Un show musical, un juego de preguntas y respuestas (auspiciado por un sitio de apuestas online), susanos serviles, medias Silvana y enterito de brillos. Sin novedades de formato ni estéticas más que los filtros que rejuvenecen y adelgazan, Susana Giménez logró cumplir en su segundo programa uno de los grandes objetivos de esta temporada: entrevistar a Javier Milei, de quien se mostró partidaria explícita desde su triunfo en varias oportunidades, además de defensora de sus modos: “Grita porque es así calentón, pero ya se va a acostumbrar”.

Después de casi cinco años Susana volvió a la TV. Y este, su segundo programa tuvo como centro una entrevista exclusiva con el Presidente de la Nación, grabada en la Casa Rosada. La entrevista fue casi al cierre del programa. Pero antes en el set Susana, como siempre, desplegó chivos y juegos con premios millonarios, y se mostró muy a tono con la sensibilidad libertaria dedicándose varios minutos de aire a la memoria de Jazmín, en diálogo con Cristian Castro.

“¡Acá hay plata!”, gritó Susana al inicio de la entrevista en referencia al Salón Blanco de la Rosada, lugar elegido por Milei como locación del encuentro. “Esto es parte de la gloriosa Argentina, potencia mundial, admirada por todo el mundo pero que después fue destruida por el populismo”, aprovechó durante los primeros minutos a decir el libertario, que apenas tuvo que responder sobre su gestión y la actual crisis económica.

El clima fue el de un intercambio juguetón. Habló de una herencia recibida (“si la crisis hubiera estallado, estaríamos hablando de 95 por ciento de pobres”, “Este momento tenemos 52 por ciento”, “Soy buen economista, pero no hago magia”).

Giménez lo condujo amablemente por temas blandos: su infancia, sus amores, sus mascotas. Milei contó cómo se inspiró para ser economista durante la hiperinflación y que la única que le vio "pasta de político" fue su hermana Karina Milei. Entre una y otra pregunta pensada por la producción, Susana introdujo algunos elogios de cosecha propia: que admiraba su capacidad de trabajar, los viajes, su cualidad de “perrero”.

En los 15 minutos que duró la entrevista Giménez encontró tiempo para preguntarle si alguna vez lo había mordido un perro. Y si el Presidente se hacía “lugar para el amor”.

Giménez relató que en la Casa Rosada había conocido a Thor, lo cual le dio a Milei el pie para enumerar el origen del nombre de cada uno de sus perros. En los no más de 15 minutos en los que se desarrolló la entrevista Giménez encontró tiempo para preguntarle si alguna vez lo había mordido alguno. Y, por supuesto, si el Presidente se hacía “lugar para el amor”.

De ese modo introdujo en la conversación a la ex vedette, y ex pareja de otro Presidente que Milei idolatra: Amalia “Yuyito” González. Susana le recriminó no haberla autorizado a sumarse a la entrevista. “Yo lo llamo profilaxis, tratamos de evitar que se mezclen nuestros trabajos”, contestó el libertario. Le preguntó además cómo se llevan Karina y Yuyito, cuándo ocurrió el flechazo, sobre la primera cita, y sobre lo que piensa de la fidelidad.

“El discurso de la ONU incomodó a toda la progresía mundial. La ONU quiere construir un gobierno supranacional que controle la vida de todos los seres humanos. Es una locura socialista exacerbada”, dijo Milei en relación a su rechazo al "Pacto para el Futuro" de ese organismo internacional, en una de las pocas referencias a un tema político, o económico, de su gestión. Y rápidamente volvieron a hablar de cómo se seca el pelo, de si le gustaba el fútbol, su opinión sobre Messi, y sobre sus elecciones de vestuario.

Mientras se conocían las cifras del INDEC -que dan cuenta de que hoy el 52,9 por ciento de los argentinos es pobre-, el set montado en la Casa Rosada era una fiesta. En el contexto de una de las semanas más dramáticas del año, el Presidente Milei y su hermana posaron con Susana para la foto.

"Apoyo este gobierno, está haciendo cosas fantásticas" y "Hay que ayudar a Milei" habían sido algunas de las expresiones en favor de La Libertad Avanza por parte de la diva de los teléfonos fijos. Ya les había hecho un favor al retrasar el comienzo de su ciclo una semana para que Milei hablara en cadena el 15 de septiembre al presentar el presupuesto.

La semana pasada había terminado con Milei, feliz casi desencajado, y Giménez saludando a una plaza vacía desde el balcón de la casa de gobierno. Mientras, cae la imagen del Presidente: según el Índice de Confianza en el Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella, se desplomó casi 15% en relación a agosto y ya está en el nivel más bajo desde que asumió Milei: 2,16 puntos sobre 5.

Pasan los años y pasan los presidentes neoliberales por su living. O como en este caso, Susana va de visitante. Pero lo que no cambia es que ella lo sigue haciendo a su modo distraído, que da la impresión de no haber sido siquiera estudiado, ni ensayado. Con esa espontaneidad libra Giménez su cruzada contra el progresismo. (El “terrorismo feminista”, por ejemplo, por citar una de las categorías de las derechas radicales, se debió haber sentido aludido cuando el domingo a la noche Susana sólo le dirigió la palabra a Mariela Sánchez, sentada en el living para acompañar a su pareja Cristian Castro, para preguntarle qué tan seguido cocinaba).

En respuesta a una pregunta de Giménez de rigor sobre la degradación de las condiciones de vida de la mayoría de la población (luego de comparar el presupuesto de su programa con el del país), Milei aseguró -completamente disociado de la realidad y sin repregunta a la vista-: “Las jubilaciones están por encima de la inflación que se generó cuando asumimos, y se triplicó en dólares”. Cuidado y celebrado, la charla concluyó casi sin referencias a temas de gestión, y el Presidente se ocupo de hacer una promesa de prosperidad: “De acá para adelante sólo queda crecer”.