Israel intentó este viernes matar al líder de Hezbolá, Hasán Nasrala, en un bombardeo contra la sede central del grupo chiíta libanés en los suburbios meridionales de Beirut conocidos como el Dahye, en el que al menos dos personas murieron y más de 70 resultaron heridas.

Desde su hotel en Nueva York, primer ministro israelí Benjamín Netanyahu dio luz verde al ataque momentos antes de su participación en la Asamblea General de la ONU, según una imagen divulgada por su oficina en la que aparece el mandatario, acompañado de su secretario militar y su jefe de gabinete. Por el momento, se desconoce el paradero o el estado de salud del líder de Hezbola, e Israel no confirmó si estaba o no dentro de la sede del grupo chiíta cuando esta fue bombardeada.

La Agencia Nacional de Noticias del Líbano (ANN) informó que los bombardeos causaron una gran destrucción, derrumbando varios inmuebles residenciales del Dahye, además de generar importantes daños materiales en el barrio de Haret Hreik, según el medio estatal.

Fuertes explosiones resonaron por toda la capital y poblaciones adyacentes, y enormes columnas de humo se pudieron ver elevándose desde la zona a grandes distancias, algo que no había ocurrido con ninguno de los seis bombardeos perpetrados contra la zona desde el inicio de los choques.

El repudio libanés

El primer ministro del Líbano, Najib Mikati, repudió los bombardeos contra los suburbios meridionales. "La nueva agresión demuestra que al enemigo israelí no le importan todos los esfuerzos internacionales y los llamamientos para un alto el fuego", dijo Mikati, según un comunicado difundido por su oficina en su cuenta oficial de la red social X.

El libanés, que en los últimos días mantuvo encuentros con las autoridades de varios países occidentales y de Medio Oriente en los márgenes de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, señaló que esta situación requiere que la comunidad internacional disuada a Israel para detener lo que denominó como una guerra genocida genocida contra su país.

Según la nota, Mikati se puso en contacto con el comandante del Ejército libanés, Joseph Aoun, para conocer la información disponible sobre esta agresión y con el coordinador del Plan Nacional de Emergencia del Líbano, Nasser Yassin, para pedirle que movilice a todos los equipos en vistas de que el número de víctimas aumente considerablemente.

Hasta el momento, el Ministerio de Salud Pública libanés informó de la muerte de dos personas y de 76 heridos como resultado de los bombardeos israelíes. Según el desglose de estos datos, que son el balance inicial de víctimas, 61 personas sufrieron heridas menores y otras 15 terminaron hospitalizadas.

Escalada regional

Mientras tanto, Irán calificó los ataques israelíes como un crimen de guerra cometido con bombas estadounidenses. "El régimen estadounidense es sin duda cómplice del régimen sionista y debe rendir cuentas”, sostuvo el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Naser Kananí, en declaraciones recogidas por la agencia estatal IRNA.

Kananí consideró además que los continuos ataques contra los pueblos de Palestina y Líbano muestran que las llamadas a un alto el fuego por parte de Estados Unidos y algunos países occidentales son un claro engaño con el objetivo de ganar tiempo para la continuación de los crímenes.

Antes de esas palabras, la embajada iraní en Líbano afirmó que los recientes bombardeos suponen una escalada peligrosa. “No hay duda de que este crimen condenable y comportamiento imprudente representa una escalada peligrosa que cambia las reglas del juego y requiere un castigo y una disciplina apropiados para su perpetrador”, indicó la sede diplomática en un mensaje en X.

Por su parte, el secretario general de la ONU, António Guterres, expresó su preocupación por los bombardeos sobre Beirut. "Estamos observando con gran alarma los acontecimientos que se desarrollan en Beirut (...) Estas acciones ponen tanto a la población libanesa como a la israelí en peligro, así como amenazan la seguridad y la estabilidad regional", afirmó el portavoz de Guterres, Stéphane Dujarric, en una rueda de prensa desde Nueva York.

Dujarric añadió que la ONU también está profundamente preocupada por la fuerte escalada de las hostilidades a través de la Línea Azul, que separa la frontera sur de Líbano y el norte de Israel, y que su misión de paz desplegada en la zona, UNIFIL, continúa participando activamente para ayudar a reducir las tensiones entre las partes contendientes. "Apoyamos plenamente los esfuerzos diplomáticos para poner fin a la violencia, restablecer la estabilidad y evitar un sufrimiento humanitario aún mayor en la región", agregó el portavoz.

Crisis humanitaria

La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) alertó que el Líbano sufre los más amplios y violentos ataques en décadas, lo que lo convierten en una gran catástrofe humanitaria. Así lo indicó en Ginebra el representante en el Líbano de la ACNUR, Ivo Freijsen, quien denunció que ante la enorme dimensión de lo que está sucediendo bajo los bombardeos de Israel es imprescindible que los donantes incrementen su financiación para los programas de ayuda al país.

Freijsen remarcó que la protección de los civiles es una obligación de las partes en un conflicto e insistió en la necesidad de que se produzca una urgente desescalada y en que se protejan a los civiles, incluidos los trabajadores humanitarios, en concordancia con la ley internacional humanitaria. "Hoy en el Líbano los programas regulares de ayuda absorben la mayoría de los recursos y dejan poco para elevar rápidamente el gasto y atender nuevas necesidades. Los desafíos de acceso logístico, incluido cualquier potencial cierre del aeropuerto, se sumarán a estos impedimentos", apuntó Freijsen.

Hezbolá inició un fuego cruzado con el norte de Israel el 8 de octubre de 2023, al día siguiente del ataque de Hamas contra territorio israelí en el que murieron 1.200 personas y del inicio de la guerra en la Franja Gaza, en lo que el partido-milicia describió como un gesto de solidaridad con los gazatíes. Desde entonces, reiteró en numerosas ocasiones que detendría el lanzamiento de cohetes y de misiles contra Israel si este ponía fin a la guerra en el territorio palestini, donde ya se superan los 41.400 muertos y hay más de 95.500 gazatíes heridos.

Sin embargo, el conflicto se intensificó la semana pasada, tras la explosión simultánea de unos 5.000 aparatos de comunicación en manos de integrantes de Hezbolá, y el asesinato de varios de sus altos mandos en otro ataque en Dahye el pasado viernes. Desde entonces murieron más 700 personas en Líbano y miles resultaron heridas.

Esta situación hizo que más de 90.000 personas tuvieran que abandonar sus hogares, de entre los que cerca de 40.000 afectados se encuentran albergados en unos 283 centros de acogida establecidos por las autoridades en diferentes puntos del país, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

De este modo, en algo menos de una semana se registraron casi tantos desplazamientos como en un año entero de enfrentamientos entre Israel y Hezbolá, puesto que desde el estallido del conflicto hasta el jueves de la semana pasada había unos 111.000 desplazados del lado libanés.

En los últimos días, el volumen de huidas desde las áreas meridionales fue tal que la carretera hacia Beirut sufrió embotellamientos de muchas horas, mientras que las autoridades tuvieron que abrir un gran número de nuevos colegios para acoger a las familias. La OIM alertó de que muchos de ellos probablemente fueron desplazados por partida doble y ya habrían abandonado su lugar de residencia inicial durante los primeros once meses de choques fronterizos entre las partes.