Javier Milei fue en persona a presentar el presupuesto al Congreso, según él porque “es economista” pero, para ir a repetir la zoncera del déficit fiscal, podía haber mandado a cualquiera. En su papel de mesías dijo: “La piedra basal de este presupuesto es el déficit cero”. En su rol de cepador serial anunció "ponerle cepo al gasto público", cuando aún no pudo sacar el cepo al dólar. Para ello adelantó que habría que esperar recién a cuando la inflación sea cero, el equivalente a “el día que las vacas vuelen y que la Argentina baje la inflación” en la vieja canción de cancha que se burlaba del rival augurándole una seria dificultad para campeonar. Por lo pronto, el propio presupuesto dice que la inflación el año que viene será de 18,3 por ciento, el Relevamiento de Expectativas de Mercado del BCRA 38,4 por ciento, y la OCDE 48,7 por ciento.
Para preparar el clima de diciembre anunció un blindaje, "este presupuesto blinda el equilibrio fiscal, sin importar el escenario económico". Si Fernando De la Rúa consiguió un blindaje financiero y terminó en la crisis del 2001, ¿qué puede esperarse de Milei, que hasta ahora no ha conseguido que le blinden un dólar, y solo puede ofrecer autoblindarse el superávit fiscal en pesos?
Las palabras cepo y blindaje no parecen la mejor elección para dar un guiño a los mercados, por más que se les quiera dar otro significado. Es como gritar la palabra “bomba” en un aeropuerto. Como Scooby-Doo, el gobierno ya no sabe qué señales dar. Dijo que compró los dólares para pagar los intereses en enero. En el mercado hay instrumentos para asegurarle esos dólares a los acreedores, pero el gobierno prefirió el vago y chamuyero “ya sale lo tuyo”.
A poco de concluir el plazo pautado en el cronograma con el FMI aun le faltaban cerca de 2000 millones de dólares para cumplir la meta de acumulación de reservas. Las dos balas a las que puede aspirar son el resultado del blanqueo y que los socialistas del FMI lo vuelvan a ayudar, como ya lo hicieron los comunistas de China cuando le renovaron el swap. La paga fue que Milei sorprendentemente no nombró al país comunista más grande del planeta cuando enumeró a Venezuela y Cuba en la ONU.
El gobierno no solo desaprovechó una oportunidad histórica para mostrar cordura en dicha reunión, al ningunear la agenda de los anfitriones (el mundo entero) llamándolos socialistas, sino que anunció el fin de la neutralidad histórica de la Argentina, término referido a las dos guerras mundiales. Tal es la gravedad en un momento que suenan tambores de una tercera guerra.
A un presidente que hambrea jubilados, recorta a las universidades y escatima ayuda a Córdoba -que le dio el triunfo- prendida fuego para ahorrarse unos pesos cabe citar al gran economista cordobés Mariano Fragueiro: “Líbrenos Dios de llegar el caso en que el gobierno argentino se propusiera atesorar para presentar sobrantes, porque eso supondría ineptitud por una parte y por otra la manía del avaro que, en vez de hacer fructificar su fortuna por el trabajo, la esteriliza atesorando”.