Mi adolescencia y la escuela secundaria en los '60 fueron bastante luminosas. Lo pasé muy bien, aunque por supuesto que también hubo sombras.

Un recuerdo oscuro me lleva a una ocasión en que nos juntamos varios compañeros a estudiar –es un decir– en la casa de uno de ellos.

El dueño de casa era el mejor alumno, y un tipo serio, tímido, muy formal y de pocas palabras. Nos tenía preparada una sorpres