La semana que arranca este lunes tendrá como tema central el financiamiento universitario, pero, en el fondo, todo lo que tiene que ver con la educación pública. Nada menos que el 67,4 por ciento dice estar de acuerdo “con la realización de la marcha convocada por las universidades públicas”. Los que están en contra son apenas el 29,9 por ciento, penetrando incluso en el núcleo duro que hoy tiene Javier Milei. Se ve que hay votantes radicales o del PRO que en este tema no lo acompañan. En la misma línea, el 68,6 por ciento dice “estoy en desacuerdo con el veto al financiamiento universitario porque se debe priorizar la educación pública”. Del otro lado, el 31,4 afirma que “se debe priorizar que no haya déficit fiscal”. O sea, dos de cada tres encuestados están en contra del veto. Como se sabe, el presidente tiene hasta el mismo miércoles para hacer uso, por segunda vez en un mes, de la facultad de objetar una ley salida por amplísima mayoría del Congreso.

Con semejantes datos, la cruzada de Milei es claramente impopular y, como se vio en abril, la convocatoria para el miércoles tiene respaldo -al menos en las encuestas- de una sólida mayoría. Por lo general, todo lo relacionado con la educación pública cuenta con  apoyo: casi todos los ciudadanos se formaron en escuelas del estado y tienen la aspiración de que sus hijos o nietos concurran a la universidad. El florecimiento de casas de altos estudios, en el Gran Buenos Aires y en muchas zonas del interior, no es criticada por el ciudadano común, sino todo lo contrario: lo ven como un avance. En este tema falló Mauricio Macri y el PRO que quisieron instalar que la creación de universidades no tiene sentido. El ex presidente, para colmo, habló peyorativamente de caer en la educación pública. Por ahora, la propuesta tácita de los libertarios -arancelar las universidades- no tiene acogida. Además, el debate es sobre una parte poco significativa del presupuesto nacional, el 0,14 por ciento.


Por la envergadura de la convocatoria será difícil que Patricia Bullrich pueda aplicar el llamado protocolo antipiquetes. No va a tener credibilidad asociar la marcha con un piquete o con una movida de la izquierda, como hicieron en el caso de las marchas de jubilados. Por lo tanto, que las cosas transcurran en paz será imprescindible para la Casa Rosada. Es evidente que igual insistirán en que las universidades son “un negocio”, culparán al radicalismo o al peronismo, pero es un argumento que no tiene impacto. Un dato relevante es que en las recientes elecciones de la UBA a LLA le fue muy mal.