Stella, una vida - 6 puntos
Stella, Ein leben, Alemania, 2023
Dirección: Kilian Riedhof
Guion: Marc Blöbaum, Jan Braren y Kilian Riedhof
Duración: 120 minutos
Intérpretes: Paula Beer, Bekim Latifi, Damian Hardung, Katja Riemann, Lukas Miko, Jannis Niewöhnner, Maeve Metejka.
Estreno en salas.
Con cuatro nominaciones a los premios Lola, los Oscar alemanes, Stella, una vida es uno de los títulos más destacados del cine germano en 2024. Dirigido por Kilian Riedhof, cuenta la historia de Stella Goldschlag, una joven judía que durante la Segunda Guerra aceptó “colaborar” con el régimen nazi para evitar su deportación y la de sus padres a los campos de exterminio. Dicha colaboración consistió en denunciar, perseguir e incluso atrapar ella misma a otros judíos que se ocultaban en Berlín. El siniestro vínculo se mantuvo desde 1943, cuando la chica de 21 años fue capturada y torturada por la Gestapo, hasta 1945.
La película entiende el trágico doble carácter de la joven durante el conflicto, que la convirtió al mismo tiempo en víctima y victimaria. Lejos del estigma, el film intenta ser comprensivo casi hasta sus últimas escenas respecto de la situación compleja de Stella, exponiendo la confluencia de los hechos que le impusieron un nefasto destino en la historia. O al menos en parte, porque el desarrollo del personaje también deja claro el lugar que ocupa la propia conciencia en la difícil decisión que debe tomar. Sin negar su responsabilidad en los hechos que la tuvieron como protagonista, Stella, una vida ilustra el espantoso proceso de transformación en el que ella se convierte en verdugo, sin dejar nunca de ser víctima.
El mérito de que ese retrato sea verosímil en buena parte reside en la labor de la actriz Paula Beer, uno de los rostros más conocidos del cine alemán gracias a su colaboración con cineastas como Cristian Petzold (Transit, 2018; Ondina, 2020; Cielo rojo, 2023), Florian von Donnersmarck (Nunca apartes la mirada, 2018), o Francois Ozon (Frantz, 2016). Es a través de su mirada que el espectador accederá a su historia, permitiendo que el proceso en el que culpa y horror se convierten en otra cosa sea percibido de forma subjetiva. Beer es convincente a lo largo de todo el arco dramático que el personaje atraviesa, desde la etapa de la inocencia, cuando su sueño de ser cantante de jazz se esfuma con los primeros años de la guerra, hasta la negación de la responsabilidad de sus propios actos, pasando por el aberrante proceso de deshumanización al que es sometida por sus captores.
La actriz encuentra, además, un oportuno apoyo en todos los rubros técnicos, a partir de los cuales el drama de Stella, una vida consigue ser representado de forma convincente. Tanto los diseños de producción y vestuario, maquillaje y peinados, como la fotografía y los efectos visuales, todo se articula para construir el marco adecuado. No solo en la representación de la época, sino de esa atmósfera asfixiante que la Berlín de la década de 1940 debió tener para las víctimas del nazismo.