"Bienvenidos y bienvenidas al cumpleaños de Rosita Figueroa”, anuncia Iara. Tiene 13 años, vive y crece al calor y amor de Chicos del Sur, una organización dedicada a acompañar las infancias de Villa Fiorito desde hace 24 años, que insiste construir memoria con las nuevas generaciones. Gracias a esa insistencia, Iara conoce la historia de esta vecina detenida desaparecida cuando tenía casi su misma edad. Ayer, el día en que Rosita hubiera cumplido 64 años, hubo murga, obra de teatro, torta y velitas para ella, y brasa al fuego de resistencia para una comunidad que jamás pierde las esperanzas. 

La jornada de homenaje arrancó pasadas las 15. Un escenario cerró el paso de la calle Bucarest, Lomas de Zamora, cuando se termina el asfalto, empieza el mejorado y se alza la casa donde funciona Chicos del Sur. Una bandera violeta con globos anuncia el motivo: “Feliz cumpleaños Rosita Figueroa”. Delante del escenario, una mesa con vasos plásticos y jarras con agua fresca. En la vereda, algunos juegos para entretener a la pibada en modo kermesse hasta que Iara y Maru anunciaron el comienzo oficial de la celebración. 

“Nos hierve la sangre de pensar que a una chica de nuestra edad se la llevaron por hacer lo que hacemos nosotros acá”, dice Nahuel Vélez, hoy educador de la organización, a la que llegó cuando no pasaba los cinco años. Recuerda que la organización empezó a trabajar la historia de Rosita cuando tuvieron que, entre todes, educadores y pibis, elegir un nombre para el jardín de infantes que funciona en la organización. “Queríamos nombrarlo de un modo que identifique lo que sucede acá, lo que hacemos, y a la vez que tenga relación con el barrio, el territorio”, explica Nahuel.

Rosa Figueroa vivía en el barrio El Faro de Villa Albertina, a unas 20 cuadras de la zona de Chicos del Sur. Estudiaba en un secundario comercial, solía acompañar a su papá a la unidad básica Martín Rodríguez, en una de las avenidas que atraviesan la zona, y le faltaba poco más de una semana para cumplir 16 años aquel 14 de septiembre de 1976 cuando fue secuestrada. Se la llevaron junto a su hermana Pilar de la casa familiar. Buscaban al papá. 

En una de sus tantas visitas a Chicos del Sur, Pilar recordó que su hermana militaba con su papá “buscando una mejora para el barrio: las salitas sanitarias, las baldosas de Rodríguez, que era todo tierra”. Según el recuerdo de Pilar, las dos estuvieron en el Pozo de Banfield, aunque no les permitieron compartir encierro. Pili solo pudo ver a su hermana menor diez minutos antes de ser liberada. Rosita fue vista con vida por última vez en el centro clandestino que funcionó en el Regimiento de La Tablada. 

Les pibis murgueres de la organización amiga fueron el preámbulo de la obra de teatro que les pibis de Chicos del Sur pensaron y actuaron sobre la historia de Rosita, que es también la historia del país, no solo en relación con el terrorismo de Estado. Chicos y chicas imaginando a Rosita en su secundario, en el apoyo escolar de su barrio, en los debates cuando el genocidio se les vino encima; el secuestro y la desaparición, la búsqueda de las Madres, el reclamo por aparición con vida y luego juicio y castigo; el retorno de la democracia, las banderas que cambian de mensaje y, a la vez, siguen alojando el mismo: memoria, verdad y justicia/ no a la baja/ el hambre es un crímen. 

Las casualidades no existen” dice más temprano Mario, uno de les fundadores de la organización, para acotar que uno de les ties de Rosita, que participó de aquellos comienzos a principios de siglo, fue quien trajo el nombre “Chicos del Sur” al proyecto. “La figura de Rosita vino a calzar con una necesidad propia del espacio, nos parecía muy importante trabajar con los chicos la historia de una niña que todavía no había llegado a cumplir sus 16 años y tenía la fuerza para luchar, para mirar a su barrio y construir, saber que en ese lugar faltaban veredas o  una unidad sanitaria, y pelear por cada una de esas cosas, pero no pelear como alguien solitario sino en comunidad”, amplia Estela, otra fundadora y sostén irremplazable del espacio que comparte objetivos y metas con Rosita y tantos otres militantes barriales detenides desaparecides en dictadura. 

Decidieron, entonces, festejar el cumpleaños de Rosita porque “no nos parece mirar al pasado con nostalgia, porque es donde abrevamos para esta fuerza que tiene nuestro futuro”, propone Estela. La celebración como herramienta de lucha. La alegría como homenaje eterno. La memoria como rescate, como construcción del presente, como deseo de futuro. “Estos chicos y chicas que viven acá son parte del 66% de niños y niñas pobres que acaba de marcar el Indec, pero es un porcentaje que no se entrega. Sabemos que tenemos las fuerzas económicas, los poderes reales en contra, pero nosotros tenemos la resistencia de la lucha y del esfuerzo. “Hacemos todos los días un país chiquito, el que soñamos, y lo vamos a construir en grande”, concluye. El mago Dash le aporta risas a la tarde, luego la torta, las velitas y los deseos, que son muchos más que tres.