Sin tanta garrapiñada, ni tanta sidra. Mucho menos pan dulce. Así imaginan la mesa navideña casi todos los sectores vinculados al consumo masivo, que no prevén un repunte en las ventas ni siquiera para las fiestas, una fecha que ayuda equilibrar la balanza cuando el año no es bueno. En los supermercados ya advierten que las grandes empresas de la industria alimenticia presagian un fin de año bajo en ventas y, por lo tanto, impulsan una menor producción. “Calculo que en el mercado va a haber un 50% de la oferta de productos que había el año pasado”, adelantó Sergio Casiniero, titular de la Cámara de Supermercados y Autoservicios de Rosario (Casar). Para los almacenes de cercanía, el panorama no pinta mejor. “La clase media y los sectores populares están sin recursos y no vemos demasiados ánimos de festejo”, anticipó Juan Milito, de la Unión de Almaceneros de Rosario. Desde la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (Came) también entienden que los niveles de consumo van a quedar muy por debajo del año pasado. “No vemos que en lo que reste del año pueda haber algún cambio significativo”, evaluó el dirigente Ricardo Diab.

El consumo está en caída libre. Esta semana, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) informó que las ventas en los supermercados se desplomaron un 12,3% interanual durante el mes de julio, acumulando una baja del 11,7% en los primeros siete meses del año. En paralelo, las mediciones privadas ya anticipan una profundización de esa caída para agosto: según la consultora Scentia, las ventas en supermercados se derrumbaron un 17,2% interanual. Por si fuera poco, desde la Came también informaron en los últimos días que la actividad manufacturera de las pymes descendió 8,7% interanual en agosto y acumula una retracción de 16,9% en los primeros ocho meses del año, frente al mismo periodo de 2023. Entre los actores vinculados al consumo masivo, los indicadores reflejan lo mismo: nulas expectativas de poder repuntar en las fiestas las malas ventas que se arrastraron durante todo el año.

“Otros años para esta altura ya teníamos un acopio hecho. Hoy no es así. La marca de sidras número uno todavía no sabe a qué precios nos van a vender. Están sondeando el mercado para ver a qué precio lo largan. Hay mucha duda en la industria y eso se está viendo”, señaló Casiniero, en diálogo con Rosario/12. Las interrogantes que marca el supermercadista apuntan a la industria alimenticia, que viene restringiendo sus niveles de producción ante la posibilidad de no poder vender los productos típicos de la mesa navideña. El análisis sigue dos caminos. Por un lado, los niveles de consumo que se mantuvieron a la baja todo el año. Y por otro, que la gente ya no convalida cualquier precio.

“Están tanteando, porque la industria no quiere producir para salir cero a cero y mucho menos para perder plata. Van a producir lo mínimo e indispensable”, sostuvo Casiniero. “Lo que se prevé es que van a ser unas fiestas bastante light, en ese sentido. El portfolio de productos festivos va a bajar mucho. Calculo que en el mercado va a haber un 50% de la oferta de productos de lo que había el año pasado. Los precios tampoco ayudan. Hay algunos productos relacionados a todo lo que tiene que ver con frutos secos que están muy altos. El consumidor ya de por sí viene cambiando sus hábitos y para las fiestas calculo que va a seguir esa tendencia. Creo que se vienen unas fiestas austeras”, añadió.

El titular de la Casar puso el foco en los cambios que fue experimentando la gente en sus hábitos de consumo, donde no solo se nota un vuelco a segundas y terceras marcas, sino también un giro en las estrategias. Mientras el año pasado la gente compraba en cantidad para acopiar y así resguardarse de futuros aumentos ante un contexto inflacionario, hoy el comportamiento es el contrario: el consumidor espera, porque como nadie compra puede bajar. “También notamos que es una compra más escalonada. La gente viene día por medio, no se compra mucho más que eso”, sostuvo.

Según Casiniero, las ventas en los supermercados empezaron el año a la baja y, luego de un largo amesetamiento, comienza a notarse un “pequeño repunte” en la comparación intermensual. Sin embargo, no es una suba que genere expectativa: “Quizás eso tenga que ver con la crisis generalizada que afecta a otros rubros. Hoy la gastronomía está en un momento bastante complicado, porque la gente dejó de consumir afuera. Lo hace en su casa para ahorrar y para eso termina comprando las cosas en el comercio. No vemos que estén repuntando las ventas, sino que se está cambiando de lugar el consumo en función de la crisis que hay”.

Por su parte, Juan Milito dice que pensar en fin de año es “hacer futurología” en función de los vaivenes económicos de la Argentina, muchas veces impredecibles. Sin embargo, el comportamiento de las ventas en los almacenes de cercanía durante todo el 2024 no da señales de optimismo de cara a las fiestas. “Creemos que vamos a tener un fin de año muy complejo. Las fiestas son una fecha importante para toda la sociedad, pero es evidente que hay una crisis. La clase media y los sectores populares están sin recursos y no vemos demasiados ánimos de festejo”, evaluó en diálogo con Rosario/12.

En los almacenes entienden que las ventas “van a estar muy restringidas” a todo nivel. “Las empresas líderes ya están previendo esto y ya se está viendo menos fabricación de todos los productos relacionados a las fiestas por el temor a que no se vendan, cosa que es bastante factible. Creemos que en las fiestas no se van a dar las ventas que nosotros esperamos”, expresó y agregó: “Uno como dirigente tiene la obligación de ser optimista, pero nada hacía prever que este iba a ser un año bueno”.

En ese marco, recordó que el año pasado, algunas medidas como el reintegro de la Billetera Santa Fe o la devolución del IVA fueron un impulso importante para la economía, principalmente entre los sectores populares, que siempre sufren el impacto más fuerte de la crisis. “Juntando todos los beneficios, si una familia tenía dos cuentas, se hacían unos 56 mil pesos, que trasladados por inflación podrían ser unos 100 mil pesos de ahora. Eso se reinvertía en consumo y era una inyección para nuestro sector que ahora no vamos a tener”, lamentó.

Septiembre suele ser un termómetro que anticipa lo que viene para fin de año. El cambio de temperatura impulsa el consumo de otro tipo de productos que empiezan a marcar el inicio de un repunte de ventas, que se termina de materializar con las fiestas. Según Milito, eso no viene sucediendo. “Nosotros vivimos del sueldo de los trabajadores y del ingreso de los jubilados, que están muy mal. Por lo tanto, no teníamos demasiada expectativa de que este año iba a ser mejor que el anterior, que ya de por sí tampoco fue bueno”, finalizó.

La baja en el nivel de actividad manufacturera medida por la Came es una postal que refleja la situación actual. En el desglose también aparecen datos interesantes que aportan al análisis. Uno es que el 40,4% de las industrias entiende que el principal obstáculo que enfrenta es “la falta de ventas”. A su vez, el relevamiento da cuenta que uno de los sectores más afectados por la crisis fue Alimentos y bebidas, donde el 22,8% de las industrias que lo componen reconoció haber tenido problemas para el pagar salarios.

Con esos números, Diab consideró que no hay demasiado optimismo en que las ventas vinculadas al consumo masivo puedan repuntar en lo que queda del año. “Estamos dentro de un contexto donde los primeros nueve meses del año fueron dando negativo con referencia al anterior. Con lo cual, no vemos que en lo que reste del año pueda haber algún cambio significativo”, expresó a Rosario/12. Y agregó: “Quizás veamos una suba intermensual, pero cuando vamos a mirar cómo estaba el consumo en relación al año pasado, siempre va a dar negativo”.

Para el secretario general de Came y presidente de la Asociación Empresaria de Rosario (AER) el año estuvo marcado por la baja rentabilidad y los altos costos de funcionamiento. “Se necesita acceso al crédito fácil y posible para las empresas y mayor cantidad de ofertas en cuanto al financiamiento para el comprador”, evaluó. “Si con el salario no alcanza en primera instancia, hay que lograr que exista el financiamiento para que le dé la posibilidad de acceder a productos de mayor valor a largo plazo y con bajo interés”, añadió.

 

Por último, Diab coincidió en que la crisis modificó los hábitos de consumo de la ciudadanía y manifestó su deseo de que las fechas puedan ser un punto de quiebre para el sector. “Ya no se ven tantas exigencias en cuanto a la marca de los productos”, manifestó y agregó: “Entiendo que muchos de los rubros han llegado a un piso y la única posibilidad que queda es tratar de mejorarlo. Pero no venimos de un año bueno, y veremos si las fiestas son una buena fecha para marcar un cambio”.