A cuatro años y medio de la muerte de Carlos “Bocacha” Orellano, el joven que había salido a bailar al boliche Ming River de la Fluvial y fue encontrado muerto en el río Paraná dos días después, la Cámara Penal reclasificó el delito como “lesiones leves seguidas de muerte por abandono” y en base a ello rebajó las penas de los tres condenados: dos policías y un patovica del lugar. Además, los camaristas confirmaron la absolución del cuarto acusado.

El tribunal formado por los jueces Alfredo Ivaldi Artacho, Georgina Depetris y Gabriela Sansó confirmaron parcialmente el fallo de primera instancia pero modificó a la baja la sentencia original.

El policía Gabriel Julio Nicolossi recibió la confirmación de su condena pero por delitos recalificados como lesiones leves, abandono de personas seguido de muerte y falsedad ideológica de documento público agravada, por lo que los camaristas le impusieron una pena reajustada de 9 años de prisión efectiva.

La agente Karina Laura Gómez fue condenada como coautora de abandono de persona seguido de muerte y falsedad ideológica de documento público agravada, y su sentencia reajustada a 7 años con la modalidad de prisión domiciliaria y vigilancia electrónica.

Además, el tribunal revocó la medida cautelar que extendía la inhabilitación absoluta para ocupar cargos públicos a los dos efectivos policiales.

Sobre el patovica Emiliano Oscar López, la Cámara confirmó su condena pero recalificó los hechos como abandono de persona seguido de muerte en calidad de coautor, por lo que le impuso una pena reajustada de 5 años y 3 meses de prisión efectiva.

A Fabián Claudio Maidana, por último, le confirmaron la absolución dictada por homicidio preterintencional.

Los jueces de apelación entendieron que no se cumplían los requisitos de un homicidio con dolo eventual, que ocurre cuando el victimario se representa un posible resultado letal pero aun así sigue adelante con su accionar. En cambio, consideraron que la muerte de Bocacha fue un homicidio preterintencional: los agresores quisieron causar un daño pero, por razones ajenas a su voluntad, ocurrió un desenlace mayor, que en este caso fue la muerte.