El gobernador Maximiliano Pullaro no deja de cosechar éxitos. Tampoco enemigos. Plantó la primera bandera reformista con la modificación del régimen jubilatorio provincial, domó a los gremios docentes y estatales; y ahora va por el personal de las empresas públicas de Santa Fe. Logró también que dos miembros de la Corte Suprema provincial tiren la toalla y hagan dos lugares para el futuro máximo tribunal. En el medio llegó al número mágico: La menor cantidad de homicidios en una década, en los primeros tres trimestres del año. Aunque en el ministerio de Seguridad podrían asegurar que “no fue magia”. Fue, sobre todo la IBF, la Intervención Barrial Focalizada. Es decir, el despliegue en los territorios más calientes en Rosario y Santa Fe, con mucho apoyo de tropas federales que no siempre mencionan los funcionarios provinciales pero que se encargan de subrayar siempre la ministra de Seguridad Patricia Bullrich y el subsecretario de Intervención Federal Federico Angelini que, sorprendió a Pullaro y al intendente de Rosario Pablo Javkin, por su desempeño en la gestión nacional. La sorpresa fue, sobre todo, porque no era un trío precisamente de amigos en el universo no peronista de Santa Fe.
Pullaro arriesga pero va sobre seguro. ¿Quién saldría a defender hoy con semejante crueldad instalada en la sociedad, a un docente, a un estatal o los empleados de la EPE y de Aguas? Ni hablar de los jueces con la alicaída imagen de la justicia. Ataca donde va a ganar y el acicate le rinde en varias direcciones. Se impone ante una creciente conflictividad laboral por la crisis de los salarios, ajusta en todos los rincones y acumula más recursos para la obra pública y la gestión en general; y proyecta hacia afuera una imagen que fue el frustrado lema del gobierno de Omar Perotti: La paz y el orden. Más temprano que tarde en el gobierno comprendieron que la dureza da resultados. Fue así para las cárceles y para apretar el torniquete en las calles sangrientas. ¿Por qué no iba a resultar en otros ámbitos?
Los gremios de Obras Sanitarias y Luz y Fuerza salieron a defenderse en la pública como pudieron. Coincidieron en destacar que "no hay privilegios" y que los beneficios que gozan están consagrados en los convenios colectivos de las distintas ramas y costó años de lucha conseguirlos. La referencia es a los premios que otorgó en su momento el gobernador Jorge Obeid para empleados de ASSA y a los kilowatts gratis que tienen empleados de la empresa eléctrica. Algo parecido a los viajes sin cargo que tienen los empleados de Aerolíneas Argentinas. Esas conquistas, en medio de una profunda crisis económica y de empleo, son muy difíciles de defender. Pullaro lo sabe y por eso las expone públicamente, para después negociar con los gremios golpeados.
Silvio Barrionuevo de Obras Sanitarias fue un poco más allá en la respuesta porque sabe que su margen de negociación no es muy grande. También en la pública salió a confrontar y asesgura que “nosotros creemos que los privilegios de los que habla el gobernador seguramente deben ser por los sueldos de la parte jerárquica de la empresa, que están por encima de los 4 millones de pesos". Y redobla: "De lo contrario, no sabemos de qué privilegios nos habla”, refutó al asegurar que los sueldos de los trabajadores están muy lejos de esos montos: mientras que un trabajador de base cobra alrededor de 850 mil pesos, entre los jefes y capataces, que tienen gente a su cargo, el salario puede llegar 1.800.000 pesos.
Pero también la jugada sirve para disimular los tarifazos de luz y agua en Santa Fe, que tienen que ver con los incrementos de los costos operativos pero también con la decisión del gobierno provincial de no amortiguar ninguno de esos golpes al bolsillo de la población en general.
Internamente Pullaro les ganó a todos. Le pasó por encima a Carolina Losada y canceló las expectativas de un sector del radicalismo y del PRO que no se rendía sin los números en la mano. Le pagó con creces a un socialismo disminuido electoralmente al que tiene contento pero sumamente controlado en el equilibrio interno del frente. Y Javkin vio que ya no podría enfrentarlo, ni siquiera en el futuro, y ahora es su principal aliado con negociaciones hacia el futuro.
Los multimillonarios recortes nacionales que afectan a la gestión provinciual ya ni siquiera se enuncian. Al contrario, se siembra la idea de que Santa Fe y este gobernador pueden ante la máxima adversidad. Con recursos propios, con austeridad, con proyecto y decisión política. Por eso hay que reformar la Constitución Provincial. Porque es obsoleta y porque hay deudas con la reforma de la Carta Magna nacional de 1994. Pero también y, sobre todo, porque los santafesinos y santafesinas “no pueden perderse un segundo mandato de un gobernador como este”. Esto nadie lo dice en público, sería demasiado soberbio, pero es lo que piensa el oficialismo.
El gobierno de Javier Milei complica a Pullaro pero a la vez le da la oportunidad de resaltar su figura. Y el escenario de ajuste permanente, profundo y rayano con lo ridículo; le otorga al gobierno provincial el marco ideal para apretar aquí las clavijas y aún así salir ganando en las comparaciones. Por ejemplo, Pullaro acaba de comprar 160 mil dosis de vacunas contra el dengue, la misma cantidad que la nación adquirió para todo el país.
Pero con un plus más a favor del mandatario santafesino porque Pullaro no paga en Santa Fe los altísimos costos que está pagando Milei a nivel nacional con una abrupta caída de su imagen de más de 14 puntos. Ya habrá tiempo de ir alejándose del gobierno nacional cuando éste represente un lastre intolerable. Pero por ahora hay que llegar a las elecciones de medio término donde Pullaro sólo arriesgará en la categoría de Convencionales Constituyentes, si es que sale la necesidad de la reforma constitucional en la Legislatura. La otra es una categoría nacional, diputados nacionales, donde habrá que cuidarse de cómo armen los libertarios y cómo llegan a los comicios del año próximo. El resto son categorías municipales donde pesan cada uno de los territorios.
El costo por ahora, Pullaro lo paga entre los empleados públicos arrepentidos de haber optado -en gran mayoría- por quien sería su principal verdugo. Por estos días, un sticker recorre los celulares de los agentes del Estado provincial: Es una imagen del exgobernador Perotti sonriendo con la leyenda “¿me extrañan, no?”.
Ante este panorama el peronismo tiene destellos. Se envalentona detrás de los focos que iluminan a Amalia Granata cuando va contra Pullaro desde la no política y los programas de chimentos. Saben que la diputada tiene más poder lesivo que cualquier cosa que diga un peronista y rebuscan alianzas intrincadas para sobrevivir. Aún golpeado como está, el peronismo tiene a nivel nacional más posibilidades que el peronismo santafesino donde no puede afirmar aquí una identidad política contra una barbarie como la libertaria. La proyección de Milei en el poder vislumbra cada vez más un golpe de timón electoral que corra espantado hacia el lado más opuesto. Y ese lado no es el del radicalismo y mucho menos el del macrismo.