No quiero espoilearle la realidad, lector. Entiendo que quizás la haya dejado de lado para ver una serie fantasiosa donde ganan los buenos o por lo menos empatan y van a penales, pero tampoco quiero traicionar mi propio deseo de que esta columna sea un sitio de reflexión, pregunta y espacio para el absurdo. Por eso me animo a decirle que, a mi manera de ver, estamos viviendo un tiempo de ectopías. Si, con “EC”, y no con “U”.
“Utopía”, nos dice el diccionario wiki-castellano, es un “plan, proyecto, doctrina o sistema ideales que parecen de muy difícil realización”. O sea, nos habla de algo “ideal” que suele remitir a lo deseable, hermoso, “ojalá-que”. Y, en el uso y costumbre, más que a lo “difícil” (licencia wiki para no aguar la fiesta), se asocia a lo “imposible”, a algo que es más bien un sueño del que uno no quisiera despertar, pero sí.
“Ectopía”, en cambio, nos dice el mismo sabelotodo, no es “el nombre de un país africano mal pronunciado”, ni “cuando el tío Héctor se transforma en pájaro y pía”, sino un término de la medicina, que significa “anomalía de situación de un órgano, y especialmente de las vísceras”. Dicho en argentino básico: “un órgano ectópico está donde no debería, o no está donde debería”.
Los obstetras diagnostican “embarazo ectópico” cuando el embrión se instala en otro lugar que no sea en el útero (ovario, trompa de Falopio, vulva, lápiz de labios, cartera…), lo cual lo vuelve inviable, o sea, imposible –aunque no utópico, en este caso, ya que no es ideal ni mucho menos-.
Si donde tiene que estar el riñón está el hígado, es “ectópico”; si donde tiene que estar el corazón está el pene o la vagina, hablamos de alguien que sólo quiere sexo, pero sin amor. Extrapolando:
-Si donde tiene que estar el presidente (ejerciendo política) está el ministro de Economía (pensando todo en términos de gasto-ahorro), es un gobierno ectópico.
-Si los jóvenes, en lugar de estar aprendiendo y formándose están siendo manejados a través de un celular, y perteneciendo al grupo sanguíneo “acreedor universal”, es otra ectopía.
-Si la meta del progresismo es mejorar un poco en una encuesta..., eso ya se me va de la ectopía al terreno de otra palabra que por buen gusto no diré.
-Si quien debe cuidarnos es quien nos maltrata, si quien habla de amor ejerce violencia, si nos miran a los ojos esperando encontrar el número de nuestra cuenta bancaria, si los padres ejercen de hijos de sus hijos, o los hijos ejercen de padres de sus padres, alguien está en el lugar equivocado.
-Si el dinero va a parar a los lugares donde menos se lo necesita, eso... ¡Naaah, eso es capitalismo financiero, nomás!
Quizás el propio presidente, en aquella noche del 19 de noviembre, se haya preguntado: “¿Qué estoy haciendo yo aquí? ¿Yo digo que vengo a hacerlos percha y ustedes me votan? ¡Despertame, Karina!” .
Es posible que el presidente, por su propia trayectoria, hasta se sienta a gusto en estos tiempos ectópicos. Quien fuera excluido de familia, escuela, empresas y tantos otros sitios, puede verlo como una especial revancha: “¡Ahora el incluido soy yo; y el excluido son todos ustedes, ustedas y ustedos!”.
Quizás la dirigencia nacional y popular se estuviera preguntando “¿En qué se equivocaron?”, aunque algunos, más autocríticos, se preguntarían: “¿En qué NOS equivocamos? Y otros, quizás más psicoanalizados, irían a: “¿En qué NO nos equivocamos?". Es posible que esta sea las próxima interna. Ojalá haya más preguntas en juego.
Quizás recuerden ese chiste que suelo contar, el del tipo que va en coche por la autopista y oye que por un parlante dicen: “¡Cuidado que hay un coche a contramano!”, y piensa: “¡Uno no, son como diez mil!”. Y es posible que las señales de tránsito le den la razón.
Quizás nos demos cuenta de que cuando seguimos la agenda del otro, gana el otro aunque pierda, porque es quien decide qué se juega y qué no.
Detesto estos tiempos de ectopía porque no sé dónde estoy, pero sé que no es donde debería. Ojo, tampoco me gustan las “utopías” que, en nombre del ideal inalcanzable, se llevan puesta a la vida cotidiana.
En fin, querido lector, disfrutemos la primavera, antes de que las golondrinas crean que están en el lugar equivocado y se vayan.
Sugiero acompañar esta columna con el video “Para el rico lo que es del pueblo”, de Rudy-Sanz, parodia actualizada del legendario tema de Piero y José Tcherkaski: