La primera piedra la arrojó Mayra Mendoza. Fue en septiembre de 2023, cuando acusó a Axel Kicillof de buscar cortarse solo. “Juegan a primero yo y después a también yo”, dijo, al entonar una estrofa del Indio Solari. La intendenta de Quilmes exteriorizó, así, un conflicto que hasta ese momento era subterráneo: la cúpula de La Cámpora le endilga al gobernador querer independizarse de Cristina Kirchner. Un año más tarde, Máximo Kirchner refrendó ese recelo en el Club Atenas en La Plata. Sin nombrarlo, le enrostró a Kicillof haber llegado a donde está por el “dedo” de la expresidenta. La furia en la Casa de Gobierno fue total: “¿No tiene nada mejor que hacer que socavar al único gobernador kirchnerista del país? Es inentendible”, respondieron. Caídos los cascotazos, aparecieron las primeras señales de armisticio. La Cámpora, con elogios incluidos al gobernador, decidió hacer un alto al fuego en una disputa que crecerá de cara al cierre de listas de 2025. La militancia, hastiada del internismo, quedó enojada y desorientada.

La pelea es por la gestión del poder. No hay discordias ideológicas, sino diferencias de construcción política y –de fondo– torpes tironeos por la lapicera. “Cristina es una líder natural, pero necesitamos a alguien que conduzca el movimiento”, lanzó hace unos meses el intendente Jorge Ferraresi, que quiere competir por la gobernación en 2027. "¿Qué es la conducción de Cristina? ¿Que tres ñatos te manden un WhatsApp?", sumó el ministro provincial Andrés Larroque, enemistado con La Cámpora desde hace más de un año y medio. En la esfera de Máximo Kirchner alertan sobre estas muestras de rebeldía que rodean al mandatario bonaerense. “Algunos que están cerca tienen la intención de que Cristina se vaya a la casa”, sostienen y les sugieren que “dejen esas ideas en la mesita de luz”.

Desde la gobernación niegan categóricamente que Kicillof sea permeable al rupturismo. “Axel es, fue y será conducido por Cristina. No quiere jubilarla”, remarcan y señalan que es ridículo pedirles a ellos que ordenen a Ferraresi o Larroque, que tienen más años de kirchneristas que el propio gobernador. Sí plantean que la sociedad no es la misma que la de principio del siglo XXI, que están dispuestos a dar una discusión sobre las nuevas demandas de la sociedad y recuerdan que la expresidenta en el discurso que brindó en Merlo o en la carta que le envió hace tres semanas a Milei llamó a generar nuevas propuestas. "Si seguimos disociados de la realidad, no vamos a ofrecer una alternativa", enuncian.

Lo cierto es que los cruces se enmarcan en el armado electoral del año que viene. Hay un cúmulo de dirigentes peronistas que no quieren repetir el esquema de 2023, en el que la palabra final respecto a las listas la tuvieron Máximo Kirchner –por ser el presidente del PJ bonaerense– y Martín Insaurralde –por entonces, jefe de Gabinete local–. Quienes no entran en el circuito del líder de La Cámpora pretenden refugiarse bajo el paraguas de Kicillof y presionan para declararlo prescindible. El gobernador, en tanto, se desentiende de la puja. “La situación que está viviendo la Argentina es gravísima. Somos una provincia bajo ataque. En mi caso, me eligieron para conducir los destinos de esta provincia, de un pueblo en sufrimiento. No estamos en un año electoral”, expresó el lunes rodeado de sus funcionarios.

Señales de armisticio

El cuestionamiento de Máximo Kirchner a Kicillof fue estruendoso, sobre todo, por el contexto: un acto masivo en la provincia de Buenos Aires, con repertorio alusivo a la interna en las tribunas, sin la invitación al gobernador, pero sí a integrantes de su Gabinete. La decisión fue que el mensaje se escuche, rebote y cale hondo. Lograr se logró, pero no sin el daño colateral que este tipo de peleas generan hacia adentro.

Después del agite, llegaron las señales de paz. En su primera aparición pública post acto, el líder de La Cámpora habló de los incendios forestales en Córdoba, defendió la modificación a la Ley de Manejo del Fuego que él impulsó y lanzó un elogio explícito a Kicillof. Junto a la ministra de Ambiente bonaerense, Daniela Vilar, el diputado destacó que “el gobernador tuvo la decisión de cuidar el ambiente de su provincia”. En contraposición, criticó el ajuste del gobierno nacional en esta área y apuntó contra el Presidente por difundir una fake news que responsabiliza a militantes kirchneristas por la quema de miles de hectáreas en las sierras cordobesas.

“Nosotros destacamos la buena gestión de muchos funcionarios de la provincia. No solo de Daniela (Vilar), Nicolás (Kreplak) o Juan Martín (Mena), que forman parte de La Cámpora, sino de muchos funcionarios”, aseguran en el despacho de Kirchner. “Lo del viernes pasado fue una crítica puntual, pero esto no es enfrentamiento. Axel no es un enemigo”, subrayan para bajarle el tono.

Otros dos gestos de concordia surgieron esta semana:

El primero, un llamativo saludo de cumpleaños del diputado Wado de Pedro a Kicillof. “Con la certeza de formar parte de un mismo proyecto y sin caer en las mezquindades de los que tergiversan y quieren dividir al peronismo, vamos a construir colectivamente la alternativa para ganarle a Milei”, posteó en redes sociales con una foto sonriente de los dos. La publicación llegó horas después de que haya dicho –como autocrítica– que en 2015 el ministro de Economía del kirchnerismo “no hablaba con los empresarios”. Según el exministro del Interior, la frase fue tergiversada.

El segundo gesto llegó desde la Legislatura provincial. En el cierre del debate por el RIGI bonaerense, el diputado Facundo Tignanelli –hombre que responde a Máximo Kirchner– resaltó que Kicillof cumplió con su promesa de impulsar un régimen especial para las grandes inversiones (RIGI) locales. “Hoy se aprobó”, afirmó sobre la media sanción y remató: “Tenemos un gobernador que plantea una cosa y hace lo que dice. Eso lo diferencia con Milei”.

Contrastar a Kicillof con el Presidente es un punto clave en la trama. En la Gobernación no perdonan que las críticas de Kirchner surjan en un contexto de ataques permanentes y desfinanciamiento absoluto por parte de la gestión libertaria. “Nos erosiona Milei, pero también los nuestros”, se quejan. El fastidio de la militancia fue también en esa dirección. "Hace años que nos venimos desgastando con peleas sectarias", afirma una dirigente social de primera línea. La traumática experiencia del Frente de Todos y la acuciante situación económica no tolera mayores conflictos internos. De ahí que las señales de paz hacia el gobernador hayan sido acompañadas con dardos al Ejecutivo nacional.

Recalibrado el eje por unos días, la confrontación tendrá –inevitablemente– nuevos episodios. La pulseada tomará cada vez más fuerza hasta que se defina la presidencia del Partido Justicialista y el armado electoral del próximo año. Cristina Kirchner, mientras tanto, juega con el tiempo y deja jugar.

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