¿Cómo se recuerda a quien supo "armar familia" en cada lugar de vida, de militancia y de trabajo? ¿Cuál es el homenaje justo para quien privilegió lo humano en cada ámbito en el que supo moverse? La gran familia de Mario Wainfeld, que abarca a sus lazos de sangre pero también a sus amigos, compañeros de militancia, de redacción y de radio, de música y canto, a sus lectores y oyentes, decidió que sería como a él le hubiera gustado, o más bien como él lo hubiera armado: con una gran juntada de afectos en la que no faltó aquello que fue una de sus marcas, la guitarreada colectiva y el canto de hinchada de "¡Ar-gen-tina, Ar-gen-tina!" que celebra el momento compartido. Así se recordó el primer aniversario de la partida (se cumplió el 21 de septiembre) de quien fue abogado laboralista, periodista, militante, intelectual comprometido, pero por sobre todas esas tareas, como refirieron cada uno de los que participó en el homenaje, una persona íntegra y humanamente excepcional.
Los senderos de Mario Wainfeld fue el título elegido para recordar a quien supo abrir camino y marcar huella. Y el auditorio de Ctera, el lugar justo para que el encuentro sucediera, con sus paredes rodeadas de imágenes de luchadores populares y la historia del gremio docente implícita en cada detalle. La vigencia de sus columnas dominicales en Página/12, sus editoriales en Gente de a pie, su programa en Radio Nacional, pero también más atrás, su paso por Radio Ciudad, y hasta la mítica revista Unidos, aquella publicación de los 80 que marcó la transición democrática, fueron recordados entre los senderos de Mario Wainfeld.
Y a la par, sus otros senderos: el del humor, una constante en el trato, al aire y en sus notas; la música, que incorporaba en vivo en sus programas de radio como condición y en sus cumpleaños con lista de temas; su fanatismo por River, incondicional; la militancia, el peronismo y todas sus formas con las que rompió; la política, como verdadera pasión y motor del hacer.
Desde una pantalla, las imágenes y las voces también recordaron a un Mario Wainfeld rodeado de referentes políticos y sociales, y feliz, con los brazos en alto y los dedos en V en otro de sus lugares en el mundo, en la calle, en una marcha, participando de una movilización popular.
Sus compañeros de Gente de Pie Paula Niccolini, Martín Rodríguez y Beto Solas ejercieron una suerte de conducción en la que fueron pasando a recordar a Mario quienes compartieron con él distintos ámbitos. Asi contaron quién y cómo fue Mario Wainfeld Hugo Yasky, Beto Quevedo, Fortunato Mallimaci, Roberto Marafioti, Irma Parentella, Dolores Solá. También la directora periodística de Página/12, Nora Veiras, e integrantes del diario como Martín Granovsky, Ernesto Tiffenberg, Victoria Ginzberg, Luis Bruschtein. Desde la pantalla, Taty Almeida, Teresa Parodi, Cecilia Rosetto, Carlos Tomada, Ernesto Semán, José Natanson, el armoniquista Franco Luciani. Entre el público estuvieron su compañera Cecilia Delpech, sus hijos Lucía, Lucas, Manuel, Santiago y Florencia. También muchos periodistas que compartieron con él estudios, redacciones y vida, Roberto Baradel, Héctor Recalde, Mercedes Marcó del Pont, el cura de Opción por los Pobres Domingo Bresci.
Yasky comenzó recordando que en este mismo auditorio Wainfeld fue nombrado "Maestro de Vida" por su trayectoria y su compromiso con las causas populares. Además de destacar "su generosidad, lucidez y humildad", agradeció "porque fue parte de nuestras luchas, nuestros sueños y está de alguna manera presente en esta batalla actual".
Sus compañeros de Gente de a pie recordaron "el decálogo de Mario": Tratar bien al que está del otro lado, al oyente o el lector. Ser riguroso al dar la información, saber elegir el dato principal sobre el que se va a hablar -"tanto que con Sergio Wischñevsky decíamos, más que a hacer columna venimos a dar un oral", bromeó Martín Rodríguez al recordar su modo de trabajo-. Abarcar el ágora y el palacio, saber qué dice el ministro de Salud y el enfermero. Entender el periodismo como una herramienta de transformación.
Ese decálogo tomó también forma escrita en el Seminario de Periodismo Político que dio en Anfibia, y del que se compartieron algunos puntos: "Los periodistas deportivos aman el fútbol. Los de espectáculos aman el cine, el teatro, la televisión. Los de política, en su mayoría, desprecian a la política. Es imposible ser un buen periodista político si se desprecia la política". Otro: "A lo largo de su carrera, el periodista político, por su práctica cotidiana, termina conociendo más ministros de Educación que maestros, más ministros de Salud que médicos de barrio. Escuchar al médico, al maestro, poner la oreja ahí, ayuda a salir del frasco palaciego".
"Este encuentro es una muestra de la cosecha maravillosa que dejó Mario", observó Nora Veiras, recordando anécdotas sobre el sentido del humor, la agudeza y el apego al rigor con el que trabajaba cotidianamente. "La de Mario siempre fue una palabra brillante, generosa, compañera, atenta a todo. Junto a todo lo que hizo y lo que fue y se dijo tan bien aquí, quiero destacar actitudes personales en las que reivindicó su calidad humana más allá de todo mérito profesional", resaltó.
A la incredulidad por que Mario ya no esté, Granovsky sumó otro sentimiento válido, el de la bronca. "Hay hermanos elegidos, y eso fue Mario para mí. Lo extraño permanentemente y me gustaría tenerlo acá al lado, no en esa pantalla", expresó. Recordó "locuras" de redacción, como el modo en que Mario pasó de columnista a editor de Política en el diario, y luego a jefe de la sección, "un cargo que le quedaba muy bien porque era un tipo que sabía conducir, crear climas, juntar aún en las disidencias, que nunca andaba con el dedito en alto", observó. O los cierres de edición con Mario y Sergio Moreno que pedían las notas imitando a Mercedes Sosa o a Eduardo Menem. O el cancionero de los cumpleaños en el que siempre estaban Sandro, Favio, varias zambas, la Internacional y la marchita.
También aquí hubo música, se dijo, como había en sus programas y en sus cumpleaños: "Luna cautiva" del Chango Rodríguez, "Oración del remanso", de Jorge Fandermole, la "Luna tucumana" de Atahualpa Yupanqui, junto a la guitarra de Alejandro Lera, y con todos los presentes cantando, esta vez, en honor a Wainfeld.
Al finalizar el homenaje, un oyente y lector de Mario le cuenta a esta cronista por qué se sintió llamado a asisitr al homenaje: "es que lo conozco de toda la vida", reflexiona, recordando con claridad momentos de años atrás, como una "agarrada" al aire que tuvo con Quique Pesoa ("tenía razón Mario", asegura) y otros más cercanos, intervenciones precisas en el debate político de cada momento. Juan es taxista y cuenta que una vez "tuvo la suerte de llevarlo", que no le quiso cobrar y la broma que le devolvió entonces: "Mirá que te espero todos los lunes".
Tal vez, el mejor modo en que hubiera querido ser recordado Mario: como el tipo que supo entablar una conversación que se enriquece y continúa, con esos otros y otras a los que siempre valoró del otro lado.