilidades del FMI y los bancos. Pero nunca se publicó. Pude dejar una copia impresa cerca del féretro de Kirchner, como quien cumple, lejanamente, una promesa (sobretodo con él, que dio la orden de hacerlo). Siempre me indignó como estudiante de abogacía que un presidente da una "directiva" y luego la misma se pierde en el camino por la cobardía no del presidente, sino de los funcionarios intermedios, que aplauden en público, pero bajan la cabeza en privado, o negocian o callan por otros motivos, que uno nunca termina de entender del todo. El presidente Kirchner (a quien Caputo, que nos endeudó de manera criminal con el FMI se atreve a descalificar) no podía saber que su pedido a Lavagna, que lo derivó a Guillermo Nielsen, entonces su secretario de Finanzas y actual embajador en Paraguay, de quien yo fui pasante, iba a terminar, junto a Sergio Chodos, luego mano derecha de Guzmán, reescribiendo ese informe del MECON. La reescritura del mismo me valió un apodo: Palinodia. El apodo fue del vocero de Lavagna, cuyo hijo es hoy, al parecer, funcionario de Milei. Vueltas de la historia.

La reescritura del mismo tuvo un capítulo que llevaba por título "cantar la palinodia“, en alusión a la responsabilidad que debían asumir muchos actores en la grave crisis argentina del 2001. Empresarios, medios, bancos. Nadie la quiso asumir. Nadie se hacía cargo de nada. Pero la deuda estaba atada a la convertibilidad y las privatizaciones, lo cual hoy tampoco se dice. Ningún juez se atrevió, como siempre, a juzgar a nadie. Lo curioso es que la misma jueza que tiene en sus manos el atentado contra Cristina, tiene la causa por la deuda externa con el FMI, que nace a partir de un decreto presidencial que instruyó en su momento a la Procuración del Tesoro de la Nación a ser querellante, porque se estaba afectando el interés público de todos los argentinos. No solo la soberanía, sino el plato de comida de todos, como sucede hoy, que se reprime a los jubilados y se recorta el "gasto" en educación. La figura que enhebra todas las causas es siempre el mismo apellido: Caputo. Su apellido aparece en la causa de deuda externa, pero también en el intento de asesinato de la expresidenta. Capuchetti no avanza en ninguna de las dos causas. Ambas cajoneadas. La justicia no funciona en nuestro país. Sólo es fuerte con los débiles. “Justicia“ es otra cosa.

Pero volvamos a "tu marido“. Kirchner paga al FMI la misma semana que Brasil. Lo anuncia en el salón Blanco. El país se libera de las condicionalidades gravosas. Luego lee, acaso por arriba, el informe que le entrega Lavagna y le pide que "lo escriba de nuevo" pero esta vez "más en serio“, porque la versión original que le habían entregado era muy „light“ con el FMI. Y tenía razón. Ese informe fue reescrito, pero luego no podía ser publicado, según un funcionario de segunda o tercera línea “porque era muy duro con los bancos“. Habíamos contratado incluso a un diseñador gráfico, Alejandro Torchio, para que hiciera la maqueta de la nueva versión del informe. Nunca se publicó. No debía ser gran cosa, visto a la distancia, pero era más honesto con los argentinos. Les decía la verdad sobre la deuda externa criminal, sobre los dictámenes de la procuración redactados por el Citibanck y la larga cadena de humillaciones que la deuda nos produce. Sobre el pedido del organismo de derogar leyes! porque no le “convenian“ al FMI y sus bancos amigos, que esas leyes existieran. Básicamente era ponerse de rodillas. Parecía que eso "no se podía publicar“. Que era “mucho“. Estoy seguro que para Kirchner “mucho“ era lo que pasaba y pasa en el país. No un informe crítico. Hasta se exponia una nota de Anne Krueger.

Nicolás Dujovne, ministro de Economía de Macri, llevó a Lagarde a sonreir a la Di Tella, en lugar de llevarla al Congreso de la Nación, como manda la Constitución. Sonrieron para la foto. Dujovne es un apellido importante en Di Tella, que no conserva ya nada del espíritu del viejo instituto de arte, dado que el estudio de arquitectos Dujovne-Hirsch es quien comanda la carrera de esa universidad y remodeló el edificio de la ex-Alpargatas, donde viven muchos ex funcionarios del PRO, muchos ahora en el gobierno. Luego Caputo, violando procedimientos administrativos básicos, toma una deuda sideral, que fue tomada contraviniendo normas de derecho administrativo y constitucional. Es administrativamente impugnable y no pasó nunca por el Congreso. Tiene vicios procedimentales claros. Naturalmente, ningún juez argentino se atreverá nunca a juzgar ni a los bancos ni a los politicos que deliberadamente ponen de rodillas a nuestro país. Fuertes con los débiles, gas pimienta a los chicos y a los jubilados. De rodillas con el FMI y los bancos. Pero Kirchner no era eso. “Tu marido“ no fue eso Caputo! Tenía más coraje que ustedes, que se humillan con los grandes bancos, se bajan los pantalones con el FMI y reprimen a los jubilados. Hambrear a los jubilados no es valiente. Endeudar a un siglo a los argentinos, tampoco. El problema es que en la Argentina no existe un poder judicial serio, capaz de entender y juzgar, como en Brasil, el crimen financiero y economico complejo. Sus actores nos gobiernan. Necesitamos un procurador general no interino. Los interinatos duran como máximo seis meses. El actual jefe de los fiscales ya vio pasar tres presidentes.