Desde San Sebastián
El cine argentino volvió a ser protagonista en la última jornada del Festival de San Sebastián, en la ceremonia de premios y clausura, que se llevó a cabo en la tarde del sábado. Un segmento especial de la gala –televisada en directo a toda España por RTVE- fue dedicado a la producción nacional para dar cuenta de la extraordinaria presencia del cine argentino en todas las secciones, con clips de las distintas películas y declaraciones de la enorme delegación que estuvo estos días en Donostia, en particular el pasado martes 24, cuando se hizo un masivo acto de apoyo oficial al cine denostado por el gobierno de Javier Milei.
La sorpresa fue la aparición de un video de solidaridad enviado especialmente por Ricardo Darín. “No pudiendo estar físicamente allí por razones de trabajo –señaló el actor, que está concluyendo el rodaje de la serie El eternauta- no quería dejar pasar esta oportunidad de estar presente por la invitación que me hizo mi amigo José Luis Rebordinos. Quiero agradecerle muchísimo toda esta movida, esta declaración, este abrazo, este apoyo, porque es un momento en el que verdaderamente lo necesitamos”.
Unos minutos antes, El jockey, dirigida por Luis Ortega, precandidata argentina al Oscar de Hollywood, había ganado el premio a la mejor película de la sección Horizontes Latinos, “por el modo en el que crea un universo regido por sus propias reglas para luego ponerlas en cuestión”, según la fundamentación del jurado. El protagonista de la película, Nahuel Pérez Biscayart, un actor argentino de proyección internacional, fue el encargado de recibir el premio y de poner a la platea de pie con un encendido discurso de defensa del cine argentino.
“Las películas que me hicieron actor –señaló Pérez Biscayart- las hice en la Argentina y todas esas pelis tuvieron el apoyo del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales. Y si pude ser actor es porque en mi país creemos en la fantasía y se armaron estructuras para que esas fantasías puedan ser plasmadas, como la Ley de Cine, por ejemplo. Como muchos de ustedes sabrán, pero hay que repetirlo, el gobierno actual argentino está empecinado en llevar a cabo un plan de destrucción de la industria nacional y con ese plan también se lleva puesto a la cultura nacional y al cine argentino”.
Y continuó: “Se creen muy pillos y muy militantes de la libertad, pero detrás de ese autoengaño en el que viven, de ese odio que profesan, no hay ninguna libertad. Podrán intentarlo, pero no nos van a destruir, no vamos a borrar ni nuestras memorias ni nuestro futuro. Y sepan que todo el amor que nos produce juntarnos para hacer nuestras películas, las de nuestro país, será siempre, pero siempre mucho más fuerte que todo el desprecio con que nos atacan. ¡Viva el cine argentino! Este premio demuestra una vez más que el cine argentino se ve mucho, gusta, se exporta y, no sólo eso, agrega valor, atrae inversiones y deja dinero en el país. Sí, esto también hay que decirlo para esta gente que solamente ven las cosas con ojos mercantilistas”.
Biscayart, que lucía una escarapela palestina en su traje negro, agregó: “¡Viva también Palestina libre, unida, diversa, humana. No la olvidemos, no miremos para otro lado. Y quiero dedicarle además este premio a Daniel Fanego (ndr: es parte del elenco de El jockey), que te nos escapaste un poco rápido. Este premio también es para vos”.
En el palmarés de la competencia oficial, la Concha de Oro a la mejor película fue para Tardes de soledad, el extraordinario documental del catalán Albert Serra sobre las corridas de toros, una película que despertó no pocas controversias pero que se impuso por su inmensa calidad artística, como ya se dio cuenta extensamente en estas páginas. Pero el premio a la mejor dirección fue compartido por dos realizadores debutantes y muy jóvenes, la portuguesa Laura Carreira por On Falling y el español Pedro Martín-Calero, por El llanto, una coproducción argentina de Juan Pablo Miller para su compañía Tarea Fina. En el discurso de agradecimiento, el cineasta español señaló que “la mitad de esta película se rodó en la Argentina, se pudo hacer con el apoyo del Incaa y por lo tanto agradezco ser parte modesta del gran cine argentino”. En la sección Zabaltegi-Tabakalera, dedicada al cine más radical, la película argentina Monólogo colectivo, de Jessica Sarah Rinland, con producción de Melanie Schapiro para su compañía Trapecio Cine, tuvo una mención especial.
A su vez, la película argentina Reas, de Lola Arias, que tuvo su estreno mundial en febrero pasado en la Berlinale, ganó el premio Sebastiane, galardón LGTBIAQ+ del Festival de San Sebastián. En palabras del jurado, el galardón le fue concedido “por su representación a través de la música de la realidad de las mujeres y hombres trans en las prisiones argentinas que luchan por vivir una vida plena y feliz en una sociedad punitiva” en palabras del jurado.
Por su parte, el argentino Francisco Lezama (ganador del Oso de Oro de Berlinale Shorts 2024 por su corto Un movimiento extraño) obtuvo en San Sebastián dos distinciones en el Foro de Coproducción Europa-América Latina con su proyecto Los dos paisajes y agradeció al festival por su apoyo al cine argentino. Y en el WIP Latam, la película en vías de finalización Un cabo suelto, escrita y dirigida por Daniel Hendler, una producción uruguaya con participación argentina (Wanka Cine) ganó el premio principal de la sección.